lunes, 29 de noviembre de 2021

Manifestaciones Colectivas

 






LA LISTA DE LOS ABOLLAOS.

    La palabra abollado tiene varios significados en el Diccionario de la Real Academia Española. Uno de ellos se refiere a una persona sin dinero, en mala situación. El metaplasmo “abollao”, sin embargo, tiene para la gente de Pueblo Llano dos significados muy diferentes. El primero se utiliza para denominar al comerciante que no puede vender su mercancía por falta de demanda; esto ocurre generalmente cuando los productores llevan sus cosechas de papa y zanahoria a los grandes mercados del país como son los de Barquisimeto, Valencia y Caracas. Sucede que algunas veces estos mercados se encuentran saturados de los rubros mencionados y es muy difícil poderlos vender a un precio razonable; es necesario, entonces, esperar hasta el día siguiente para intentarlo nuevamente. A esta situación, la de no poder vender la mercancía, se le denomina estar “abollao”.

            El segundo significado de la palabra “abollao” es más jocoso para los pueblollaneros, pues ya es una tradición que al llegar el mes de diciembre la gente aporvecha para casarse o “empatarse”, en otras palabras, para buscar pareja. Esto en realidad no es muy fácil en el municipio, ya que durante muchos años la población masculina ha sido más numerosa que la femenina, situación que ha traído como consecuencia que una gran cantidad de hombres al llegar a la edad adulta se queden solteros. A estos hombres se les conoce con el remoquete de “abollaos”.

            En los últimos años, durante los primeros días de diciembre, varios aficionados a las bromas se han dado a la tarea de publicar en hojas anónimas una larga lista de “abollaos” con el propósito de que las mujeres la lean y tengan oportunidad de escoger novio o esposo entre todos ellos. Al igual que la “quema de año viejo” la gente disfruta mucho con estas ocurrencias.

            El “abollao” (en su segundo significado) es visto como una persona tímida, sin suerte, sin atrativo físico para las mujeres; por lo que los “abollaos” son objeto de burla, y el hecho de aparecer en estas listas ya es una “raya” para el nominado.

            Los que se encargan de hacer la selección cada año, como ya lo dijimos, son personas anónimas, lo hacen con el sano propósito de jugarles una broma a estas almas solitarias y poder tener un momento más de diversión en este mes tan especial. Anteriormente, lanzaban las hojas por debajo de las puertas, pero ahora la chanza se ha hecho más pública y todos los locales comerciales del pueblo colocan la lista en sitios visibles. Para ponerle más picante a la broma, los autores también han sacado nóminas adicionales, una con las “abolladas” y otra con los “palominos” (hombres sometidos por sus parejas) que también los hay.


Rafael Ramón Santiago

Cronista Oficial del Municipio Pueblo Llano







sábado, 6 de noviembre de 2021

Manifestaciones Colectivas. Juegos Tradicionales (Cuarta parte)




Apuestas en diciembre

 

            La apuesta, según la define el Diccionario de la Real Academia Española es el “convenio por el cual deciden varias personas que la que acierte o tenga razón en algo recibirá  de las demás una cantidad de dinero  u otra cosa”.

            Ha sido una costumbre mantenido durante siglos, por lo menos en los Andes venezolanos de realizar apuestas los primeros días del mes de diciembre, hasta el 24 del mismo mes.

            Entre las apuestas que más recordamos de nuestros años infantiles en Pueblo Llano están las siguientes:

Palito en boca. Los involucrados acordaban que cada uno de ellos tenía que llevar todo el tiempo un palillo o algo parecido en la boca. Cuando un jugador se encontraba con el otro en cualquier lugar inmediatamente le decía: ¡palito en boca!, de no tenerlo, perdía, desde luego, el que inquiría también tenía que llevarlo. Se apostaba dinero.

Hablar y no contestar. Las reglas eran similares a las anteriores, al encontrarse los apostadores, el primero que hablaba le lanzaba todo tipo de preguntas al otro, pero éste no debía contestar para no perder. En realidad, la apuesta no era muy agradable porque si se trataba de buenos amigos pasaban casi todo el mes del alegre diciembre sin hablarse.

Dar y no recibir. Uno de los apostadores intentaba darle algo al otro por sorpresa, si lo recibía perdía la apuesta.

Estatua. El primero que veía a su contrincante, inclusive desde lejos, le gritaba ¡estatua!, el jugador tenía que quedarse inmóvil en el sitio hasta que su ejecutor se antojara de liberarlo. Menos mal que en aquellos años el tráfico era prácticamente nulo, de lo contrario hubiese sido un juego extremadamente peligroso.

Híncate cotín, párate cotón. Era muy parecido al anterior, pero el jugador le gritaba a su oponente ¡híncate cotín! , y este tenía que arrodillarse en ese lugar donde estaba y así lo tenía por el tiempo que quisiese, hasta que finalmente le ordenaba: ¡párate cotón!

Al igual que los anteriores, este era un juego de rapidez, de viveza, de tratar de ser el primero en ordenar al otro cumplir con el trato. Generalmente se perdía la apuesta más por fastidio que por otra cosa.

Beso robado. Era una apuesta diferente a las anteriores, la preferida de los jóvenes. Tenía que ser entre un hombre y una mujer, normalmente que se tuvieran mucha confianza o que se gustasen. Consistía en sorprender al otro que estuviese descuidado y robarle un beso o darle un beso en la mejilla. Generalmente los varones eran los que llevaban la iniciativa, siempre resultaban muchos enamoramientos con esta apuesta. En aquella época no se acostumbraba saludar con un beso en la mejilla como ahora.

Pedir mis aguinaldos. Aunque no era una apuesta con las características anteriores, tenía gran parecido, estaba tácito que todo el pueblo participaba, personas de todas las edades. Cuando llegaba la novena de aguinaldos, al encontrarse dos individuos, el primero que hablaba le pedía “los aguinaldos” al segundo, este último se consideraba perdedor y le correspondía pagar con un café, un dulce o cualquier otra cosa.

 

Rafael Ramón Santiago

Cronista Oficial del Municipio Pueblo Llano

martes, 5 de octubre de 2021

Manifestaciones Colectivas


Juegos Tradicionales (Tercera parte).



 

El Carreto. Se trataba de un juguete, lo interesante del mismo era que el niño lo podía construir con sus propios medios de la siguiente manera: se tomaba un carrete donde venía enrollado el hilo de coser marca Elefante, se le hacían unos cortes en los lados cilíndricos a manera de orugas, se introducía en su orificio un caucho (tripa de la llanta de un vehículo) alargado y doblado, en un extremo se le colocaba un palito de madera y en el otro un cabo de vela y otro palo más corto. Al darle varias vueltas al palo mayor y debido a la torsión del caucho, al colocar el objeto en el piso comenzaba a moverse en forma autónoma. Era en realidad muy emocionante, el juguete parecía una maquina construyendo carreteras,  despertaba la creatividad de los niños.

Carros de lata de sardina. Al igual que el anterior, era un juguete de construcción casera, aunque más sencillo. Se agarraba una lata de forma de paralelepípedo, ancha, donde venían las sardinas, se abría por uno de los lados, se le colocaban las ruedas con tapas o chapas de refresco, se le colocaba una cabuya para halarla y se llenaba de tierra o arena y así quedaba convertida en un “camión”. Eran muchas las horas que pasaban los niños entretenidos con este juguete.

Salto de Carnero. En este juego varios niños se colocan en fila, a una cierta distancia, se inclinan para que otro, tomara impulso y saltara sobre cada uno de ellos, si no lograba hacerlo se declara perdedor y otro seguiría en el intento hasta que quedaba un solo ganador.

Policías y Ladrones. Era un juego que se practicaba con mucha frecuencia, particularmente por los alrededores de la plaza Bolívar. Se comenzaba asignando los roles, a unos le correspondía ser policías y a otros ladrones, generalmente para el rol de policías escogían a los más altos y fornidos. Los ladrones se dispersaban y los policías tenían que salir a buscarlos y traerlos al calabozo que era un lugar que se improvisaba en cualquier lado. El juego concluía cuando todos los ladrones estaban en la cárcel. A veces apresaban a algunos niños que no estaban participando en el juego, quien iban camino a la bodega a hacer un mandado, entonces, los padres asustados porque no habían llegado tenían que ir al “calabozo” a rescatarlos.

El gato y el ratón. También es un juego muy conocido, los niños forman una rueda, dentro de ella estaba el ratón y afuera queda el gato. El gato preguntaba por ratón Pérez y los de afuera autorizan para que entrara a buscarlo. El ratón salía de la rueda corriendo y comenzaba la cacería, si lograba atraparlo los niños gritaban: ¡ese gato sí sirvió!, ¡ese gato sí sirvió!, caso contrario: ¡ese gato no sirvió!, ¡ese gato no sirvió!

Chinchorrearse. Se seleccionaba un árbol frondoso y de una de sus ramas se colgaba un mecate de los dos extremos, se enganchaba un saco a manera de cojín donde el niño o la niña se sentaba para balancearse en la medida que otro lo empujaba. Era un columpio de fabricación casera.

Gallina ciega. A un niño o niña se le vendaban los ojos con un pañuelo y debía tocar a unos de los demás que hacían rueda a su alrededor, el que era sorprendido tenía que hacer el papel de gallina ciega.

Escondite o las cuarenta matas. Se seleccionaba a un niño que contara hasta el número cuarenta mientras los demás se escondían, tenía que encontrarlos a todos, pero el primer descubierto le correspondía contar las cuarenta matas. Participaban niños y niñas.

A la víbora de la mar. Es un juego muy conocido y las maestras de entonces nos enseñaban a jugar en los recesos, se cantaba: “a la víbora de la mar por aquí podrá pasar, el de adelante corre mucho y el de atrás se quedará”, luego seguían otros versos que no recuerdo y  como tampoco recuerdo los pormenores del juego decidí  acudir  a https://es.wikipedia.org/wiki/La_víbora_de_la_mar_(juego). El juego …consiste en formar una fila de niños uno tras otro tomándose de la cintura o de un extremo de la camisa. Esta hilera comienza a desfilar pasando bajo los brazos extendidos hacia arriba de dos niños que están tomados de la mano y viéndose de frente, como si fuese un arco. Un niño es Sandía y el otro es Melón (en nuestro caso se preguntaba ¿melón o pera?). Todos los niños comienzan a cantar los versos y, a la vez, los niños que conforman la fila empiezan a correr (sin separarse) para pasar varias veces bajo los brazos de los dos niños que actúan como arco, los que se separen saldrán del juego.

Si al pasar por debajo de los brazos, alguno de los niños que desfila es sorprendido por el último verso de la canción, los niños con los brazos extendidos hacia arriba, los bajan capturando a quien pase en ese momento.

A esto los niños que forman el arco le preguntan: "¿Con quién te quedas, con Melón o con Sandía?". Dependiendo de la elección, el chico debe colocarse detrás de la fila, ya sea de "melón" o de "sandía", formando así otro arco por donde todos deben pasar.

Cuando ya todos los niños que conformaban la fila han quedado repartidos, entre "melón" o "sandía", las filas resultantes deberán competir utilizando una cuerda con un pañuelo amarrado a la mitad. Las filas jalarán la cuerda a fin de ganarle al otro equipo...

Matarile-rile-ron. Nuevamente recordamos a las maestras de nuestra primaria con este juego, mas no los pormenores del mismo, por lo tanto recurrimos nuevamente a internet para que nos dé una mano para salir de estos apuros hoy.com.do/y-qu-nombre-le-pondremos-matarile-rile-rile/  . …El juego se iniciaba con el avance de una fila hacia la otra cantando: “ambos a dos, matarile-rile-rile, ambos a dos, matarile-rile-ron. Luego la segunda fila marchaba hacia la otra preguntando: ¿Qué quiere usted?, matarile-rile-rile, ¿qué quiere usted?, matarile-rile-ron, y la interpelada respondía: ¡yo quiero un paje, matarile-rile-rile, yo un quiero un paje, matarile-rile-ron!; y el diálogo dinámico continuaba alternativamente: ¿Cuál paje quiere usted matarile-rile-rile, cual paje quiere usted, matarile-rile-ron?, yo quiero a fulanita, matarile-rile-rile, yo quiero a fulanita, matarile-rile-ron. ¿Y qué nombre le pondremos, matarile-rile-rile; y qué nombre le pondremos, matarile-rile-ron?; le pondremos Anacleta, matarile-rile-rile, le pondremos Anacleta, matarile-rile-ron. Ese nombre no conviene matarile-rile-rile, ese nombre no conviene, matarile-rile-ron. Le pondremos Princesita, matarile-rile-rile, le pondremos Princesita, matarile-rile-ron. Ese nombre sí conviene, matarile-rile-rile, ese nombre sí conviene, matarile-rile-ron. Finalmente la primera ronda del juego concluía: ¡Aquí tiene usted su paje, matarile-rile-rile, aquí tiene usted su paje, matarile-rile-ron! ...

Juegos de niñas. Las niñas de la época que venimos refiriendo eran muy sometidas, desde pequeñas tenían que ayudar en las labores del hogar y sus juegos eran muy restringidos, solo recordamos los siguientes:

Muñecas de trapo. Las fabricaban algunas madres con ropa vieja, generalmente eran muy rudimentarias, pero las niñas se iniciaban en el amor materno con estos juguetes.

Vacas y becerros. Las construían utilizando zapallos tiernos, con varios palitos le hacía patas, cachos y rabo, era una actividad donde también participaban los niños.

Colores. Podemos decir que era un juego particularmente para niñas, o por lo menos eso fue lo que observábamos. Se practicaba cuando se estaba desarrollando la faena del desgranado del maíz, actividad muy común en aquella época cuando todavía no había llegado la harina pre-cocida. Como había muchas variedades de maíz que se cosechaban simultáneamente, a falta de la selección de los granos, daba como resultado mazorcas de diferentes colores: blanco, amarillo, rosado y violeta oscuro. El juego consistía en lo siguiente, la niña tomaba de su falda, donde acarreaba los granos, un puñado de ellos y los lanzaba al aire y con el reverso de la mano recibía los pocos que podían caer en ella, los demás volvían a la falda. Si una niña apostaba a agarrar granos amarillos, por ejemplo, tomaba los de ese color que había caído en la mano y los juntaba aparte, luego le tocaba el turno a otra niña que había seleccionado otro color y así sucesivamente. Después del número de lanzadas acordado se contaban los granos y ganaba quien más hubiese acumulado granos del color seleccionado.

Rafael Ramón Santiago

Cronista Oficial del Municipio Pueblo Llano

  

jueves, 9 de septiembre de 2021

Manifestaciones Colectivas. Juegos Tradicionaes (Segunda Parte)


Juegos Tradicionales (Segunda Parte).

 

El palo encebado y el cochino engrasado. Son dos juegos muy comunes en Venezuela, particularmente en las fiestas patronales o en las ferias de los pueblos. Juegos que tienden a desaparecer aceleradamente. En Pueblo Llano no eran muy frecuentes estos entretenmientos, solo se hacía para la fiesta del patrón, la Santísima Trinidad, y eso ocurrió en pocas ocasiones.

Piñata en olla de barro. Al igual que los juegos anteriores, solo se hacían en las fiestas patronales, el procedimiento para romperla era el mismo que en las piñatas tradicionales de cumpleaños. Solo recuerdo haberla visto una vez en Pueblo Llano.

El runche. Conocido en otros lugares como gurrufío era construido por los propios niños con tapas o chapas de refresco, se golpeaba hasta darle forma de disco, luego se frotaba en una acera para que cogiera filo, se le hacían dos perforaciones en el centro por donde se le pasaba un hilo de pabilo de un metro de largo, más o menos, y luego se unían las puntas. Se le daba vuelta en forma de torque con las dos manos hasta que tomaba un movimiento independiente, luego se halaba, como quien toca un acordeón, para que no dejara de moverse. Acto seguido, venían las peleas con los runches donde dos contrincantes se lanzaban los objetos con el propósito de cortar el hilo del otro, el que lograba hacerlo era el ganador. Al quedar el runche suelto, dando vueltas, era sumamente peligroso, en varias oportunidades salían niños con cortaduras en las manos, brazos e inclusive en la cara.

            En la escuela las maestras los decomisaban, pero como era tan fácil elaborarlos la medida no causaba ningún enojo.

            Algunos más osados los construían con la tapa de un jugo o la de una lata de leche que tenían un diámetro muy superior, aquellos eran enormes y sumamente peligrosos.

            Como todos estos juegos, solo se practicaban durante una temporada, al ir pasando la euforia los niños los abandonaban y las maestras descansaban.

Carambola. Se conoce en otros sitios como perinola o emboque. Se trata de un trozo de madera cilíndrico, ahuecado en el centro, unido con un hilo a otro trozo alargado, cilíndrico que entra perfectamente en el hueco del anterior. Con un movimiento de la mano se logra introducir el segundo en el primero y a esto se denomina carambola. Si se levanta o se saca con la uña del pulgar y se vuelve a introducir se denomina doble carambola, el competidor que más veces logre introducirla es el ganador.

            Los niños que no tenían dinero para comprarse una carambola la construían con carruzo o con latas de leche condensada, el efecto era el mismo, pero quedaban con la satisfacción de haberlas construido con sus manos.

Cometas. Conocidas también como papagayos, zamuras, barrilete, entre otros nombres, eran construidas por los propios niños, generalmente la forma que tenían era la de un pentágono. Su elaboración era todo un proceso: buscaban los carruzos secos, los abrían, sacaban los trozos delgados, dos grandes y uno más pequeño, quitaban los nodos con un cuchillo, los unían con un cordel por el centro y luego lo pasaban por cada punta para darle la forma de pentágono. Seguidamente,  le colocaba papel de seda, lo pegaban con engrudo o con el líquido que bota el zapallo tierno al pincharlo, le colocaban un rabo con trapos viejos para evitar la rotación y sujetada con un largo pabilo finalmente la echaba a volar.

            La temporada fija para elevar las cometas eran los meses de junio y julio, se competía para ver quien la llevaba más alto y más lejos. También se le colocaba un papel en el hilo, a manera de carta, y el viento lo iba llevando hasta que llegaba a la estructura, en otra oportunidad se incrustaban hojillas en las cometas y se competía para ver quien cortaba la cuerda del contrario, cuestión que era muy difícil.

Flechas. Conocida en otros lugares como cauchera o china era muy sencilla de fabricar. Se buscaba en la montaña un palo que tuviera la forma de Y denominado horqueta, se le amarraban dos cauchos, sacados de la tripa de la llanta de vehículo y en el otro extremo se colocaba un trozo de cuero rectangular sacado de un zapato viejo. Colocándole  una piedra en el cuero y estirando los cauchos se podía enviar el proyectil a varios metros de distancia, generalmente las utilizaban para matar pájaros. También las decomisaban en las escuelas por el peligro que representaban y  su utilización contra la fauna indefensa.

Derribadores. Era un juego muy violento que solo se practicaba en los recreos. La Escuela Foción Febres Cordero tenía un amplio patio y lugares con grama abundante, en este último era donde se hacía la broma que describiremos. El juego en cuestión al parecer es de larga data, pues se realizaba en Grecia y se denominaba eversores, San Agustín de Hipona lo describía de la siguiente manera: “…costumbre ateniense con que los iniciados a la docta Atenas llegaban para comenzar sus estudios. La palabra eversores (derribadores) parece dar a entender que esta broma vejatoria consistía en ponerse uno de los estudiantes en cuclillas detrás del escolar novato, mientras estaba en conversación con otro, quien con un empellón súbito lo hacía caer encima del escolar agachado….” Ni más ni menos, este era el método que se practicaba en Pueblo Llano.

Rafael Ramón Santiago

Cronista Oficial del Municipio Pueblo Llano


 

martes, 29 de junio de 2021

Manifestaciones Colectivas: Juegos Infantiles (Primera Parte).



 

Juegos Tradicionales (Primera Parte).

 

            Con el avance tecnológico de hoy en día es muy difícil que se pueda regresar a los juegos que entretenían a los niños en el pasado, particularmente los párvulos de esta zona del páramo merideño. Sin embargo, es bueno recordar algunos de ellos para que sirvan de contraste con los que se practican en la actualidad como la manipulación de aparatos electrónicos, donde el ejercicio físico y la socialización no cuentan para nada. Nos ubicamos en la segunda mitad del siglo XX, en especial en los años 60, cuando pudimos presenciar y ejecutar algunos de los juegos que iremos refiriendo.

Caballos de carruzo. Era una forma que tenían los niños de imitar a los adultos en la manera de transportarse, pues en la época que estamos citando todavía se observaban muchos jinetes por las calles, además de observar a los rancheros de las películas mexicanas. Cada niño soñaba con tener su cabalgadura y sus deseos e imaginación se concretaban al cortar un carruzo acorde con el tamaño del jinete, le colocaban una cabuya en una de las puntas a manera de riendas y ya montado a horcajadas sobre el “animal” la otra punta iba arrastrando por el suelo levantando una gran polvareda. En ese “transporte” se conducían los chiquillos hasta las bodegas para hacer los mandados. Además, era común observar grupos de estos “jinetes” corriendo por las calles desoladas, compitiendo o jugando a los bandidos. No faltaba quien llenaba de adornos adicionales y le colocaba un nombre a su cabalgadura.

La cebolla. Este era un juego de grupo. Uno de los niños abrazaba fuerte un pilar de la casa, un poste de la luz o  un árbol. Se colocaba en cuclillas, luego, llegaba otro niño y se entablaba el siguiente diálogo:

--¿Tiene cebolla (cebollín)?

El que estaba agarrado del objeto respondía:

---Sí.

--- ¿A qué precio?

--- A tanto (valor del cebollín para ese momento).

---Voy a llevar un kilo.

---Está bien, arránquela usted mismo.

            El comprador halaba al otro niño por la cintura y tiraba con fuerza para tratar de que se soltara del objeto que estaba agarrado, si no podía hacerlo, entonces se colocaba detrás de él y lo tomaba de la cintura con las dos manos, tal como estaba haciendo el otro con el poste. Luego venía el siguiente niño y entablaba el mismo diálogo y halaba al segundo, de no lograr que se zafaran se colocaba detrás de éste, el juego continuaba hasta que llegaba alguien que después de halar pudiese “romper” uno de los eslabones de la cadena formada, entonces éste se declaraba ganador.

Trompo. Además de la famosa Troya de Mutús que se relatará en otro momento, para los días cercanos a la Semana Santa se “picaban” (realizaban) troyas a cada momento donde los perdedores tenían que pagar con “quinies” su derrota, esto consistía en dejarse golpear el trompo de madera con la punta de los trompos de los ganadores. En muchas oportunidades el trompo del perdedor quedaba lleno de huecos o se partía en dos y esta última era la peor forma de perder.

            Pero, el trompo también era utilizado para otra competencia denominada “sacar plata”: se colocaban monedas en una raya trazada en el piso, separada unos tres metros de otra paralela a ella; luego, se bailaba el trompo, mientras estaba girando se tomaba con una mano y se lanzaba varias veces sobre cada moneda, la punta la iba desplazando y cuando ya estaba por “apagarse” (terminar de girar) se golpeaba el disco con la parte superior del juguete. El primero que lograra sacar su moneda y después las de otro u otros compañeros era el ganador.

            Finalmente, no faltaba quien utilizaba el trompo para hacer un conjunto de suertes como bailarlo y agarrarlo en el aire o ponerlo a bailar en una uña de la mano.

Metras. Con las metras se realizaban diferentes juegos como el hoyito, el rayuelo y el tote y jeme. Sobre cada uno de ellos escribí ampliamente en el libro Frailejón Humo y Neblina, publicado en el año 2000.

Pepas. Es muy probable que este juego sea exclusivo de Pueblo Llano, además, se jugaba únicamente para los días de Semana Santa. Las pepas eran semillas de un árbol llamado parapara o paraparo que crece en las zonas cálidas como Barinas, ciudad desde donde las traían, eran de color negro, más pequeñas y livianas que una metra o canica normal.

            El juego consistía en hacer “burros” en el suelo con ellas, el “burro” consistía de tres pepas juntas en forma de triángulo coronadas con otra encima para formar una especie de pirámide. A una distancia de unos dos metros se colocaban los jugadores y comenzaban a lanzarle pepas al “burro”, el que lograra tumbarlo ganaba las cuatro pepas. Las frases “párame un burro”, “le tumbé el burro” eran muy comunes en esos días.

            A comienzo de semana los niños y jóvenes tenían los bolsillos llenos de las semillas, pero a medida que transcurrían los días aquellas iban perdiendo su valor y el domingo de pascua ya las “echaban de juria”, es decir, las lanzaban al aire para que las tomaran quien quisiera; pero, cuando los niños se arrojaban como locos a recogerlas, los mayores les lanzaban “pepazos” a diestra y siniestra. Como vemos, el juego terminaba con mucha violencia, varios niños salían con sus pepas recogidas pero muy adoloridos.

            Había otra forma de jugar pepas y era con la perinola de Enemesio, se trataba de una especie de dado lanzado por el personaje y los niños hacían sus apuestas, el ganador se llevaba todo con excepción  de la “cancha” o el impuesto que le quedaba al dueño del juego. Sobre Enemesio y este juego hablamos con detalle en el libro citado, Frailejón Humo y Neblina.

Coronita o carreto. Era un juego que también se practicaba en Semana Santa, pero para los años 60 ya había entrado en decadencia por lo tanto se dificulta describirlo, en él participaban varios jugadores, utilizaban cada uno una esfera de madera, más grande que una metra, de fabricación artesanal; la  misma era lanzada a su respectivo carreto (carrete de madera) que tenía una moneda encima (coronita), el jugador que quedaba más cerca empujaba la metra con la uña del pulgar para tumbar la coronita (moneda), en caso de hacerlo ganaba un premio mayor, si tumbaba solo el carreto tenía oportunidad de dirigirse al del contrincante más cercano para efectuar el mismo procedimiento. Si cada jugador tumbaba su propio carreto el juego se declaraba empate y se volvía a comenzar.  Mi sorpresa cuando niño fue ver a dos adultos, pasados de cincuenta años, jugando coronita, se trataba de don Amador Paredes Tapia y el Dr. Nicolas de Tolentino Paredes, seguramente lo hacían a manera de juerga, para recordar sus años de infancia.

 

Rafael Ramón Santiago

Cronista Oficial del Municipio Pueblo Llano

jueves, 13 de mayo de 2021


Profesora Nicolasa del Carmen Salcedo Molina*


 

La madrugada negra, ayuna de luceros y de la luz de la luna, ebria de rocío y trasnochos de algodones de neblina del 22 de abril de 2010 cubrió de luto la cordillera pueblollanera cerrando para siempre los ojos de una de las mujeres más valiosas que ha cosechado este pueblo: Nicolasa del Carmen Salcedo Molina. Nicolasa fue una mujer entusiasta, de empuje, luchadora, guerrera, siempre presente en todas aquellas organizaciones donde podía ser útil para su pueblo; fiel heredera de otra gran mujer, de igual estirpe, su tía Quintiliana Molina.

Nació en Pueblo Llano el 06 de abril de 1956, hija de la señora Oliva Molina y del señor Rosendo Salcedo. Su vocación por la educación le corría por las venas, pues educadores fueron varios de sus antepasados Eleuterio, Segundo, Quintiliana, Manuel Molina y su propia madre Oliva Molina de Salcedo. Apenas obtenido el título de bachiller docente le asignaron la enorme responsabilidad de dirigir el Núcleo Escolar Rural Nº 271 que aglutina varias escuelas de los municipios Cardenal Quintero y Pueblo Llano. A pesar de su juventud supo ganarse el cariño el aprecio y el respeto de todo el personal docente que laboraba en las diferentes instituciones. Se preparó académicamente para poder gerenciar con mayor eficacia la dirección que estaba bajo su responsabilidad, como en efecto lo hizo con éxito durante un largo tiempo. Años después, también se desempeñó como docente de planta en la Universidad Nacional Experimental de Los Llanos Ezequiel Zamora (UNELLEZ) en la extensión ubicada en el Municipio Cardenal Quintero del estado Mérida.

Pero, no sólo en el campo educativo se distinguió la profesora Nicolasa, recordemos que en 1984 estuvo bajo sus hombros la presidencia del Primer Reencuentro de Pueblollaneros, donde se logró con éxito agrupar a todos los paisanos diversos por la geografía patria. Posteriormente la vemos como presidenta del ateneo de Pueblo Llano, gestionando los recursos para poder llevar a cabo la actividad cultural en el municipio. Sus luchas fueron incansables para preservar la sede principal y lograr la construcción de una nueva edificación para la biblioteca Manuel Molina Ibisate y otras oficinas.

En la arena política Nicolasa también estuvo presente, ofreciendo su nombre a los electores para trabajar por las reivindicaciones del municipio, a pesar de no haber obtenido la anuencia de sus paisanos, no desmayó en su constante trabajo cultural y docente.

En el aspecto religioso manifestó ser fiel devota a san Benito y contribuyó a formar un grupo de promeseras que dan gracias santo, danzándole cada dos de enero, por los favores recibidos.

Para detallar su fructífero paso por este mundo se quedan cortas las páginas en blanco que podamos tener a nuestro alcance; sin embargo, diremos que como docente, madre, esposa, hermana, hija, amiga,... supo distribuir su tiempo en su justa medida y por ello ha dejado una profunda huella de amor en sus seres queridos que quedará plasmada en troqueles de oro como un ejemplo a seguir para los hombres y mujeres de este, su amado pueblo.

 

Rafael Ramón Santiago

Cronista Oficial del Municipio Pueblo Llano

 

*Palabras leídas en la iglesia Santísima Trinidad de Pueblo Llano, el 23 de abril de 2010, con motivo del acto del sepelio de la profesora Nicolasa.




 

miércoles, 7 de abril de 2021

Manifestaciones Colectivas



 

                                                         La gruta de Lourdes

 

 


            Sobre algún tramo del camino real, entre San Miguel y la entrada del pueblo, en el trayecto que atravesaba El Potrerito, se tejía una serie de leyendas referentes a espantos y aparecidos que asustaban a los parroquianos de todas las edades. Se decía que por allí salía el demonio en forma de carnero, de un perro negro, de una yegua desbocada o de cualquier otra representación maligna que ponía los pelos de punta.

            Le correspondió al padre Ramón Lamus, --quien fue cura interino en Pueblo Llano entre el 19 de noviembre de 1930 y el 29 de febrero de 1932-- darle un parao a las andanzas del demonio por estos lados.

            Decidieron levantar una gruta en la entrada del pueblo donde colocaron una imagen de la Virgen de Lourdes, debajo de una piedra grande, que tenía una mancha negra. La piedra sonaba como un tambor y al parecer, ese era el lugar favorito donde se escondía “la cosa mala”.

            Además de la gruta, construyeron un jardín y de los pies de la virgen salía una pequeña fuente de agua que los feligreses recogían en potes o botellas para después ser aplicada en alguna parte del cuerpo y poder calmar sus dolencias.

            La bendición de la imagen fue una fiesta muy solemne, participaron los alumnos de las escuelas de hembras y varones del pueblo. Escenificaron la aparición de la Virgen vistiendo a una niña de blanco que representaba a la virgen de Lourdes y a otra llevando un tercio de leña en la cabeza que hacía el papel de santa Bernardita, la campesina a la que se le apareció la madre de Cristo.

Pero, cuando el sacerdote bendijo la gruta se sintieron dos temblores seguidos y el pánico cundió en la gente, no obstante, el padre Lamus no se amedrantó y continuó con la ceremonia.

De ahí en adelante, con la presencia de la virgen, las personas podían  transitar por el camino a cualquier hora del día o de la noche sin ningún temor. La gruta era muy concurrida, allí rezaban el rosario, colocaban velas, milagritos y flores. Como un homenaje a la virgen, el 24 de febrero de 1961 la municipalidad le colocó el nombre a la primera calle del pueblo, de Sur a Norte, como calle Lourdes.

Después que llegó la carretera al pueblo, en 1952, la gente transitaba el camino con menos frecuencia y la devoción por la virgen de Lourdes en este lugar se fue extinguiendo lentamente hasta desaparecer por completo.

 

Rafael Ramón Santiago

Cronista Oficial del Municipio Pueblo Llano.

sábado, 6 de marzo de 2021

Personajes de Pueblo Llano


 

Don Antonio Ignacio Dávila Paredes

 

 

 Capacho Nuevo

 

Don Antonio Ignacio Dávila Paredes nació en Pueblo Llano en 1840, era hijo de don Vicente Dávila Nucete y doña María del Carmen Paredes Becerra, entre sus hermanos estaban la distinguida preceptora Doña Filomena del Carmen Dávila Paredes ya mencionada en una biografía anterior.

En la década de los años sesenta del siglo XIX la familia Dávila Paredes se traslada a la ciudad de Mérida donde nacieron otros hijos.

Ya adulto, don Antonio Ignacio se radicó en el estado Táchira, específicamente en el pueblo de San Pedro del Río donde el 10 de octubre de 1873 contrajo nupcias con la señorita María Inés Pico Pernía, hija de don Ramón Pico y doña Florentina Pernía.

Posteriormente, el matrimonio se radicó en el actual pueblo de Capacho Viejo, Municipio Libertad, del estado Táchira, allí nació uno de sus hijos, el Dr. Vicente Dávila Pico, el 29 de setiembre de 1874. Un año después, en 1875, un fuerte terremoto destruyó el pueblo de Capacho Viejo casi por completo, la familia Dávila Pico  logró salvarse y decidieron, junto con otros familiares suyos y demás sobrevivientes del cataclismo, trasladarse más abajo, donde fundaron otro pueblo que hoy recibe el nombre de Capacho Nuevo, Municipio Independencia del estado Táchira.

El niño Vicente Dávila Pico inició estudios primarios en la Escuela Pública Nº 150 de la localidad, pasando al colegio del Sagrado Corazón de Jesús de La Grita, fundado y dirigido por el gran civilizador trujillano monseñor Doctor Jesús Manuel Jáuregui Moreno. Durante cinco años fue su alumno regular, culminando sus estudios con el grado de bachiller en Filosofía en 1894, junto a otros treinta y seis cursantes. La guerra civil de 1899, encuentra a Dávila Pico cursando Medicina en la Universidad de Los Andes. El 30 de octubre de 1901 obtiene el título, mediante un trabajo intitulado: Hepatitis supurada, tesis que a la larga seria su única incursión en la Medicina. Dávila, aún antes de graduarse de médico, se hizo escritor y periodista y publicó en 1900 su primera obra denominada Verdades, conjunto de estudios político-sociales. En 1921 es nombrado Director del Archivo Nacional. Desde esa posición dirigió la edición de los primeros 14 tomos de los Archivos de Miranda, una de sus más importantes tareas como investigador histórico. Ocupó el Sillón Letra I de la Academia Nacional de la Historia, desde su elección en enero de 1922. En julio de 1944 contribuye a fundar la Sociedad Venezolana de Historia de la Medicina. En el primer número de su Revista le correspondió escribir un artículo que tituló In memoriam, como homenaje de la institución al primero de los fallecidos, entre sus doce ilustres iniciadores, el Dr. Diego Carbonell.

 

 Dr. Vicente Dávila

Por su parte, el pueblollanero don Antonio Ignacio Dávila Paredes, ya anciano, regresa al pueblo de  San Pedro del Río donde termina su ciclo vital a la edad de 78 años.

Sirvan estas líneas para recordar la vida de este paisano nuestro, padre de uno de los más importantes historiadores del siglo XX como lo fue el Dr. Vicente Dávila Pico.

 

Rafael Ramón Santiago

Cronista Oficial del Municipio Pueblo Llano