viernes, 26 de agosto de 2022

MITOS Y LEYENDAS DEL PARAMO MERIDEÑO.



 

El pueblo de los encantos.

 


El señor José de La Cruz Alarcón, de 95 años de edad (nació en 1921)), habitante de Miyoy Alto en Pueblo Llano, conserva una memoria prodigiosa. Recuerda una a una, y con lujo de detalles, las anécdotas e historias que le refería una de sus abuelas cuando pequeño.

Muy buen conversador y siempre dispuesto a responder cualquier inquietud que tenga que ver con el pasado de su terruño nos recibe amablemente en su hogar (2016). Después de oír con atención nuestras preguntas, clava la mirada en el piso por un momento como quien busca en un baúl los tesoros celosamente guardados con el pasar de los años. Cuando cree tener todo bien claro y delimitado el relato buscado, levanta la mirada al techo y orienta al interlocutor con una sutil señal que hace con sus manos morenas y callosas: “…aquí abajo, nos dice con voz pausada, más arriba de donde tiene la casa Locadia, había una piedrota, muy grande y ¡medrosa era esa piedra!, la gente decía que era compañera de la Piedra que Crece que está en La Culata y a la vez era la puerta de entrada de una laguna encantada que hay debajo de la tierra y llega hasta mucho más arriba.

 Dentro de la laguna había un pueblo de encantos, sólo habitado por encantos, eran unos hombrecitos pequeñitos, catires, ...  ¡Buenosmozos! En la entrada de ese pueblo estaba una ¡enorme culebra!, era tan grande que los ojos parecían dos platos de comer sopa. Allí estaba para cerrarle el paso a todo aquel que se atrevía a traspasar el umbral de la cueva. La culebra provocaba mucho miedo al principio, pero después se comportaba como si fuera un perro, primero  olfateaba a la persona durante un largo rato, luego la lamía y la lamía  y si ésta le caía bien la dejaba entrar y entonces pasaba a formar parte de los habitantes de aquel lugar, allí permanecía para siempre o salía después de haber transcurrido muchos año; caso contrario, si la persona no le caía bien al animal éste se enrollaba en su cuerpo, lo iba apretando y apretando hasta que lo estrangulaba y no podía regresar para contar su atrevimiento.


Rafael Ramón Santiago.

Cronista Oficial del Municipio Pueblo Llano.