martes, 20 de junio de 2017

Personajes de Pueblo Llano




Don Manuel Molina Ibisate


Don Manuel Molina Ibisate nació en el sector El Arenal, parroquia Milla de la ciudad de Mérida, estado Mérida, el 28 de enero de 1900, su madre se llamaba Encarnación Molina y era hijo natural del sacerdote Francisco Ibisate quien regentó la parroquia de Pueblo Llano, en calidad de interino, desde el 27 de diciembre de 1898 hasta el 20 de julio de 1899. Vivió con su madre y su abuela Vitalia Molina en Pueblo Llano hasta que tuvo la edad de 11 años. Su madre le enseñó a leer. La abuela Vitalia murió y enseguida también falleció su madre, motivo por el cual es llevado con un tío para Barinitas, quien era un general y poseía una buena biblioteca (posiblemente era el general Rafael Santiago Rivas), allí lee todo lo que le llega a sus manos, pero una fiebre lo afecta severamente y cae en cama, entonces es cuando su tía Narcisana Molina decide llevarlo para Mérida y se encarga de su educación, colocándolo a estudiar en la Escuela Picón donde termina su formación escolar.
Vivían en la parroquia El Espejo y allí comenzó un curso de Contabilidad, aprendió a llevar libros y simultáneamente ejercía de monaguillo en la Catedral. Sentía cierta vocación por el sacerdocio pero por su condición de ser hijo natural y además de un sacerdote, no le permitieron ingresar en el Seminario, luego entró a trabajar como ayudante de telegrafista, hasta que finalmente, con una edad de veinte y dos años se trasladó a Pueblo Llano donde comenzó a regentar una escuela privada en Miyoy por sugerencia de los hermanos Ortiz. Se esmeró para que Pueblo Llano tuviera una escuela de niñas y otra de varones, en esta gestión le ayudó la señorita Oliva Jerez hasta que finalmente se logró.
Para 1930, don Manuel Molina desempeñaba el cargo de maestro de la Escuela Federal de Varones Nº 58 de la II C.E. del Municipio Piñango. Le correspondió dirigir los actos en memoria de los cien años de la muerte de nuestro Libertador Simón Bolívar. En esta oportunidad fue el encargado de pronunciar sendos discursos con motivo de tal homenaje y después por la inauguración de la Plaza Bolívar. Para ese momento ya había editado tres números del periódico El Parameño, del cual se hicieron cuatro ediciones.
En 1933 comenzó a dar clases en Pueblo Llano en la Escuela Nº 58 donde permaneció hasta 1938, lo sustituyó en sus funciones Don Jesús María Espinosa, oriundo de la vecina población de Timotes.
Don Manuel era el encargado de los discursos oficiales cuando llegaba el obispo o algún personaje importante al pueblo, además ayudaba de vez en cuando en el molino de su suegro Balbino Paredes.
Don Manuel Molina fue un hombre muy preocupado por la situación de atraso que vivía su pueblo, entre su mayor desvelo estuvo la necesidad de que Pueblo Llano tuviera un presupuesto propio para poder resolver los diferentes problemas que confrontaba y para ello la única manera era que dejara de pertenecer al Distrito Miranda, cuya capital era Timotes. Abogaba para que se declarara como un distrito autónomo, junto con Santo Domingo y Las Piedras, para ello envió cartas a diferentes presidentes de la República en sus periodos de gobierno respectivos, solicitando tal designación.
Los amores con su futura esposa, Saturnina, no fueron muy bien vistos por el progenitor de la joven, Balbino Paredes y tuvieron que ausentarse de Pueblo Llano. El nuevo destino fue la capital de la república, Caracas donde nacieron sus hijas Elsa y las gemelas Vitalia y Manuela. Al poco tiempo se traslada a Barlovento a encargarse de una escuela nacional en el caserío La Macanilla de Telefor, era una hacienda que estaba a cargo de un hombre de religión judía. Los alumnos iban casi desnudos a clase por lo tanto don Manuel se esmeró por mejorar un poco esa situación de pobreza buscando algunas ayudas con gente en mejores condiciones. Allí muere una de sus hijas gemelas, Manuela, de seis meses de edad.
Cuando las aguas volvieron a su cauce y las relaciones con su suegro mejoraron, la familia, ya con dos hijas, regresa a Pueblo Llano donde nació Ángel Custodio en 1948. Al poco tiempo se trasladaron a la ciudad de Mérida para que sus hijos pudiesen culminar la educación primaria y la secundaria que no la había en Pueblo Llano.
Con la ayuda del su amigo el Dr. Eduardo Picón Lares consigue trabajar como amanuense del registro Subalterno de Mérida en 1951.
Después de la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez es designado como juez del municipio Pueblo Llano en 1960, era miembro del partido Acción Democrática, permaneciendo en el cargo hasta 1966.
Don Manuel manifestaba que no le gustaban los gremios y se declaraba librepensador. Elaboraba con maestría los expedientes, muy bien sustanciados y por eso lo apreciaban mucho los jueces superiores de Mérida, ellos reconocían su talento y su profesionalismo y sus colegas no querían que dejara su trabajo por el hecho de no ser profesional del derecho. De allí que él mismo les manifestó que no necesitaba del título, pues sus conocimientos eran mucho mayores que los jueces en ejercicio.
Al llegar a la presidencia el doctor Rafael Caldera, le ofrecieron darle el doctorado honoris causa para que continuara como juez en Mérida, pero don Manuel no aceptó. En aquella época comenzaron a exigían el título de abogado para ejercer el cargo de juez. Entonces comenzó a hacer las gestiones para su jubilación, encontrándose con grandes obstáculos pues argumentaban que “no tenía los años de servicio suficientes”. Después de hacer un informe justificativo de los años trabajados en la administración pública como docente y juez finalmente se la concedieron, posiblemente en 1970. De allí en adelante, se dedicó íntegramente a la escritura, pasaba noches enteras escribiendo --comentaba su esposa-- y ya con el alba recitaba sus oraciones particulares al sol.
Su hija mayor, Elsa, obtuvo en Mérida el título de maestra normalista y comenzó a trabajar en Pueblo Llano en 1962.
Don Manuel dejó inédito el libro Fragmentos de mi recreo que trata sobre las reflexiones filosóficas realizadas después de sus largas lecturas. En 1976, por iniciativa de la Asociación de estudiantes y trabajadores de Pueblo Llano residentes en Mérida, el personal del recién creado Liceo y otras personas, lograron que se reinaugura la biblioteca que lleva su nombre, para esa ocasión don Manuel pronuncia un efusivo discurso.
Después de una fructífera vida, murió en la ciudad de Mérida el 24 de junio de 1989 a la edad de 89 años. La biblioteca del municipio continúa llevando con orgullo su epónimo: “Biblioteca Pública Manuel Molina Ibisate”.

Rafael Ramón Santiago
Cronista Oficial del Municipio Pueblo Llano

1 comentario:

  1. Excelente publicación. Estos son los valores de la geohistoria regional y local que se deben divulgar.

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