sábado, 29 de noviembre de 2025

LA CHAYOTA


Agricultura y gastronomía prehispánica local  

LA CHAYOTA

            La chayota es una planta muy generosa, que, sin ser cultivada adrede, extiende sus tallos rastreros en cualquier sitio y nos brinda sus numerosos frutos que son muy poco apreciados todavía en estas regiones andinas. Es una de las tantas plantas que formó parte de la dieta de los indígenas en Mesoamérica, en época precolombina, en el sur de México y Guatemala, ubicada por los investigadores como el área de mayor variabilidad, y por lo tanto su lugar de origen. Algunas fuentes indican que fue introducida en las Antillas y en Sudamérica entre los siglos XVIII y XIX. En esa misma época se llevó a Europa, desde donde fue trasladada a África, Asia y Australia, mientras que su introducción en los Estados Unidos data de fines del siglo XIX1.

            Julio César Salas manifiesta que, a diferencia del churí que se puede considera como una planta netamente regional, la chayota “fue conocida por los aztecas con el nombre de chayotl…”2. Por otra parte, el Pbro. Jesús Manuel Jáuregui Moreno3 no hace referencia de la chayota cuando trata la producción agrícola en Pueblo Llano, suponemos que se debió al hecho de ser una planta que no se cultivaba directamente, pues, siempre ha nacido silvestre, además de la poca utilidad que le daban para ese momento en la cocina. Efectivamente, recuerdo que en la época de mi niñez la chayota solo se utilizaba en la elaboración de sancochos, era una verdura más que se agregaba, como las papas y las zanahorias; pero, debido a su abundancia era utilizada mayormente como alimento para los cerdos.

No obstante, hemos visto que en los últimos años le están dando otras utilidades en el arte culinario, como la elaboración de ensaladas, tortas y jugos. Por otro lado, en la segunda década del siglo XXI, cuando la crisis económica se agravó en demasía en Venezuela, este fruto fue muy solicitado en el pueblo para apaciguar el hambre que golpeaba a varios hogares.


Don Lisandro Alvarado, en su diccionario definía así a la Chayota o Chayote: “Sechium edule. Cucurbitáceas. Planta trepadora, vivaz, cuyos tallos herbáceos salen de una raíz carnosa bastante gruesa. Hojas simples, largamente pecioladas, acorazonadas, con lóbulos dentados, conniventes en la base; flores unisexuales, corola blanca, rodada; fruto unicelular, trasovado-oblondo, largo de 4 a 6 pulgadas, comestible, algo insípido. Del azteca chayutl, lo mismo. Ref. Ernst, La Chayotera en Bolet. Del Minist. de Ob. Públ., N° 145, Caracas, 1892”4.

Por su parte, Gonzalo Picón Febres en su Libro Raro dice: “CHAYOTA. Legumbre de color verde muy claro, de hollejo demasiado fino, lastimosamente insípida aguanosa, con forma de melón y con hendiduras y espinas bastante endebles por de fuera. La planta que la produce es viciosa en grado sumo y enredadera o trepadora. En sentido figurado, chayota es la mujer completamente simple, tonta, necia, desplantosa y sin ninguna gracia ni remoto atractivo espiritual5.

            En México, que posiblemente es su lugar de origen, junto con Guatemala, como ya se indicó, la chayota se conoce como chayote que en náhuatl(chayotli) quiere decir calabaza espinosa, así también se le denomina en Panamá, Nicaragua, Cuba, Puerto Rico y Costa Rica, con otros diversos nombres se conocen en diferentes países6.

En los últimos años, a través de los medios de comunicación, podemos apreciar los diferentes usos que le dan a este fruto en la cocina mexicana, tanto la tradicional como la moderna. Hasta los tallos y raíces son comestible en varios estados del país azteca; de tal manera que, ya es hora que esta planta, que ha sido tan marginada en nuestro suelo, comience también a ponerse en valor como parte de los tantos cultivos prehispánicos que se han mantenido, a pesar de la agricultura extensiva. 

Rafael Ramón Santiago

Cronista Oficial del municipio Pueblo Llano.

(29/11/25).

Notas:

(1) https://es.wikipedia.org › wiki › Sechium_edule 

(2) Julio Cesar SALAS. Etnografía del estado Mérida. Colección Temas y Autores Merideños. Academia de Mérida, Ediciones del Rectorado, Universidad de los Andes, 1997. p. 105.

(3) Jesús Manuel JAUREGUI MORENO. Obras Completas. Tomo I. Talleres de Editorial Futuro, San Cristóbal, estado Táchira. 1999. p. 240.

(4) Lisandro ALVARADO. Obras Completas. Tomo I. La Casa de Bello, Caracas, Venezuela, 1984.

(5) Gonzalo PICON-FEBRES. Libro Raro. Tercera Edición. Biblioteca de Autores y Temas Merideños. Mérida, Venezuela, 1964. p.107.

(6) ) https://es.wikipedia.org › wiki › Sechium_edule 

 

 


 

sábado, 15 de noviembre de 2025

PRESBITERO PABLO ENRIQUE COLMENARES ORTIZ


PREBÍTERO PABLO ENRIQUE COLMENARES ORTIZ

 

            El 30 de diciembre de 1912, el obispo de Mérida Antonio Ramón Silva realiza su quinta visita pastoral a la parroquia Santísima Trinidad de Pueblo Llano, siendo una de la más polémicas de que se tenga información, como veremos a continuación.

            Terminada la vista a la parroquia San Jerónimo del pueblo de Santo Domingo, el obispo con sus acompañantes se dirige a Pueblo Llano para comenzar su actividad a las tres de la tarde de aquel mismo domingo 30 de diciembre, con la novedad de que asistieron muy pocos fieles al templo, circunstancia que empezó a preocupar al prelado.

El día siguiente, 31 de diciembre, celebró una misa, a la siete de la mañana, pero notó con sentimiento que no se acercó ninguna persona a comulgar y que apenas había en el templo unas quince mujeres y los hombres de La Marcha (agrupación folclórica que posteriormente fue designada con el nombre de Locaina del Niño Jesús). Por la tarde, el prelado administró el sacramento de la Confirmación y practicó el ejercicio en el cual predicó su secretario, en cuyo acto hubo un poco más de concurrencia. El miércoles primero de enero de 1913, el señor obispo celebró, confirmó y se dispuso a salir para la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Las Piedras, a las doce del día. Observó el templo en muy mal estado, y con motivo de la reconstrucción de éste, ordenada desde hacía algún tiempo, ocurrió un incidente que se refiere a continuación:

“Existe en esta parroquia un gran lote de terreno llamados la capellanía, cuyo arrendamiento ha sido aplicado desde tiempo inmemorial para completar la congrua sustentación del cura. Hace más de tres años su Señoría dispuso que la tercera parte de dichos arrendamientos la dedicara el cura a las necesidades más urgentes del templo, pero administrando siempre el cura la capellanía. A mediados del año pasado de 1912 se formó una junta a excitación del jefe civil y sin conocimiento del prelado y esta junta de mano poderosa se ha hecho cargo de administrar la capellanía para invertir el producto de los arrendamientos en la reconstrucción del templo, sin que el cura perciba nada de ello. El obispo, al terminar el acto de apertura de la actual visita, convocó al jefe civil y a los miembros de la junta para manifestarle lo irregular de tal proceder y exigirles que se detuvieran en ese camino y se contentaran con la tercera parte que había dispuesto se cumpliera en dicha construcción, dándole de plazo para que conferenciaran hasta la tarde del siguiente día. El día 31 por la tarde el señor obispo recibió una respuesta del presidente de la junta en la que manifiesta que ésta se niega a atender al reclamo del prelado-.

En vista de esta negativa que es un atentado contra su autoridad y contra los derechos del cura, su Señoría dicta el siguiente:

EDICTO

Diócesis de Mérida.

Santa Pastoral Visita.

En la parroquia de la Santísima Trinidad de Pueblo Llano, a primero de enero de mil novecientos trece, el Ilustrísimo Señor obispo Diocesano Doctor Ramón Silva, dijo, Atendiendo -Primero: a que esta parroquia de Pueblo Llano no ofrece al cura la congrua sustentación, como se ve por la minuta que se pone al pie de este Edicto, de la cual aparece que en los seis últimos meses solo ha producido ciento cincuenta y seis pesos, es decir, veinte y seis pesos por mes-

Segundo: a que los réditos de la posesión llamada La Capellanía que se empleaban en completar lo suficiente para el sustentamiento del cura han sido destinados en su totalidad, contra nuestra voluntad expresa, a la reedificación del templo, por una junta que ha sido formada en el pueblo-. Disponemos: que el sacerdote encargado de esta parroquia y las de Las Piedras y Santo Domingo, resida en la de Las Piedras y solo venga a Pueblo Llano el primer domingo de cada mes y cuando fuera llamado para prestar los auxilios espirituales de algunos enfermos. - Esta disposición permanecerá en todo su vigor mientras no sea derogada, hasta que el señor cura sea puesto de nuevo en posesión y goce de la capellanía.

Así lo dice manda y firma el Ilustrísimo Señor obispo, por ante mí el secretario de Visita. Fecha ut supra.

Antonio Ramón Silva

Obispo de Mérida.

Ante mi Pbro. Escolástico Duque”1.

(Firmas y rúbricas).

Con la firme decisión tomada por el señor obispo, la parroquia Santísima Trinidad de Pueblo Llano se quedó sin su pastor espiritual por espacio de ocho meses, causando gran consternación en la mayoría de la comunidad, hasta que tuvo que venir desde Timotes el sacerdote Buenaventura Vivas en calidad de suplente, por un año, mientras se resolvía el problema presentado.

El 29 de mayo de 1915 asume el cargo de cura párroco el presbítero Pablo Enrique Colmenares Ortiz2 quien permaneció en el cargo durante siete años, hasta su muerte ocurrida en el pueblo de La Mesa de Esnujaque, estado Trujillo, el 03 de mayo de 1922.

El sacerdote Colmenares Ortiz nació en Palmira, estado Táchira, el 15 de julio de 1877, era hijo de Juan Pablo Colmenares y Josefana Ortiz3. Hizo sus estudios en el Seminario de Mérida y fue ordenado Presbítero el 24 de septiembre de 1910. Fue Teniente-Cura de Táriba y después sirvió los curatos de La Mesa de Mérida, Barinitas y en Las Piedras, Santo Domingo y Pueblo Llano, sus últimas parroquias4.

Sin lugar a dudas, el obispo Silva vio en el prelado Pablo Enrique un hombre de acción, firme en sus convicciones y con herramientas suficientes para resolver conflictos en la comunidad como el que se había originado en los años recientes. De ahí que, sus primeras acciones fueron las de reparar el templo y construir una casa cural que no había.

Le correspondió al obispo Antonio Ramón Silva hacer su sexta visita a la parroquia Santísima Trinidad de Pueblo Llano, los días 1 y 2 de enero de 1916. A diferencia de la estadía anterior, se encontró con una grata sorpresa que la dejó por escrita en uno de los libros parroquiales:

“...Al visitar la iglesia recién construida y casi terminada, su Señoría se mostró satisfecho de estos trabajos y excitó al venerable señor cura y a los fieles a darle feliz término; lo mismo que a la casa cural, cuyos trabajos están adelantados. En la visita de los tres libros parroquiales encontró muchas irregularidades debido esto principalmente a la falta de residencia de un sacerdote en esta parroquia desde la última visita hasta que se encargó el actual cura Pbro. Enrique Colmenares...”5.

En el Boletín Arquidiocesano que publicaba la diócesis de Mérida, correspondiente al 1 de mayo de 1921, aparece la siguiente nota con respecto a la culminación de la Casa Cural:

CRONICAS Y VARIEDADES. Casa cural en Pueblo Llano. – Venciendo inconvenientes y dificultades, el Vble. Sr. Cura de Pueblo Llano, Pbro. Enrique Colmenares, ha construido la Casa cural grande, espaciosa y cómoda en la cual vive yá há días, con la protección de la Santísima Trinidad Patrona (sic) de la Parroquia y la de la Santísima Virgen. Ha gastado de su propio peculio la suma de seis mil bolívares, y mil doscientos con que ayudó el pueblo.

Nuestras felicitaciones al cumplimiento y progresista Sr. Cura6.

 

Aparte de la construcción de la Casa Cural y la refacción del templo, el sacerdote promovió las siguientes obras “...Se colocó una nueva cruz en el sitio “La Cruz Verde”. Se plantó una cruz grande en el sitio llamado Morro de San Miguel. Se adquirió el terreno al frente de la capilla, filial a la Trinidad, se puso alambrado y se bendijo... Se plantó la primera piedra en El Arbolito, aldea de Las Agujas...para levantarle una capilla a la virgen del Socorro...”7.  

  El padre Colmenares, al sentir que su salud se deterioraba aceleradamente, y en vista de que en el pueblo no había médico, pidió que lo llevaran hasta el pueblo de La Mesa de Esnujaque, donde residía un facultativo muy afamado de apellido Rocha. Los integrantes de La Marcha o Locaina del Niño Jesús y otros vecinos lo llevaron en andas, a través del páramo, hasta aquel lugar. En el trayecto, el sacerdote presagiando que tenía la muerte cerca pidió a las personas que lo trasladaban que, si moría en la Mesa de Esnujaque, después de transcurrido algún tiempo, llevaran sus restos hasta Pueblo Llano y los sepultaran en la iglesia.

En efecto, el Pbro. Pablo Enrique Colmenares Ortiz falleció en La Mesa de Esnujaque, la mañana del 03 de mayo de 19228, hecho que produjo enorme pesar en las parroquias donde ejerció su apostolado.

En 1929, la feligresía de la parroquia Santísima Trinidad de Pueblo Llano sugiere al sacerdote de entonces, Heliodoro Núñez, el deseo de trasladar desde La Mesa de Esnujaque hasta Pueblo Llano los restos del Presbítero Enrique Colmenares, tal como había sido su última voluntad.

En el libro de Gobierno de la parroquia, el Pbro. Heliodoro Núñez escribió para la posteridad tal acontecimiento:

En el vivo deseo de poseer como reliquias sagradas los restos del Pbro. Br. Enrique Colmenares, cura de almas que fue por siete años de esta parroquia y de Las Piedras y Santo Domingo, y fallecido el 3 de mayo de 1922, unánimemente pidieron los fieles al actual cura encargado Pbro. Heliodoro Núñez, la traslación de los venerables restos a este templo parroquial. Interpretando el Pbro. Núñez que la fervorosa súplica brotaba espontánea y plena de afecto del corazón agradecido de tres pueblos por las singulares virtudes y evangélica labor de aquel inolvidable sacerdote, quiso realizar la traslación nombrando al efecto una junta para la más pronta consecución del propósito: Rosendo Pérez, Presidente, Saturnino Ortiz, Vice-Presidente; Tesorero, Rafael Hernández; Secretario, Eleuterio Molina; y vocales Pedro Aquilino Santiago y José Lisandro Paredes. En unión del secretario se trasladó el párroco a la población de La Mesa de Esnujaque, logrando vencer algunas dificultades, a pesar de cumplirse los requisitos requeridos por Ley para la exhumación de los restos, la cual se obtuvo al fin, llevándose en urna ad hoc y en fúnebre procesión que presidió de pluvial negro y con cruz y ciriales, el Pbro. Nuñez, del cementerio al templo de La Mesa, donde se cantó un responso y dijo palabra doliente de gratitud en nombre de esta parroquia a los numerosos fieles de La Mesa que hicieron acto de presencia. A las tres de la tarde del mismo día de julio de 1929 fueron conducidos a esta parroquia por algunos feligreses y recibidos por gran número de personas de a caballo que salieron hasta cerca del páramo al encuentro. Desde el medio día del 6 de julio estuvieron los venerables restos en capilla ardiente en la iglesia filial de la Santísima Trinidad, a la entrada de la población, debidamente enlutada. El día siete de julio a las ocho y media de la mañana fueron conducidos los restos por numerosos fieles, presididos por el Párroco, Sociedades religiosas y Escuelas, pasando bajo arcadas de palmas y de flores y con banderas blancas, enlutadas las moradas, recibiendo salutaciones de tristes remembranzas en las esquinas del trayecto, en las cuales se cantaron también posas o responsorios. Al llegar al templo, entre el doblar de las campanas y con una marcha fúnebre se procedió a la inhumación de los restos en la parte central del presbiterio, a cuyo efecto el Excmo. Sr. Arzobispo Dr. Acacio Chacón había dado espontáneamente la licencia necesaria. Luego de cerrado el sepulcro y colocada la piedra, se cantaron vigilias y Misas de Réquiem Solemne con comunión general. El párroco hizo breve presentación sagrada, terminado con frases de agradecimiento en nombre de la Iglesia y del Prelado a la Junta y al feligresado, que conmovido cumplió el religioso deber, como si guardase en su propio corazón las venerables cenizas de un párroco que fue piadoso, abnegado y ejemplar. Las parroquias de Las Piedras y Santo Domingo celebraron cada uno de los dos días siguientes un solemne funeral por la perpetua paz del inolvidable Padre Colmenares. R. P.

Heliodoro Núñez (firma y rúbrica)9.

 

            Debido a la remodelación completa del templo, consagrado nuevamente en 1997, hoy Santuario Diocesano, el sacerdote Luis Enrique Bejarano decidió trasladar los restos de todos los sacerdotes que allí estaban sepultados a una capilla ad hoc al lado izquierdo del altar mayor, para que finalmente descansen en paz y brille para ellos la Luz Perpetua en el reino de los cielos.

Rafael Ramón Santiago

Cronista oficial del municipio Pueblo Llano

(15/11/25)

Agradezco al colega Rafael Pulido Blanco, cronista oficial del municipio Justo Briceño, estado Mérida, por su valiosa contribución documental para la elaboración del presente trabajo.

Notas:

(1)  Archivo de la Parroquia Santísima Trinidad de Pueblo Llano. Libro Tercero de Gobierno Años (1881-1962). ff. 312-316.

(2)  Archivo Arquidiocesano de Mérida. Catálogo de los Libros de la Parroquia Santísima Trinidad de Pueblo Llano pp. 168, 169. Véase también: Curatos, 1909. Pueblo Llano. Nómina de sacerdotes que han desempeñado este curato desde enero 1774. Información del Pbro. Francisco Higuera.  ff. 3 y 4.

(3)  Fuente: San Agatón, Palmira, Guásimos, Táchira, Venezuela registros," imágenes, FamilySearch(https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33S7-9R5L-S7P6? view=index : 4 ago 2025), Imagen 1289 de 3117; Archivo de la diócesis de San Cristóbal, Archivo diocesano de ciudad Victoria.

(4)  Boletín Diocesano. Periódico Mensual. (Octavo volumen). Año XXV. N° 15. Mérida, 1 de junio de 1922. p. 124.

(5)  Archivo de la Parroquia Santísima Trinidad de Pueblo Llano. Libro Tercero de Gobierno Años (1881-1962). f. 318.

(6)  Boletín Diocesano. Periódico Mensual. (Octavo volumen). Año XXIV. N° 4. Mérida, 1 de mayo de 1921.

(7)  Archivo de la Parroquia Santísima Trinidad de Pueblo Llano. Libro Tercero de Gobierno. Años (1881-1962). ff. 318-333.

(8)  Boletín Diocesano. Periódico Mensual. (Octavo volumen). Año XXV. N° 15. Mérida, 1 de junio de 1922. p. 123.

(9)  Archivo de la Parroquia Santísima Trinidad de Pueblo Llano. Libro Tercero de Gobierno. Años (1881-1962). ff. 340-341.

 





 

martes, 4 de noviembre de 2025

EL CHURI


Agricultura y gastronomía prehispánica local 

EL CHURÍ

            Uno de los frutos que siempre nos impresionaron desde niños fue el churí, de la familia de las auyamas, debido a su gran tamaño si lo comparamos, por ejemplo, con otras calabazas o con los zapallos; algunos ejemplares han llegado a pesar hasta 50 kilogramos. Don Lisandro Alvarado lo registra en su diccionario de la siguiente manera: “CHURÍ. Cucurbita sp. Nombran así en Trujillo y Mérida una variedad de la AUYAMA. “Fruto de la familia de las cucurbitáceas, mayor que la auyama”. (Febres C., 132)1.

            El churí es de origen prehispánico y sobre su consumo apunta el etnólogo merideño Julio César Salas “…Como agricultores, muy pocas naciones podrían aventajar en la América precolombina a los Mucuñoques, quienes sin más instrumentos que sus machetones, palas, coas de madera y hachas de sílice, labraban grandes extensiones de tierra, donde sembraban diversos frutos: maíz, frijoles, arracachas, papas, batatas, churíes, aullamas, ajíes, etc.”2. Más adelante apunta, “La planta denominada churí por los campesinos de Mérida, puede considerarse como netamente regional…”3.

            Sobre la agricultura en Pueblo Llano, para finales del siglo XIX, monseñor Jáuregui Moreno escribía: “…se produce trigo, papas, maíz, arvejas, frijoles de toda especie, habas, apios, juquianes, sapayos, churíes, lechuga, col, cebollas, ajos, culantro, patatas, uvas, cebada, todo en poca cantidad y tanto que, de estas últimas plantas, solo hay para semilla…”4.

            El cultivo de churí en esta zona no se hacía ni se hace de una manera extensiva, si lo comparado con otras siembras como el maíz, las arvejas o las papas, consiste simplemente en lanzar algunas semillas en las orillas de los barbechos, de tal manera de que sus tallos no invadan los otros sembradíos. La única utilización culinaria que conocimos de este fruto fue la llamada mazamorra de churí5, que era de mejor gusto que la preparada con zapallo.

            Ahora bien, en torno al churí se ha generado una tradición que está muy ligada a las actividades lúdicas y religiosas que realiza la agrupación folklórica local Locaina del Niño Jesús6, al respecto, nos informaba la señora Saturnina Paredes de Molina7 que en su época había la costumbre de sembrar las semillas de churí el 19 de marzo, día de San José, y a medida que se iban tapando las semillas se pronunciaba la siguiente oración: “San José bendito, te pido que me nazca esta mata de churí muy bonita y de producir varios frutos me comprometo a donar el de mayor tamaño a la Locaina”. En efecto, durante la denominada “semana de locos”, que va desde el 25 hasta el 31 de diciembre, los integrantes de la agrupación son obsequiados por los vecinos con varios de estos ejemplares.

            El día tres de enero, celebran una particular ceremonia  denominada “muerte del novillo” donde, frente a la iglesia y al lado de un cepo, al que denominan  Mapolión Linares, simulan el degüello de un novillo utilizando para ello los churíes obsequiados, allí simulan torear, herrar y otras suertes con el “novillo”, hasta que finalmente lo abren y reparten los trozos entre los presentes; también los invitan a “beber la sangre del novillo”, que  se trata de la mazamorra a la que ya hemos hecho referencia, en el sitio denominado El Cedro de Mutús, donde vive el mayordomo de la agrupación. Esta ceremonia es muy parecida a la que se hace en el pueblo de La Parroquia de Mérida el 02 de febrero de cada año, similar, a su vez, al denominado “correr gallos” en España8.

            Aunque todavía el churí se cultiva de una manera no extensiva, varias personas lo siguen sembrando y además de la mazamorra le han ido dando otros usos como la elaboración de tortas, quesillos y jugos, por lo tanto, es muy halagador que este cultivo prehispánico no desaparezca de la dieta de nuestra gente.

Rafael Ramón Santiago

Cronista Oficial del municipio Pueblo Llano.

(04/11/25).

Agradezco a Vicente Paredes y Jorge Luis Paredes Arias por las imágenes suministradas para ilustrar el presente artículo.

Notas:

(1)  Lisandro ALVARADO. Obras Completas. Tomo I. La Casa de Bello. Caracas, Venezuela, 1984.

(2)  Julio César SALAS. Tierra-Firme (Venezuela y Colombia). Estudios sobre Etnología e Historia. Universidad de Los Andes, Facultad de Humanidades y Educación, Mérida, Venezuela, 1971. p. 154.

(3)  Julio César Salas. Etnografía de Venezuela. Colección “Temas y Autores Merideños”, Academia de Mérida, Ediciones del Rectorado, Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela, 1997. p. 105.

(4)  Jesús Manuel JÁUREGUI MORENO. Obras Completas. Tomo I. Talleres de Editorial Futuro, San Cristóbal, estado Táchira, 1999. p. 240.

(5)  La mazamorra de churi es una bebida espesa y dulce de origen andino, típica de los estados Mérida y Trujillo en Venezuela, que se prepara con la pulpa de una calabaza gigante llamada "churi" (también conocida como auyama). Se cocina hasta que la calabaza esté muy suave, se le puede agregar leche, canela y papelón (panela) para endulzarla y aromatizarla, a veces se deja enfriar y se consume caliente en regiones frías. IA. 

(6)  Una información detallada sobre esta actividad la podrá encontrar en el libro de Rafael Ramón SANTIAGO: La Locaina y otras tradiciones de Pueblo Llano. Imprenta del estado Mérida, Venezuela. 1990.

(7)  Informante: señora Saturnina Paredes de Molina, 80 años, Mérida, 20 de mayo de 1975.

(8)  Ángel ROSENBLAT. La Educación en Venezuela. Monte Ávila Editores, Caracas, Venezuela, 1986. p. 155.





 

miércoles, 15 de octubre de 2025

DON JESUS MANUEL SANTIAGO , IN MEMORIAM


DON JESUS MANUEL SANTIAGO, IN MEMORIAM

 

El martes 14 de octubre de 2025 partió al encuentro del Padre Celestial el señor Jesús Manuel Santiago, conocido por todos sus paisanos y amigos como Chuy Manuel. Fue un pueblollanero a carta cabal que sembró durante su larga vida afabilidad, vocación de servicio, respeto, amor a la familia y dedicación al trabajo.

Nació en el sector Las Agujitas, del caserío Las Agujas, municipio Pueblo Llano del estado Mérida, el 21 de febrero de 1930, hijo de Clemencia Santiago y Rafael María Hernández. Su juventud la pasó en compañía de la familia de su padre que tenían viviendas en el sector Guzmán y en el pueblo, él era el encargado de llevar los productos del campo a la casa del pueblo, entre ellos quesos, leche, huevos, gallinas, etc.  

Ya adulto, se estableció en la avenida Bolívar de la capital del municipio, allí levantó su familia con el trabajo honrado al frente de su bodega, cultivos agrícolas, comercio de hortalizas y otras actividades que fue desarrollando siempre al lado de doña María Lourdes Matheus, con quien se había casado el 31 de mayo de 1953, procreando una hermosa familias: Alix Margarita, Edgar de Jesús, Luis Ramón,  Olga Lucía, Nancy Josefina, Jesús Manuel, Alirio Enrique y Gladys Santiago Matheus.

Desde nuestra infancia siempre asociamos su nombre con la bodega. Cuando necesitábamos comprar algún producto escuchábamos las frases: “donde Chuy Manuel lo venden” o “donde Chuy Manuel es más barato”. En efecto, allí se conseguía de todo y a más bajo precio, pero, sobre todo, recibíamos el trato afable y cariñoso del dueño del establecimiento, bodega que posteriormente supimos que se llamaba La Económica.

Otra faceta de nuestro apreciable amigo y paisano era su deseo de estar bien informado, en muchas oportunidades lo vimos con un diario en la mano, nos cuentan que también era aficionado a escuchar la radio y ver la televisión, razón por la cual, podía entablar con sus amigos una conversación, con argumentos, sobre aspectos diversos del acontecer nacional, en varias oportunidades presenciamos aquellos diálogos con su tío don Eladio Hernández Agostini.


El señor Jesús Manuel Santiago también ejerció el cargo de jefe Civil durante poco tiempo, además fue socio de la Cooperativa Agrícola la Trinidad y en calidad de tal cumplió con todos los preceptos que establece la organización, siempre daba ejemplo con su asistencia a las asambleas anuales, allí estuvo atento hasta el último momento, en el 2025, con noventa y cinco años, en una reunión que por la cantidad de puntos que se debaten se alarga sobremanera.   

Son muchas las facetas donde la figura de nuestro personaje sobresalió por sus valores humanos, pero la que más quedó grabada en nuestra retina fue el amor a su esposa y a su familia, asistimos a las bodas de oro y al homenaje que le hizo posteriormente el Concejo Municipal de Pueblo Llano a las parejas con más años de casados, en este último evento, don Jesús Manuel tomó el micrófono y con sabias palabras nos dio el secreto para ser felices, el amor y el respeto a todo momento.

Ahora, parte a la eternidad un gran pueblollanero, deja una familia maravillosa y un gran ejemplo de cómo debe ser un buen ciudadano. Que Dios en su misericordia infinita lo reciba en su seno y pase a gozar, al lado de su esposa, de las mieles de la gloria.

 

Rafael Ramón Santiago

Cronista oficial del municipio Pueblo Llano.

(14/10/25)

Agradezco las informaciones aportadas por el Ingeniero Rafael Hernández Rondón y el locutor Vicente Paredes para la realización del presente artículo.

  


 




 

martes, 30 de septiembre de 2025

EL JUQUIAN


Agricultura y gastronomía prehispánica local 

 EL JUQUIÁN

 

El Juquián es una planta de origen prehispánico, conocida por múltiples nombres, con infinidad de aplicaciones y utilidades, pero que, con el transcurrir de los años, se ha venido a menos y solo la podemos ver en algunos jardines exhibiendo sus bellas flores rojas, amarillas y de otros vivos colores. 

            Al Juquián, al igual que la papa, la cúrcuma y muchas otras raíces y plantas, los arqueólogos ubican sus orígenes en el actual Perú, pues se ha encontrado que, por ejemplo, en Caral, la primera civilización de América, fue utilizado desde hace 5.000 años como parte de su dieta, así como su uso medicinal por las capacidad diurética, antiséptica, analgésica y cicatrizante1. De igual manera los chibchas, en el actual territorio colombiano, también lo utilizaban para su alimentación.

            Debido a su condición favorable para crecer en diferentes lugares y pisos altitudinales que van desde el nivel del mar hasta los 2.700 msnm, el juquián ha recibido diferentes nombres, entre ellos caña del Perú, caña de las Indias, baranda de México, caña de Cuestas, flor del cangrejo, achira, platanito rojo, yerba del rosario y Canna indica que es su nombre científico. El botánico Carlos Linneo clasificó esta planta en 1753 de la siguiente manera: Reino: Plantae, División: Angiospermae, Clase: Liliopsida, Subclase: Zingiberidae, Orden: Zingiberales, Familia: Cannaceae, Género: Canna, Especie: C. indica.

En lugares relativamente cercanos a Pueblo Llano como el municipio Boconó, del estado Trujillo, también recibe el nombre de sigüire. Al respecto, la Licenciado Lourdes Dubuc de Isea, cronista del referido municipio, escribe: “Juquean. Planta de tubérculos comestibles, de sabor dulzón. Se le denomina más comúnmente sigüire2. En la ciudad de Mérida y otros lugares también se conoce como capacho.

            Por su parte, el Dr. Julio César Salas, refiriéndose al nombre de la misma planta, apunta: “Capacho. Canna edulis. Lairen en el Centro y Oriente de Venezuela, Liren en taino, capacho y juquián nombres indígenas dados a esta planta por los mucus y otras tribus de los Andes3. “…juquián de raíz rica en harina que crece silvestre en Mérida y cuyas duras semillas eran la sonaja de las maracas indígenas. El nombre juquián dado por los indios de la Cordillera a estas semillas y planta tiene estrecha relación con el de joriquián dado por los cumanagotos a su espíritu malo o demonio, que invocaban unos y otros aborígenes agitando las maracas, instrumento ritual en sus ceremonias religiosas, civiles y guerreras, de uso tan general en el Nuevo Mundo…”4.  

            El mismo Salas apunta que en la tribu de los Mucuñoques había un sitio que en nombre antiguo se denominaba Mucusuquián y en nombre moderno o actual, para la época de la investigación, recibía el nombre de Mujuquián5, lo que supone que era un lugar donde proliferaban las matas de juquián.

            En 1619, el escribano Rodrigo Zapata, por mandato del Visitador Alonso Vásquez de Cisneros, al hacer la descripción de El Esfafiche, sitio del actual municipio Cardenal Quintero del estado Mérida, donde se proponía fundar un pueblo con la agregación de varias encomiendas, escribía: “porque dicho valle es todo casi un temple, una jente y lengua todos presentes y que todos gozan de unos frutos… todo el año y es para ellos de mucha importancia porque es comida muy sustancial y la bebida ordinaria que todo el año beben y tienen otras rayses que llaman juquianes que gosan todo el año y tienen nabos de la tierra muchos frisoles con mucha abundancia…”6.

            En la segunda mitad del siglo XIX el presbítero Monseñor Jesús Manuel Jáuregui Moreno escribe que se producía en Pueblo Llano “trigo, papas, maíz, arvejas, frijoles de toda especie, habas, apios, juquianes, sapayos, churíes, lechuga, col, cebollas, ajos, culantro, patatas, uvas, cebada, todo en poca cantidad y tanto que des estas últimas plantas, solo hay para semillas7

El Juquián o el nombre que se la da en los diferentes lugares, es una planta herbácea perenne, de rizoma carnoso y ramificado de hasta 60 cm de largo que se dividen en segmentos bulbosos y cubiertos en dos filas por hojas. La superficie del rizoma está labrada por surcos transversales, que marcan la base de escamas que la cubren; de la parte inferior salen raicillas blancas y del ápice, donde hay numerosas yemas, brotan las hojas, el vástago floral y los tallos. Los tallos aéreos pueden alcanzar 1-3 m de altura y forman una macolla compacta, estando envueltos por las vainas de las hojas. Las hojas son anchas, de color verde o verde violáceo, con pecíolos cortos y láminas elípticas, que pueden medir de 30 a 60 cm de largo y 10 a 25 cm de ancho, con la base obtusa o estrechamente cuneada y el ápice es cortamente acuminado o agudo. La nervadura central es prominente y de ella se derivan las laterales. Inflorescencia en racimo terminal con 6-20 cincinos de 1-2 flores8.

Las semillas del Juquián, que son muy duras, como se acaba de indicar, generalmente han sido utilizadas para introducirlas en un vegetal denominado totumo con el que se suele construir las maracas, objetos musicales que emiten un sonido característico al agitarlas y forman parte de los instrumentos típicos de la música venezolana, de ahí que, en muchos lugares también se denominan a las maracas capachos, para hacer referencia al nombre de la mata que produce tales semillas. Por otro lado, en el estado Táchira hay dos pueblos que llevan los nombres de Capacho Viejo y Capacho Nuevo, nos atreveríamos a suponer que este apelativo se debió a la proliferación de esta planta en aquellos lugares.

            Ya se expuso al comienzo el uso alimenticio y medicinal que se le ha venido dando a la planta en referencia durante siglos, a continuación, vamos a hablar sobre otros usos particulares de la misma en las diferentes partes de los Andes merideños y particularmente en Pueblo Llano, Las Piedras y Santo Domingo. El principal de ellos era la utilización de la raicilla o tubérculo para preparar una bebida reconfortante y alimenticia denominada Sagú.

Don Mario de Jesús Santiago Valero, oriundo de Pueblo Llano, nos describe el procedimiento que se hacía para extraer la harina del Juquián en su hogar: “Para la década de los años treinta del siglo XX recuerdo que el Juquián era una planta que figuraba en casi la totalidad de los camellones y cultivos de mata de cocina de nuestros hogares. Es una planta de hojas grandes, usadas para envolver la mantequilla, y para muy pocos otros menesteres, de tallos blandos, con solo hojas por ramas y raíces en forma de tubérculos alargados, pero relativamente cortos y delgados, uno por cada tallo, se reproducían por si sola cada año y a medida que los tallos maduraban para secarse, se los arrancaban y se desprendía su raíz, se dejaba unos días al aire y luego se pelaba y se rallaba o se licuaba. Enseguida se exprimía hasta extraer todo el jugo. Se dejaba secar y luego se molía hasta convertir todo en polvo, su color era blanco. A la hora de hacer el atol mezclaban el polvo con leche, panela raspada y algo de agua. Se procuraba finalmente que le delicioso producto alcanzara para toda la familia. sin embargo, era un alimento que por naturaleza se consumía muy pocas veces al año. Tampoco era una planta que se cultivaba en todas partes, pero si era de los mejores, sino el mejor, potaje de aquellos tiempos9. El atol o sagú, como ya vimos, era una bebida muy apetecible por estas tierras, tal como lo expresa el entrevistado, favorita de niños y ancianos, preferiblemente en horas de la noche.

Referente al consumo de sagú en el vecino pueblo de Las Piedras, el escritor Pedro José Paredes escribía: “Hasta mediados del siglo XX todo se confabulaba en contra del piedreño miedoso, de esas personas que se asustan con la simple caída de una hoja en la oscuridad: la falta de la luz eléctrica en las horas más avanzadas de la noche, ya que solo la había desde la seis de la tarde hasta las diez de la noche, y la otra razón por la que el piedreño sentía miedo era el largo rosario de cuentos de espantos que en la noche afloraban para entretenerse un rato o subir la adrenalina del suspenso, mientras que el relata-cuentos y sus oyentes saboreaban un aromático cacao, un exquisito chimbamboy, un buen “rolo” o un rico sagú de juquián…”10

            Para los años en que los anteriores informantes nos relatan sus anécdotas ya el consumo de la harina que se obtenía de la raíz del Juquián había entrado en decadencia y se consideraba como de inferior calidad comparada con la harina de trigo. Un rapsoda anónimo, que al parecer comparaba la prosperidad de las poblaciones locales por el pan que allí se hacía y consumía, dejó un verso para la posteridad, repetido a través de generaciones, donde los pobladores del vecino pueblo de Santo Domingo quedaba muy mal parado, como observamos a continuación:

“En Timotes buena harina

En Pueblo Llano buen pan

En Las Piedras acemita

Y en Santo Domingo Juquián”11.

            No podemos dejar de escribir nuestra experiencia personal con respecto a la ninguneada planta, aparte del prodigio de sus raíces se tomaban las hojas para envolver productos caseros derivados de la leche como mantequilla, quesos, cuajadas y, a falta de hojas de plátano o cambur, las famosas hallacas en el mes de diciembre, además de utilizar sus brillantes flores para engalanar la cruz de mayo.

            Auguramos que, en el mediano plazo, la mata de Juquián o Canna edulis sea reivindicada por cocineros y botánicos de todo el mundo, tal como ha sucedido con la quinoa y otros productos de origen prehispánico, pueda ser que vuelva a surgir como el ave fénix y pase a ocupar el sitial de importancia que siempre le dieron nuestros antepasados en su momento.

Rafael Ramón Santiago

Cronista oficial del municipio Pueblo Llano.

(30/09/25)

Notas:

(1)  https://es.wikipedia.org › wiki › Canna_indica. 

(2)  Lourdes DUBUC DE ISEA. Romería por el Folklore Boconés. Talleres Gráficos Universitarios. Mérida, 1966. p. 338.

(3)  Julio César SALAS. De Re Indica. Órgano de la Sociedad Venezolana de Americanistas. “Estudios Libres”, Antropología, Etnología, Lingüística, Folklore, etc. Vol. I. Caracas, Venezuela, 28 de octubre de 1918. Nº 2.  p. 53.

(4)  Julio César SALAS. Etnografía de Venezuela. Colección “Temas y Autores Merideños”. Academia de Mérida, Ediciones del Rectorado, Universidad de Los Andes. Mérida, Venezuela, 1997. pp. 105, 106.

(5)  Julio César SALAS. Tierra-Firme (Venezuela y Colombia). Estudios sobre Etnología e Historia. Universidad de Los Andes, Facultad de Humanidades y Educación, Mérida, Venezuela, 1971. p. 153.

(6)  Colección Los Andes. Archivo General de la Nación. Traslados del Archivo General de Colombia. Ciudades de Venezuela. Tomo R 22. Biblioteca Sala Febres Cordero, Mérida, Venezuela. p. 101.

(7)  Jesús Manuel Jáuregui Moreno. Obras Completas. Tomo I. Talleres de Editorial Futuro. San Cristóbal, Táchira, Venezuela, 1999. p. 240.

(8)   https://es.wikipedia.org › wiki › Canna_indica. 

(9)  Informante: Señor Mario de Jesús Santiago Valero. 95 años, vía WhatsApp, Caracas, 22 de julio de 2023.

(10)      Pedro José PAREDES. Las Piedras a través del tiempo. 2º Edición. Producciones Editoriales C.A., Mérida, Venezuela. 2014. p. 252.

(11)      Informante: María Olegaria Santiago de Montilla, 91 años, Pueblo Llano, 28 de diciembre de 1997.