Don Manuel Molina Ibisate
Don Manuel Molina Ibisate nació en el sector
El Arenal, parroquia Milla de la ciudad de Mérida, estado Mérida, el 28 de enero
de 1900, su madre se llamaba Encarnación Molina y era hijo natural del sacerdote
Francisco Ibisate quien regentó la parroquia de Pueblo Llano, en calidad de
interino, desde el 27 de diciembre de 1898 hasta el 20 de julio de 1899. Vivió con
su madre y su abuela Vitalia Molina en Pueblo Llano hasta que tuvo la edad de
11 años. Su madre le enseñó a leer. La abuela Vitalia murió y enseguida también
falleció su madre, motivo por el cual es llevado con un tío para Barinitas, quien
era un general y poseía una buena biblioteca (posiblemente era el general
Rafael Santiago Rivas), allí lee todo lo que le llega a sus manos, pero una
fiebre lo afecta severamente y cae en cama, entonces es cuando su tía Narcisana
Molina decide llevarlo para Mérida y se encarga de su educación, colocándolo a
estudiar en la Escuela Picón donde termina su formación escolar.
Vivían en la parroquia El Espejo y allí
comenzó un curso de Contabilidad, aprendió a llevar libros y simultáneamente
ejercía de monaguillo en la Catedral. Sentía cierta vocación por el sacerdocio
pero por su condición de ser hijo natural y además de un sacerdote, no le
permitieron ingresar en el Seminario, luego entró a trabajar como ayudante de
telegrafista, hasta que finalmente, con una edad de veinte y dos años se
trasladó a Pueblo Llano donde comenzó a regentar una escuela privada en Miyoy
por sugerencia de los hermanos Ortiz. Se esmeró para que Pueblo Llano tuviera
una escuela de niñas y otra de varones, en esta gestión le ayudó la señorita
Oliva Jerez hasta que finalmente se logró.
Para 1930, don Manuel Molina desempeñaba el
cargo de maestro de la Escuela Federal de Varones Nº 58 de la II C.E. del
Municipio Piñango. Le correspondió dirigir los actos en memoria de los cien
años de la muerte de nuestro Libertador Simón Bolívar. En esta oportunidad fue
el encargado de pronunciar sendos discursos con motivo de tal homenaje y
después por la inauguración de la Plaza Bolívar. Para ese momento ya había
editado tres números del periódico El Parameño, del cual se hicieron
cuatro ediciones.
En 1933 comenzó a dar clases en Pueblo Llano
en la Escuela Nº 58 donde permaneció hasta 1938, lo sustituyó en sus funciones
Don Jesús María Espinosa, oriundo de la vecina población de Timotes.
Don Manuel era el encargado de los discursos
oficiales cuando llegaba el obispo o algún personaje importante al pueblo, además
ayudaba de vez en cuando en el molino de su suegro Balbino Paredes.
Don Manuel Molina fue un hombre muy
preocupado por la situación de atraso que vivía su pueblo, entre su mayor
desvelo estuvo la necesidad de que Pueblo Llano tuviera un presupuesto propio
para poder resolver los diferentes problemas que confrontaba y para ello la única
manera era que dejara de pertenecer al Distrito Miranda, cuya capital era
Timotes. Abogaba para que se declarara como un distrito autónomo, junto con
Santo Domingo y Las Piedras, para ello envió cartas a diferentes presidentes de
la República en sus periodos de gobierno respectivos, solicitando tal
designación.
Los amores con su futura esposa, Saturnina,
no fueron muy bien vistos por el progenitor de la joven, Balbino Paredes y
tuvieron que ausentarse de Pueblo Llano. El nuevo destino fue la capital de la
república, Caracas donde nacieron sus hijas Elsa y las gemelas Vitalia y
Manuela. Al poco tiempo se traslada a Barlovento a encargarse de una escuela
nacional en el caserío La Macanilla de Telefor, era una hacienda que estaba a
cargo de un hombre de religión judía. Los alumnos iban casi desnudos a clase
por lo tanto don Manuel se esmeró por mejorar un poco esa situación de pobreza
buscando algunas ayudas con gente en mejores condiciones. Allí muere una de sus
hijas gemelas, Manuela, de seis meses de edad.
Cuando las aguas volvieron a su cauce y las
relaciones con su suegro mejoraron, la familia, ya con dos hijas, regresa a
Pueblo Llano donde nació Ángel Custodio en 1948. Al poco tiempo se trasladaron
a la ciudad de Mérida para que sus hijos pudiesen culminar la educación
primaria y la secundaria que no la había en Pueblo Llano.
Con la ayuda del su amigo el Dr. Eduardo
Picón Lares consigue trabajar como amanuense del registro Subalterno de Mérida
en 1951.
Después de la caída de la dictadura de Marcos
Pérez Jiménez es designado como juez del municipio Pueblo Llano en 1960, era
miembro del partido Acción Democrática, permaneciendo en el cargo hasta 1966.
Don Manuel manifestaba que no le gustaban los
gremios y se declaraba librepensador. Elaboraba con maestría los expedientes,
muy bien sustanciados y por eso lo apreciaban mucho los jueces superiores de
Mérida, ellos reconocían su talento y su profesionalismo y sus colegas no
querían que dejara su trabajo por el hecho de no ser profesional del derecho.
De allí que él mismo les manifestó que no necesitaba del título, pues sus
conocimientos eran mucho mayores que los jueces en ejercicio.
Al llegar a la presidencia el doctor Rafael
Caldera, le ofrecieron darle el doctorado honoris causa para que
continuara como juez en Mérida, pero don Manuel no aceptó. En aquella época
comenzaron a exigían el título de abogado para ejercer el cargo de juez.
Entonces comenzó a hacer las gestiones para su jubilación, encontrándose con
grandes obstáculos pues argumentaban que “no tenía los años de servicio
suficientes”. Después de hacer un informe justificativo de los años trabajados
en la administración pública como docente y juez finalmente se la concedieron, posiblemente
en 1970. De allí en adelante, se dedicó íntegramente a la escritura, pasaba
noches enteras escribiendo --comentaba su esposa-- y ya con el alba recitaba
sus oraciones particulares al sol.
Su hija mayor, Elsa, obtuvo en Mérida el
título de maestra normalista y comenzó a trabajar en Pueblo Llano en 1962.
Don Manuel dejó inédito el libro Fragmentos
de mi recreo que trata sobre las reflexiones filosóficas realizadas después
de sus largas lecturas. En 1976, por iniciativa de la Asociación de estudiantes
y trabajadores de Pueblo Llano residentes en Mérida, el personal del recién
creado Liceo y otras personas, lograron que se reinaugura la biblioteca que
lleva su nombre, para esa ocasión don Manuel pronuncia un efusivo discurso.
Después de una fructífera vida, murió en la
ciudad de Mérida el 24 de junio de 1989 a la edad de 89 años. La biblioteca del
municipio continúa llevando con orgullo su epónimo: “Biblioteca Pública Manuel
Molina Ibisate”.
Rafael Ramón Santiago
Cronista Oficial del Municipio Pueblo
Llano
Excelente publicación. Estos son los valores de la geohistoria regional y local que se deben divulgar.
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ResponderBorrarFRANCISCO GRISOLIA DAVILA. Tuve el honor de conocerte por ser compañeros como estudiantes y después como profesores. Compañero de su hijo Ángel Custodio Molina Paredes, profesor de arte en la Universidad de Los Andes. También como amigo de su inolvidable esposa y de sus hijas Elsa y Vitalia. Mi reconocimiento a Don Manuel QEPD
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