jueves, 21 de agosto de 2025

EL CATAURE



 

El CATAURE

 

Imagen cortesía de Antonio Ramírez.

En los libros de las cofradías que existían en Pueblo Llano durante el siglo XVIII, dedicadas al Santísimo Sacramento y Nuestra Señora del Rosario, encontramos que en los días señalado para las conmemoraciones respectivas los indígenas desfilaban ante la puerta de la iglesia para dar sus contribuciones al señor cura, consistentes en papas, gallinas, petacas, cataures, fique, entre otros productos de la tierra, con el fin de poder contribuir con los gastos de las festividades y la estabilidad de la corporación.

            Nos referiremos en esta oportunidad al objeto denominado cataure, ya desaparecido de la memoria de la mayoría de nuestros paisanos. Según el investigador Julio César Salas, se trata de una cesta hecha de fibra de vegetales, cuyo nombre proviene de la lengua chama que denominaban catabre1.

            Por su parte, el investigador Lisandro Alvarado escribe: “Cataure. Cesto, canasto. - ‘Cataure es un zesto en que meten su ajuar (los indios)’ (Relac. Geog.,III, 80.- ‘Catauros, que son a manera de zestas’…”2. El escritor Gonzalo Picón Febres agregaba: “Cataure, parece voz indígena de nuestra Cordillera, y significa manare. También le dicen catabre, que es como variación de lo que parece voz indígena. (Seis meses después de escrito lo anterior, hallo en Cuervo a cataure, catabre y catauro, provenientes del catáoli, caribe)3.

            Además de este objeto utilitario, por estos lugares hay un cerro que también lleva éste nombre y sirve como hito en los límites que dividen los municipios Pueblo Llano y Cardenal Quintero, así tenemos que: “…Por el Sur: el Municipio Cardenal Quintero, partiendo de la desembocadura de la quebrada Santa Filomena en el río Pueblo Llano, se sigue aguas arriba por esta quebrada hasta la cabecera de El Carrizal, en línea recta hasta El Cespedal, continuando en dirección suroeste, buscando el alto de la Escalera, pasando por la loma del Quique y por la cabecera del zanjón de La Sucia, se llega al alto de Las Lomas Largas(N984000-E317200). Se baja por el zanjón Hondo del Cabuyal, en Las Cuevitas, desde aquí en dirección noroeste a la cabecera del Hoyo, hasta el pico El Cataure4.

Aparte de ser buenos agricultores, los naturales de Pueblo Llano y sitios aledaños eran expertos en el tejido de petacas de caña, manares, cataures, mapires y canastos; arte que utilizaron posteriormente los encomenderos para múltiples usos. Son varias las referencias encontradas en diferentes fuentes documentales donde se hace mención a la cestería de este pueblo. Al respecto Julio César Salas expresa: “...Sabían los indios de la Cordillera de Mérida tejer y trenzar la paja, caña y ciertos bejucos o fibras, de que hacían tanto Mucus como Cuicas, cestas de varias clases y formas, desde el mapire grande de ojos fabricado con el resistente bejuco millo (Clemates odorata), que les servía para cosechar o conuquear verduras y maíces, hasta las cestitas primorosas de fina médula de tampaco (Clussia rossea) de los Mucus y las preciadas de pajas de colores que aún se tejen por los descendientes de los Cuicas de Trujillo. Los timotes de Santo Domingo y Pueblo Llano tejían petacas grandes de caña, manares y mapires, cuya industria subsistió durante la colonia…”5.

El mayor auge de la industria de la cestería en el lugar se desarrolló a finales del siglo XVI y comienzos del XVII cuando los objetos elaborados por los indígenas fueron utilizados para embalar las hojas de tabaco traídas desde Barinas, pasando por el camino de Los Callejones, para luego ser llevadas al puerto de Gibraltar y Moporo en el lago de Maracaibo a través del páramo de Mucubají, donde, una vez embarcadas, eran enviadas finalmente a Europa. Al respecto escribe Mercedes Ruiz Tirado: “...Por otra parte, en aquellos lugares (Santo Domingo y Las Piedras) se fabricaban las petacas y lías utilizadas para empacar (el tabaco); se sabe, por ejemplo, que los indios de Pueblo Llano solían pagar sus demoras a los encomenderos en petacas de caña blanca (gynerium sagiltatum BEAUV?) y ternos de petaquitas. También conviene señalar que hay indicios para pensar que en estas poblaciones se realizaba el proceso de embalaje definitivo de la hoja...”6.

En el siglo XVII hay igualmente varias referencias de la industria cestera aludida, así lo expresa Basilio Vicente de Oviedo en 1761: “...Tendrá el pueblo de Santo Domingo 100 indios y 50, poco menos, vecinos blancos; produce muchas turmas y maíz; los indios fabrican muchas petacas y petaquitas, labradas, que es su trato. Tiene unos y otros indios y vecinos muchos ganados vacunos y yegüerizos, y estos indios son muy acomodados, según su esfera. Pueblo Llano tendrá 70 indios y 25 vecinos. Producen los mismos frutos y ganados que el otro pueblo, y fabrican también petacas…”7.

Una referencia más se encuentra en el libro de las Cofradías del Santísimo Sacramento y Nuestra Señora del Rosario de Pueblo Llano, fechado el 14 de julio de 1766 donde hay un acta elaborada por el Dr. don Pedro Ángel de Angulo, cura doctrinero del pueblo, en la cual informa sobre “...la limosna recogida de veintitrés pesos en petacas, cataures y fiques, los cuales se le entregaron por derechos al Pbro. Angulo y lo que le faltó lo cobraría a los vecinos…”8.

Para completar esta descripción sobre la cestería en Pueblo Llano no puedo dejar de mencionar mi experiencia personal: siendo niño y después adolescente en los años sesenta del siglo XX, recuerdo que utilizábamos petacas para guardar ropa, mapires o canastos hechos de bejucos para recoger papas y maíz, petaquitas de caña para llevar arepas, quesos y otros alimentos hasta los barbechos donde trabajaban obreros en labores agrícolas. En el año 1996 logré entrevistar a una familia de la Loma de Minaró en el caserío La Culata de Pueblo Llano (con rasgos indígenas prácticamente nulos) quienes venían fabricando cestas desde hacía varias generaciones9, prueba fehaciente de que la industria de la cestería, a pesar del mestizaje, siempre ha estado presente en las actividades de los pueblollaneros.

 

Rafael Ramón Santiago

Cronista oficial de Pueblo Llano

(16/08/25).

 

Notas:

 

(1)  Julio CESAR SALAS. Tierra Firme (Venezuela y Colombia). Estudios sobre Etnología e Historia. Universidad de los Andes, Facultad de Humanidades y Educación, Mérida, Venezuela, 1971. p. 279.

(2)  Lisandro ALVARADO. Obras Completas. Volumen I. Casa de Bello. Caracas, Venezuela, 1984. p. 115.

(3)   Gonzalo PICON FEBRES. Libro raro. Tercera Edición. Biblioteca de Temas y Autores Merideños., Mérida, Venezuela, 1964. p. 85.

(4)   Gaceta Oficial del estado Mérida, Año XCII. Número Extraordinario. Mérida. 15 de enero de 1992. (resaltados nuestros)

(5)  Julio CESAR SALAS. Etnografía de Venezuela. (Estados Mérida, Trujillo y Táchira). Los aborígenes de la cordillera de los Andes. Talleres Gráficos de la Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela. p. 119.

(6)  Mercedes RUIZ TIRADO: Tabaco y Sociedad en Barinas. Siglo XVII. Universidad de Los Andes. Consejo de Publicaciones, Mérida, 2000. p. 268.

(7)  Basilio Vicente de OVIEDO: Cualidades y Riquezas del Nuevo Reino de Granada. Biblioteca de Historia Nacional. Volumen XLV. Imprenta Nacional, Bogotá, 1930. p. 209.

(8)  Archivo Arquidiocesano de Mérida. Catálogo de los Libros de la Parroquia Santísima Trinidad de Pueblo Llano (Inédito), Mérida 1991. p. 134.

(9)  Rafael Ramón SANTIAGO: Raíces Culturales de Pueblo Llano, Crónicas. Alcaldía del Municipio Pueblo Llano, 2007. “Tejedoras de Sueños y cestas en la Loma de Minaró” p. 31.

 

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