domingo, 23 de junio de 2024

PERSONAJES DE PUEBLO LLANO


DON JOSE DE LA CRUZ ALARCON RONDON, OTRO LIBRO QUE SE NOS CIERRA

Hoy 22 de junio de 2024 cerró sus ojos para siempre nuestro entrañable amigo y paisano don José de La Cruz Alarcón Rondón después de una fructífera, provechosa y larga vida, pues estuvo con nosotros en este mundo durante casi 103 años, había nacido el 14 de septiembre de 1921.

Haber transitado por la vida durante todo este tiempo, dejando huellas positivas y fecundas en todo el camino recorrido, expresadas en lecciones de rectitud, responsabilidad, solidaridad, trabajo y honradez, son motivo para estar agradecidos con Dios y orgullosos de haber compartido su amistad y sus enseñanzas.

Don José de La Cruz o Crucito como le decían cariñosamente sus amigos, nació en el caserío Miyoy Alto del municipio Pueblo Llano en la fecha arriba señalada, era hijo del señor Claudio Alarcón, natural del caserío El Conejo de la parroquia Las Piedras, perteneciente al actual municipio Cardenal Quintero y de la señora María de Los Reyes Ortiz, oriunda del caserío Miyoy de Pueblo Llano, por lo que el segundo apellido de don Cruz debía ser Ortiz y no Rondón, pero por estas equivocaciones muy comunes de algunos funcionarios públicos de la época lo asentaron con este segundo apellido y así figuró después en su cédula.

El destino de los niños nacidos de aquella época era el de integrarse a las labores agrícolas que practicaban sus padres, como la siembra de papas, maíz, trigo, arvejas y otros rubros. No obstante, don Claudio apreció en él, desde un comienzo, su buena memoria y sus deseos de aprender, razón por la cual lo inscribió en la escuela de varones que regentaba el distinguido maestro Rosendo Ramón Pérez, en 1929, cursando los tres años que duraba la escolaridad en estas escuelas unitarias, sirviéndole de mucho provecho en el futuro, pues gracias a esta formación pudo desempeñarse como funcionario público durante gran parte de su vida.

Contrajo nupcias con la señora Olimpia del Carmen Santiago, el 15 de diciembre de 1955, procreando siete hijos que lo acompañaron durante toda su existencia y lo han premiado con una gran descendencia que se prolonga en el tiempo, llevando consigo todos los valores cultivados en el hogar.

Contaba con veintiún años cuando es nombrado comisario del caserío Miyoy durante seis años, un trabajo ad honores y de mucha responsabilidad, pues, estaba a su cargo la búsqueda del personal para la limpieza de caminos y quebradas, resolver pequeñas rencillas entre los vecinos y el desagradable oficio de ayudar a reclutar jóvenes para el servicio militar obligatorio.

Después se desempeñó durante tres años como recaudador de rentas de la Junta Comunal del municipio, otro trabajo nada fácil debido a la renuencia de los vecinos para pagar los servicios públicos como el agua y la luz.  

Finalmente, en 1960 entró a trabajar como secretario de la prefectura de Pueblo Llano, donde ejerció su oficio con pulcritud y responsabilidad, atendiendo con afabilidad y respeto a las personas que llegaban a solicitar sus servicios en el asentamiento de partidas de nacimientos, matrimonios, defunciones, inscripciones para el servicio militar, denuncias y otros servicios que dejaba plasmado en los libros con una letra bien hecha, legible y excelente caligrafía por la que recibió el apodo de sus paisanos como “la pluma de oro”.

Mientras ejercía el oficio de secretario en la prefectura se desempeñaba como juez el distinguido maestro Manuel Molina Ibisate, quien también apreció en él aquel envidiable talento para memorizar fechas, eventos y el contenido de varios párrafos. Don Manuel le preparó un escrito de varias cuartillas con un resumen de los aspectos históricos, geográficos y demográficos del municipio, allí estaba la temperatura promedio, la altitud, los ríos y quebradas, lagunas, puentes, número de habitantes, nombres de las calles, producción agrícola, en fin, una información muy completa para cuando llegara al pueblo un funcionario público, un turista o cualquier persona interesada en conocer aspectos importantes de Pueblo Llano. Don Cruz se aprendió de memoria toda aquella información y prueba de ello fue el día que me la recitó completa, veinte años después de aquel encargo.

Recuerdo una anécdota muy lamentable que le tocó vivir en el año 1963, en plena campaña presidencial, cuando ocurrió una tragedia en el pueblo. El prefecto para el cual él trabajaba asesinó de varios balazos a un cuñado suyo, un hermano de su esposa, que vivía en La Vega de Chinó. Aquel hecho conmocionó a todos los ciudadanos de la época. La prefectura quedó bajo la responsabilidad de don José de La Cruz quien, con objetividad, serenidad y valentía supo llevar adelante sus obligaciones mientras se nombraba un nuevo prefecto. La Guardia Nacional resguardaba el recinto porque los tres policías que estaban allí destinados también estaban presuntamente implicados en el crimen. 

Don Cruz ha sido un hombre que, al igual a los de su generación, se ha preocupado por el adelanto de su municipio y entre sus logros podemos destacar su participación en la traída a hombros por la cordillera de la planta eléctrica desde Timotes y como cofundador de la Cooperativa Agrícola La Trinidad, por citar solo dos eventos.

En 1978 nuestro biografiado obtuvo su merecida jubilación de la administración pública, pero siguió desempeñándose como agricultor, cultivando las tierras aledañas a su hogar mientras sus fuerzas físicas se lo permitieron, allí lo conseguíamos siempre que íbamos a visitarlo. Actividad que supo combinar con sus dotes de cronista de la familia y la comunidad, pues cuando se pierde en el tiempo el nombre de un abuelo, de un evento importante, de un desastre natural, de la ascendencia de alguna familia, todos acudíamos a él para abrevar de su buena memoria, quien con calma y detalles iba narrando la información requerida.  

La amistad con don José de La Cruz se incrementó gracias a las referencias que me hizo su hijo Cornelio donde me ponderaba de la buena memoria de su padre y de la cantidad de anécdotas, cuentos y leyendas que conocía sobre Pueblo Llano. Efectivamente, Cornelio me acompañó hasta Miyoy Alto en 1978 y allá lo encontramos con un garabato en la mano, en medio del surco, cosechando papas. Hizo un alto en la jornada y comenzó a hablarme sobre La Locaina del Niño Jesús que era el tema que estaba investigando para la elaboración del libro La Locaina y otras tradiciones de Pueblo Llano, publicado en 1990. De allí en adelante, cada vez que podía iba hasta su casa para mantener una conversación amena sobre ese pasado de Pueblo Llano que tanto nos emocionaba. Aprendí, con el resto de su familia, vecinos y amigos a valorar su buena memoria, su caballerosidad, su don de gentes y humildad en el trato. Paz a su alma.

Rafael Ramón Santiago.

Cronista Oficial del Municipio Pueblo Llano.

22/06/24.

Imagen suministradas por Vicente Paredes.


 

viernes, 7 de junio de 2024

ARTESANOS DE PUEBLO LLANO




JUAN DE DIOS SANTIAGO VERGARA, APICULTOR Y ALGO MÁS

 

Juan de Dios Santiago Vergara era hijo de José María “Chemara” Santiago y María Rosalía Vergara, nació en Pueblo Llano el 08 de marzo de 1901 y fue bautizado el 08 de diciembre de ese mismo año por el sacerdote Francisco Higuera, teniendo como padrinos a los señores Pedro Ramón Hernández y María de Jesús Moreno, propietarios de la finca El Llano del Amparo.

Juan de Dios contrajo nupcias con Ercilia Santiago Vergara y fueron los progenitores de Eulogio, Roberto, Cristino, Gilberto, Marcos, Emilia y Leonor Santiago Santiago.

Era un señor alto, nos dice una de sus nietas, de tes blanca, ojos azules, barba blanca cuando era mayor y muy cariñoso con los nietos, no los reprendía cuando cometían una falta, más bien encargaba a su esposa para que los corrigiera o les impusiera algún castigo cuando era necesario, de hecho, los abuelos criaron a varios nietos, entre ellos la informante1.

            No hay datos sobre sus aprendizajes en el arte de la apicultura, así como tampoco hay información de que otros vecinos suyos se dedicaran a este oficio, por lo que se supone que lo hizo de una manera autodidacta. Los meses de diciembre, enero y febrero eran los más a propósitos para retirar el producto de los panales, actividad que denominaba “castrar” las abejas.

Según cuenta la entrevistada2, a él nunca le picaban los insectos y no utilizaba protección especial para la labor, con excepción de un par de guantes para manipular los cajones. Para el proceso de “castración” comenzaba colocando bosta de vaca en un recipiente y le prendía fuego, el olor y el humo que producía el hornillo inundaba todo el recinto y apaciguaba a las abejas que salían para que el hombre realizara su trabajo. La actividad siempre la hacía en horas de la noche, a la luz de un candil.

El apiario era rústico, lo tenía muy cerca de su casa, pared por medio, estaba compuesto por unos treinta cajones de madera. En algunas oportunidades las abejas se iban y él con paciencia colocaba panela o papelón en los recipientes para que volvieran a llegar. 

 

El siguiente procedimiento consistía en poner a hervir los panales para separar la cera de la miel. El líquido era envasado en botellas de vidrio dispuestas para la venta. No tenía competencia, llegaban clientes desde todos los lugares del municipio y fuera de él. Había un señor Salvador que era su comprador favorito, pues adquiría el producto en grandes cantidades para preparar medicamentos caseros, como jarabes de frailejón con miel, para combatir la tos.

La cera obtenida del panal la hervía nuevamente, labor en la que le ayudaba su esposa, una vez derretida la utilizaban para construir velas, también para la venta. “Eran unas velas largas que la gente llamaba Vela del Alma, las mismas eran bendecidas por el sacerdote el dos de febrero de cada año, en la fiesta de la Candelaria. Cuando había un moribundo en la casa encendían una y la colocaban en sus manos para que le alumbrara el camino al más allá3”.

El único incidente que se recuerda fue el de un enjambre de abejas que se salió de los cajones y atacaron sin piedad a un burro de su propiedad, muriendo enseguida por causa de las picaduras4.

Otra de las actividades de Juan de Dios era la caza. Solía ir al páramo con sus cuñados Amador y Alejandro y después de varios días de faena llegaban con venados, lapas, lochas y otros animales silvestres, obtenidos gracias a su fina puntería con la escopeta.

Como todo habitante de Pueblo Llano también realizaba faenas agrícolas: cultivaba papas, maíz, trigo, caraotas, alverjas y otros productos que, una vez cosechados, trasladaba en su arreo de mulas para Barinas, Timotes y demás lugares cercanos. Su finca era relativamente grande, iba desde donde está la actual vía principal de El Pozo hasta un sector denominado La Laguna, en ella había dos eras para trillar el trigo y aporrear las arvejas.

tuvo un hermano y una hermana y en vida repartió la herencia entre sus hijos, estos fueron vendiendo sus derechos y toda la finca se convirtió en pequeñas parcelas.

Cuando murió, vendieron la casa, la persona que la compró, un tal Vicente Chongo, quemó las abejas, eliminando para siempre esta actividad en el municipio.

Juan de Dios Santiago, el último apicultor, falleció un día del mes de mayo de 1986, a la edad de 85 años.

Rafael Ramón Santiago

Cronista oficial del municipio Pueblo Llano.

 

Notas:

 

1)    Olivia Santiago, informante, 58 años, Pueblo Llano, 21 de enero de 2024.

2)    La informante anterior.

3)    Hermes de Jesús Santiago Santiago, 76 años, Pueblo Llano, 19 de enero de 2024.

4)    El mismo informante anterior.