jueves, 4 de febrero de 2021

Manifestaciones colectivas



EL PESEBRE Y LA PARADURA DE NIÑO EN PUEBLO LLANO.


La religiosidad del venezolano y del andino en particular se manifiesta de muchas formas y maneras, pues es el resultado de un largo proceso de adoctrinamiento impuesto por España a través de siglos donde diferentes congregaciones religiosas se encargaron de  imponer el catolicismo a nuestros indígenas utilizando para ello diversas prácticas devocionales que se realizaban en la madre patria y que los naturales de América fueron asimilando a su manera, cambiando algo, agregando elementos de sus creencias y omitiendo otros, resultando la fusión de dos culturas completamente diferentes o el sincretismo religioso que hoy conocemos.

También podíamos agregar que  el pesebre y la paradura del Niño Jesús son dos tradiciones hispanas muy arraigadas en el país desde tiempos muy remotos, particularmente en los pueblos andinos. En Pueblo Llano, desde los primeros días del mes de diciembre se van preparando los materiales para construir el pesebre o belén, para ello se acopian piedras, troncos, musgo y papel o tela pintada de diferentes colores que una vez dispuesto sobre el armazón  simulan  cerros, mesetas, lagunas y cañadas de nuestra geografía que no tiene nada que ver con la lejana y árida tierra de Israel donde vino al mundo el Mesías.

 El musgo, las albricias y el laurel eran elementos que otrora formaban parte del pesebre nuestro, dándole un aroma campestre, cercana, muy criolla, pero, lamentablemente el proceso de deforestación acabó prácticamente con estos arbustos y el musgo.

 Por otro lado, las ovejas, pastores, patos, gallinas, caballos, vacas, casitas, San José, la Virgen, la mula, el buey y los  reyes magos, son imágenes que siempre están presentes en el pesebre, aunque no hay una construcción igual, en cada hogar se esmeran por darle su toque particular a la obra, que obviamente también varía o es ligeramente modificada con el transcurrir de los años.

 

La parada o paradura del Niño Jesús es la actividad principal que se realiza en torno al pesebre, tal festividad se suele  realizar entre el 25 de diciembre y el dos de febrero, día de la Virgen de la Candelaria. Para ello se invita con anterioridad a los vecinos, familiares y músicos que van tomando asiento en la sala donde se ha levantado pesebre. Se rezan los misterios gozosos del rosario, luego se coloca la imagen del Niño en un paño con tirantes para pasearlo por los alrededores de la casa, cada persona que toma un tirante representa un padrino y sostienen una vela encendida en la mano. Por otro lado, una pareja de amigos cercanos a los dueños del hogar donde se celebra la paradura llevan las imágenes de San José y la Virgen, también  con velas encendidas, pero de colores y tamaños diferentes de las demás, para identificarlos como los acompañantes principales.

El  paseo es precedido por el encargado de quemar los morteros o voladores, luego siguen los músicos, los padrinos con San José y la Virgen, los que llevan el paño con el Niño y finaliza con el resto de la concurrencia. Culminado el paseo, se coloca al Niño en una mesa, los asistentes se arrodillan para besarlo y colocar una moneda en un plato a manera de contribución o limosna y finalmente colocan la imagen en el pesebre completamente de pie.

            Termina  la parada o paradura con un brindis que otrora consistía en una mantecada, un pan, un cigarrillo y una copa  de vino, la mantecada fue sustituida posteriormente por una “pasta” o bizcochuelo, y con la crisis de  estos tiempos seguramente el brindis se ha reducido lamentablemente  a su mínima expresión.  

 

 

Una modalidad que prácticamente ha desaparecido en nuestro pueblo es la paradura con Niño robado, evento que era mucho más festivo que una paradura tradicional. Todo comenzaba cuando un vecino decidía robarse la imagen del pesebre como una forma de pagarle una promesa al Niño por un favor recibido, una vez sustraída la imagen dejaba una carta como la siguiente, encontrada por el cronista Rafael Ramón Santiago en sus investigaciones:

Pueblo Llano, 9 de enero de 1949.

Señor don José Lisandro Paredes y señora doña Eloína de Paredes.-

Ciudad.

            Muy apreciables coterráneos:

            Tengo a muy especial honra el comunicar a ustedes. Un caso muy singular y de mística trascendencia en nuestra militancia cristiana: Hace tres días fue hallado, con indecible placer, en nuestra humilde estancia, un niño recién nacido, tan bello, hermoso y brillante, que no tiene comparación entre los “nenes” de su especie!- Seguramente que este lindo niño sea el hijo de María Inmaculada, nacido en Belén de Judea, y a quien, por celos de reinado, el pérfido y sanguinario Herodes, persiguió, con el filicidio intento de darle muerte!; pero, que no consiguió, porque, el Eterno Padre Dios, le avisó en sueño, a su padre adoptivo el casto José, que lo trasladase con su Madre, a Egipto, para favorecerle de la persecución de aquel cruel y sátiro rey.- Éste murió; y tiempo es ya, de que el Divino Niño regrese, no a Belén sino a la ciudad de Nazaret, para que así sea cumplida la profecía del Profeta Isaías….-

            Quizá sean Ustedes representantes del Divino Infante que llegó a mi hogar, y cúmpleme el apresurarme  a comunicarles tan laudable noticia…-

De Ustedes estimado compatriota,…”.

 

La carta en cuestión no era firmada por el remitente porque el robo se hacía en secreto, pero, el dueño del Niño, una vez que leía la misiva y estaba de acuerdo con esta modalidad de paradura sugerida enseguida fijaba la fecha para su celebración.

El día acordado salían en grupo de la casa a buscar el sitio dónde podría estar el Niño Jesús, para ello se vestían a varios  niños de pastorcitos y a otros más grandes de San José y la Virgen, ella  iba montada en un pollino halado por su esposo. Finalmente, se llegaba a la casa del “ladrón” y después de entonar algunos versos, entraban, tomaban la imagen y emprendían el regreso, no sin antes maniatar a los esposos que habían cometido el “robo” quienes eran conducidos durante el trayecto por dos personajes que hacían el papel de policías.

 

La escenificación era muy bonita, similar a representación de una obra teatral a espacio abierto. Al llegar nuevamente a la casa donde fue robado el Niño, se nombraba un juez que escuchaba los alegatos de los acusadores y finalmente dictaba sentencia sobre el “robo” cometido y los acusados eran condenados a contribuir con los gastos de la paradura.

 

Rafael Ramón Santiago

Cronista Oficial del Municipio Pueblo Llano