miércoles, 11 de abril de 2018

Personajes de Pueblo Llano




José Antonio Jerez Jerez

           
La familia Jerez ha estado presente en Pueblo Llano desde finales del siglo XVII, el primer representante de ella fue Don Antonio Jerez y Ariza, casado con Gertrudis Calderón de la Barca, hermana del cura doctrinero de los indígenas de Pueblo Llano, Victorino Calderón de la Barca. La pareja se radicó en La Culata, posesión que recibieron como herencia dejada por el sacerdote.
En 1737 se encuentra José Ignacio Javier y Ariza en Pueblo Llano, se desconoce si era hijo o hermano del anterior.
A finales del siglo XVIII hay varias familias con el apellido Jerez, no se sabe si son parientes de los anteriores o fue otra rama lejana del apellido que llegó para esos años. La mayoría de los Jerez de esos tiempos se unía en matrimonio con personas de apellido Becerra. Entre ellos estaban Domingo Jerez, casado con María Casilda Becerra, ambos fueron padres de Margarita nacida el 08 de febrero de 1796, Francisco en 1798 y Marcelina en 1800.
Margarita fue madre de Ramón Jerez, quien nació en Pueblo Llano en 1822 y murió en el mismo pueblo el 28 de agosto de 1904. Ramón casó con María Ana de Gracia Jerez y fueron los padres de Julia, Micaela, Cosme, Damián, Francisco, Domitila, Ramón y José Antonio.
            José Antonio Jerez Jerez nació en Pueblo Llano el 13 de junio de 1880, pasó su niñez  y juventud en La Culata desempeñando labores agrícolas y de cría con sus padres y hermanos. Cuando llegaba la época de trillar el trigo lo llevaban hasta Mutús donde era trillado en una máquina que tenía Saturnino Ortiz.
            Al contar con 32 años decide contraer nupcias con Doña Josefa Valero Moreno, hija de Rafael Valero y Rosa Moreno, el matrimonio se efectuó en Pueblo Llano el 26 de octubre de 1912. Luego, tomaron como residencia el caserío La Quinta de la Parroquia Las Piedras, actual municipio Cardenal Quintero, del estado Mérida, allí nacieron sus hijos: Rosa Eladia, Humberto, Betilde, Sara, Ernesto y Elio.
            Los esposos Jerez Valero se esmeraron por brindar una excelente educación a sus hijos, comenzando desde el  hogar, donde los valores católicos, el respeto, el amor al trabajo y la lectura siempre estuvieron presentes. De este hogar campesino surgieron dos grandes poetas: Ernesto y Elio, cuyas obras literarias, rebosantes de lirismo y arte puro han sido elogiadas dentro y fuera del país.
 Ernesto Jerez Valero, nació el 22 de octubre de 1923. Estudió primaria en Mucuchíes y secundaria en la Grita. Repartió su actividad vital entre la literatura, la política y la empresa agrícola, al respecto fue secretario general de Gobierno del estado Anzoátegui (1958), encargado de la Gobernación del estado Apure (1958), Diputado Electo a la Asamblea General Constituyente (1952), secretario Particular del Gobernador del estado Mérida (1960-1963), Senador por el estado Mérida (1964-1969). También desempeñó el cargo de Director de Relaciones Públicas de la Universidad de Los Andes. Desempeñó una breve labor periodística, colaborando en el Papel Literario de El Nacional, el semanario Triángulo (Boconó), La Opinión (Mérida). Obtuvo el Premio Municipal de Literatura (1983), otorgado por el Concejo Municipal del Distrito Libertador (Estado Mérida).
En cuanto a su actividad literaria escribió los siguientes libros: Una noche en la tierra, Gritos incontenibles, biografía del olvido, Esto dijo el caminante, La soledad del hombre, Los trigales difuntos, Quiso Dios que así fuera, El diario de un parameño, Del Génesis, Rutas estivales, Poema a Mérida y Silva al Páramo.  
El escritor Lubio Cardozo describe la evolución de la poesía de Ernesto: al respecto nos dice que el primer ciclo de su meditación poética quedó registrado fundamentalmente en tres libros, Grito Incontenible (1954), La Soledad del hombre (1956) y Los Trigales difuntos (1960), opúsculos signados por una poesía del dolor del hombre avasallado por la injusticia y la miseria de la condición humana en esos años difíciles de la dictadura, sobre todo para las personas de condición humilde pero con sentido de la libertad y de la dignidad de ciudadanos.

Dios te salve en tu choza; en la vereda
altanera y sin nombre que has construido
con la dulce constancia de tu brazo;
en el vuelo sonámbulo del águila
que tiñe de alas los peñascos
y de signos rebeldes tus miradas;
en la savia perenne que destilas
y demacra tu rostro hasta borrarlo;
en la calle sombría donde te encuentro
exacto y libre siempre; en el olvido
de todos los ultrajes, que han llenado
de infinito perdón tu alma sencilla;
en el cuarto caliente de la fábrica
donde dejas tu vida; en el hambre
tuya, de tus hermanos, de tus hijos
y de todos aquellos que conoces;
en el agrio silencio de la cárcel,
y en la “viva” que asumen sus paredes;
en la frase inmoral que no pronuncias
para hacerla más amplia en tu silencio
contigo estaré siempre, mutilado
la muerte que te acosa, con mi lámpara
en perenne vigilia, acompañándote
hasta el día que tú quieras, sin cansarme” (Del Poemario Grito Incontenible. Fragmento del poema Promesa en piedra eterna)
En los años sesenta, en el poeta se da un retorno existencial profundo a su geografía nativa, y es ésta, con su paisaje, sus hombres, sus problemas, la saga familiar, la conformante del segundo gran ciclo de su pensamiento lírico. Dos libros importantes en este periodo son Del génesis (1962). Luego en su otro opúsculo, Del diario de un parameño (1964), se desarrolla la saga del poeta, inmersa en ese continente de montaña, nieblas, frío, frailejones, y la historia de estos hombres del páramo.

“Es hora de esquilar
una a una las ovejas que pueblan nuestros páramos,
el trigo ya está libre de malezas
y la hoz
tiene significado de abundancia,
la era, quiere sentir el peso de la espiga,
hay viento y sol para empezar la parva,
el granero palpita,
el agua es abundante,
la piedra del molino está dispuesta
para que de su amor salgan el pan
y la hostia,
el alba quiere oírse en los manojos,
la lluvia concluyó su manuscrito
en el cual hay un río que se ha estancado
y represa sus aguas en un valle
donde pastan retama los corderos,
perdiéndose el quicuyo en mis labranzas”.(Poemario: Del diario de un parameño. Poema: Plenitud).
El poeta Ernesto fue miembro, desde 1957, de la Asociación de Escritores de Venezuela. Miembro fundador del Ateneo de Valera, estado Trujillo, miembro del Ateneo de Valencia, estado Carabobo e Individuo de Número del Centro de Historia del estado Mérida.
En el campo laboral se desempeñó como jefe de la Región Los Andes y de la Región Zuliana de CADAFE y durante muchos años se dedicó a las actividades agropecuarias en su finca Guzmán en Pueblo Llano y en El Valle, municipio Libertador del estado Mérida, actividades en las cuales, según lo manifestaba frecuentemente, se sentía a plenitud.
Ernesto Jerez Valero murió en la ciudad de Mérida el 9 de julio del 2006. 


Ernesto Jerez Valero


Elio Jerez Valero. Cinco años menor que su hermano Ernesto, también nació en Las Piedras, el 6 de abril de 1928.
Sus primeros años en el hogar paterno, su niñez y juventud la va describiendo magistralmente en sus poemas. La mayor parte de su vida transcurrió en la ciudad de San Cristóbal, estado Táchira. Se desempeñó como Productor de Seguros, actividad que lo llevó a recorrer casi todo el país.
En el campo literario dio a la luz los siguientes libros: De niebla a nube, A sangre y fuego, Piedra sobre piedra, Elegía a mí mismo, Tiempo de elegía, Sonetos cristianos, Aries, De sol a sol, Elegía en llanto, Soñares, Perfiles en el tiempo, Íngrima soledad y Plegaria para redimir la oscuridad, que luego fueron recogidos en Hasta el sol de hoy, que viene a ser como sus obras completas.
Sobre su poesía opina el crítico Córdova Iturburo de Argentina “Elio Jerez Valero le ha dado a la décima el brillo de sus mejores tiempos de la historia de la literatura. Y la ha dotado, además, de un acento actual de nuestros días. La ha hecho instrumento, asimismo, de un espíritu en el que vibran los sentimientos fundamentales que enajenan al hombre ante los misterios de la vida, del amor y la muerte”.
Por su parte Marco Ramírez Murzi apuntaba en la Revista Equinoccio, editada en Caracas: “Entrañado en la tierra, desolado, redimido en el amor, místico y turbulento, luctuoso y profundo, albacea de la tristeza de América Hispana, Elio Jerez Valero debería estar al lado de Miguel Hernández, e Porfirio Barba Jacob y e César Vallejo”.
En el poemario Piedra sobre piedra hace alusión a su niñez y al lugar donde nació en el poema La Quinta:
“…La casa silabeando mis primeros palotes de tristeza
en la caliza de sus paredes neblinosas.

Los tres sauces
santiguando con sus huesudas ramas mi niñez
y el páramo a lo alto
con su enorme paragua de luceros.

La llamaban La Quinta
Era una casa humilde.
En sus umbrales anda, como pez herido,
mi Melancolía.
Aún.
En el poemario Íngrima soledad recuerda en dos poemas a su maestro y a su pueblo natal, Las Piedras.

Don Pablo Moreno

Recuerdo a mi Maestro en la ternura
de las cumbres remotas de la infancia:
Patriarcal y severa su presencia,
erguida como un sauce su figura.

El don de su expresión frente a la albura
de la silvestre flor de mi ignorancia
lo evoco ante el candil de la distancia
como ejemplo que en símbolo perdura.

Su sombra iluminaba al pueblo entonces,
el cual, con el repique de altos bronces,
echaba a andar el júbilo del día.

Mientras bajo el fervor de su silueta
mis primeros palotes de poeta
en las tapias del páramo escribía

Las Piedras

Lumbre del corazón: Cirio encendido
en el altar ferviente de la infancia.
Belén en el paisaje y la distancia
y en la memoria: huerto bien florido.

El Pan de Azúcar a sus pies erguido
lo custodia con celo y fiel constancia
bajo cuya amorosa vigilancia
vive sobreviviendo del olvido.

A su paso bucólico errante
el viento, impenitente caminante,
las fábulas del páramo le entrega.

Las Piedras, añorado pueblo mío
en tu terruño de apacible frío
desanda a tientas mi niñez labriega.

            Elio Jerez Valero murió el 24 de noviembre de 1999, en San Cristóbal, Estado Táchira, ciudad donde desarrolló la mayor parte de su actividad creadora.

Elio Jerez Valero


Rafael Ramón Santiago
Cronista Oficial del Municipio Pueblo Llano



3 comentarios:

  1. Grandes poetas de la vida andina venezolana,mi abuelo y mi tio abuelo Elio.

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  2. Que hermosa lectura. Agradezco este pequeño homenaje a mi abuelo Elio, (nombre de mi hijo menor), también a mi tío abuelo Ernesto. Humberto ( otro tío abuelo mencionado, a quien no conocí).
    No menos especiales mis tías abuelas (a quienes si conocí) y guardo especial recuerdo: Sara, Rosa y Betilde, esta última me deja en herencia, en vida, un cuadro de familia de la Virgen del Carmen.
    Siempre que puedo les visito en el cementerio de Las Piedras, donde descansan casi todos.
    Luis D. O. Jerez.

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    1. fueron mis primos, hijos de mi tía Josefa, hermana de mi abuelo. Los conocí a todos, compartimos momentos familiares mucho en su casa en Santo Domingo. primos hermanos de mi papá. Cuanto les escuchamos declamar, sobretodo a Elio....a ambos los vi hasta sus últimos tiempos....oh, que recuerdos

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