lunes, 6 de abril de 2020

Manifestaciones Colectivas


Los Cuadros Vivos en Semana Santa



            Aparte de la rigidez que imponía la Iglesia en los días de la Semana Mayor había momentos  que se recuerdan con nostalgia por pertenecer a la época de la niñez del que esto escribe, por allá en los años 1960. Varios hechos marcaban los eventos bíblicos en Pueblo Llano que representaban la pasión y muerte de Jesús. El primero de ellos era el lavatorio de los pies el jueves santo, se seleccionaba a un grupo de doce niños que representaba a los apóstoles para que el sacerdote procediera a lavar sus pies en un acto de suma humildad. El viernes santo se ponía en escena la crucifixión. Desde el día anterior se comenzaba a armar el calvario frente al altar mayor, consistía en una especie de tabique hecho con carruzos y delante de él la imagen de Cristo crucificado, a los lados siete sirios, con siete velas encendidas que representaban las siete palabras. Recordamos al mocho Silvio Paredes quien era el encargado de traer los carruzos para armar el calvario y a Pedro Meza responsable de ir apagando las velas a medida que el sacerdote culminaba de leer y comentar cada una de las palabras que pronunció Jesús en el Monte de la Calavera. Al finalizar la última palabra, venía lo más terrible, ¡las tinieblas!, apagaban las luces de la iglesia, quemaban morteros dentro de ella, golpeaban el piso con palos, los niños gritaban y todos lloraban por el acontecimiento que había ocurrido casi dos siglos antes.
            En horas de la tarde, a Cristo muerto lo llevaban en procesión hasta La Capillita donde pasaba la noche, pero no estaba solo, las personas se turnaban de dos en dos para hacer la guardia, con sendas peinillas facilitaran por los policías, representando el papel de soldados romanos para que no fueran a profanar la tumba.
            El sábado de resurrección los acontecimientos eran menos trágicos, los hombres bajaban el sepulcro a hombros por la calle real, las mujeres subían en procesión hasta la mitad del pueblo a encontrarse con él, y luego, todos juntos bajaban por la calle cantando la plegaria “Perdona tu pueblo Señor”, para luego depositar el féretro en la iglesia.
            Lo más emocionante de todo ello era el sábado de gloria, después de la misa de gallo el sacerdote anunciaba que Jesús había resucitado, lanzaban al aire palomas que cruzaban varias veces por el templo hasta posarse sobre alguna de las imágenes, ventana o cualquier otro sitio donde consideraban que estuvieran a salvo. Mientras tanto, los soldados que cuidaban el sepulcro, en señal de asombro, tiraban las armas y salían corriendo hasta la salida del templo.
            Las escenificaciones anteriores se mantuvieron por mucho tiempo hasta que el sacerdote Alejandro Arias decidió  en el año 1971 o 1972 representar con actores locales los momentos más importantes del calvario de Cristo, apegados más al texto bíblico, denominando a las escenas los Cuadros Vivos. Tomaron este nombre porque en las iglesias se colocan cuadros donde se representa las catorce estaciones o momentos de Jesús desde que fue aprehendido hasta su crucifixión y sepultura y se pretendía darle vida a dichas pinturas con actuaciones en vivo. 
            Estas representaciones ya se venían haciendo en otros lugares como en La Parroquia, cercana a la ciudad de Mérida y con el tiempo se fue difundiendo por casi todos los pueblos de los Andes, como la vecina población de Santo Domingo.
            De los primeros actores de aquella época recordamos a Máximo Santiago quien representaba a Cristo y a Eliodoro Santiago, Marcelino Rendón, Emiliano Salcedo, Jesús Asdrúbal Quintero, Rosendo Salcedo, Cipriano Paredes  entre otros, que hacían el papel de apóstoles; Emilio Paredes representaba a Pilatos y la señora Rosarito González de Santiago a la esposa de éste, entre otros actores.
            De ahí en adelante se han venido haciendo las representaciones con altos y bajos, la lluvia ha empañado en algunos momentos los actos, en otras oportunidades ha sido la falta de sonido o el mal funcionamiento del mismo  que no ha permitido un mejor desenvolvimiento de los actores, en otras más es la falta de ensayo o de innovación en los guiones que iban poco a poco alejando a los espectadores.
            En los últimos años (en el 2017 se hizo esta crónica), un grupo de jóvenes que suman alrededor de cuarenta, han asumido las riendas de esta actividad y se esmeran porque no decaiga, aunque cada días es más difícil cubrir los gastos de sonido, vestuario, utilería y todo lo que implica un espectáculo como este, si tomamos en cuenta que las presentaciones han sido en los alrededores de la plaza, completamente gratuitas.

Rafael Ramón Santiago
Cronista Oficial del Municipio Pueblo Llano