domingo, 19 de febrero de 2017

Personajes de Pueblo Llano



Inauguración de la plazoleta José Balbino Paredes en Miyoy, 19 de marzo de 2912.

José Balbino Paredes


La permanencia de un acontecimiento o personaje importante en la memoria colectiva de un pueblo o de un grupo social durante tantos años y a través de varias generaciones no es algo casual, hay elementos y circunstancias resaltantes que hacen posible que ese recuerdo grato no se extinga y quede grabado como un bien colectivo, como un ejemplo a seguir, como un valor del cual todos tienen derecho a sentirse orgullosos.



Algo similar ha sucedido en Pueblo Llano con el señor Balbino Paredes quien nació en este municipio el 1º de abril de 1887 y murió en 1952 en la ciudad de Mérida, a la edad de 65 años. A pesar de haber pasado ya, casi medio siglo de su desaparición física, en las conversaciones cotidianas de las actuales generaciones se habla de él y sus anécdotas como si fueran hechos cercanos, conocido de toda la vida.



Son muchas los relatos que hay sobre esta figura local y que se cuentan con frecuencia, particularmente el arrojo que demostró cuando sintió el llamado del propio General Gómez para ir a apresar al General José Rafael Gabaldón quien se había alzado en armas contra el Gobierno junto con sus peones y amigos en su hacienda Santo Cristo y en un acto de osadía, coraje y audacia Balbino llegó solo hasta donde estaba el General en armas y le pidió que se rindiera porque estaba rodeado. Como recompensa Gómez le dio el título de Coronel y un arreo de mulas de buena raza que las exhibió orgulloso por las calles del pueblo como trofeo de guerra, hazaña que le permitió unos años más tarde ser nombrado prefecto del pueblo y andaba armado todo el tiempo.



Pero Balbino no necesitaba estar en la administración pública para serle útil a su comunidad, le dolía el atraso en que se encontraba su terruño y soñaba despierto con ver un Pueblo Llano desarrollado, próspero y pujante; esa era su obsesión, no se quedaba en los meros deseos, era un luchador incansable, juntos con sus compadres y amigos Victoriano Paredes y Pedro Aquilino Santiago, se sentaban por largos ratos en una banca del corredor de la casa , acompañados de una botella de miche (para inspirarse, no para emborracharse) a trazar sus planes que en poco tiempo se convertían en realidad, gracias al entusiasmo y el trabajo colectivo que insuflaban a sus paisanos. Así surgió la construcción de una acequia denominado La Toma que lleva agua desde el río La Padilla por un trayecto de varios kilómetros hasta el sitio La Horca la cual sirvió para accionar un molino propiedad de Balbino y posteriormente una planta hidroeléctrica, además de servir para el consumo humano, de animales y como regadío, hoy aún de vital utilidad. Siguieron los convites y cayapas para la construcción de las paredes del cementerio, la capilla de la Santísima Trinidad y el arreglo de puentes y caminos, entre otros trabajos para el beneficio y prosperidad de la comunidad. Pero el hecho que más se recuerda con orgullo, agrado y euforia es la traída de la primera planta eléctrica desde la población de Timotes hasta pueblo Llano por el viejo camino de recuas en octubre de 1940. Parecía una hazaña imposible de realizar debido a lo pesado del objeto y lo agreste del camino, pero el empeño, ahínco y porfía puesta por Balbino, entusiasmó a sus paisanos e hicieron posible a través de un convite de ochenta hombres en cinco infatigables días poner la planta en Pueblo Llano. Así nos lo narra Cruz Alarcón, testigo de aquella proeza: …el primer día, desafiando el pesimismo de los timoteros, se echaron el dinamo al hombro y llegaron hasta Las Porqueras, allí pernoctaron y el segundo día, como en una caravana de hormiguitas, alcanzaron la Montañita o La Laguneta; el tercer día, venciendo obstáculos mayores coronaron El Alto, ya el cuarto día era en bajada y llegaron hasta el Say y el quinto día fue de júbilo, quemaron pólvora y el entusiasmo fue mayor que el cansancio cuando lograron descargar la preciada carga en el Molino... Logrando de esta manera sacar para siempre de la oscuridad a este pueblo junto con la vecina comunidad de Las Piedras.



Balbino era muy buen conversador, amante de visitar con frecuencia a sus amigos de Pueblo Llano, Las Piedras, Santo Domingo y otras localidades donde los tenía por montones, siempre se le escuchaba expresar la frase: “la cara hace milagros”, al referirse a lo importante y provechoso que era tratar un negocio de frente con el interlocutor, no a través de cartas o recados.



Balbino casó en cuatro oportunidades, primero con Gabina Ortiz con quien procreó a María José, Rito Ramón, Saturnina y María Antonia, al enviudar caso con Elvia Rosa, luego con María Luisa y finalmente con Belarmina Rondón, con las tres últimas no tuvo hijos. También era un hábil comerciante; pero además, empecinado jugador de dados y ajiley, actividades que desequilibraban muchas veces sus caudales adquiridos con esfuerzo y sacrificio en el ejercicio de la agricultura y el comercio.



Pero lamentablemente, el destino le jugó una mala pasada en los últimos años de su vida; en un altercado que tuvo con Rafael Salas, caporal del la carretera que se construía hacia Pueblo Llano, la enemistad, el odio y el rencor se apoderaron de Balbino y en un aciago día decidió quitarle la vida. Comenzó así su desgracia, para evadir la justicia huyó hacia Caracas y allí pasó los días más amargos de su existencia, en un mundo diferente, lejos de su pueblo, de su familia y de sus amigos, arrepentido una y mil veces de aquella decisión tan irracional y absurda. Vendía lotería para poder sobrevivir; hasta que alguien lo delató y lo trajeron preso hasta la ciudad de Mérida, donde por lo menos estaba más cerca de su gente que en masa acudían a visitarlo. Se dejó crecer la barba a imitación de los viejos caudillos que había conocido. Su saludo comenzó a empeorar y fue trasladado al hospital, al recuperarse un poco su abogado consiguió que le dieran la casa por cárcel, estuvo un tiempo donde su medio hermano José Torres cerca de la Cruz Verde de Milla, en la ciudad de Mérida, hasta que el Viernes de Dolores, 04 de abril de 1952, dejó de existir.



Como era de esperarse, el cadáver lo trajeron a sepultar a su pueblo, paradójicamente una semana antes de que llegara el primer vehículo por la carretera recién construida que venía a traer el progreso definitivo a Pueblo Llano tal y como él lo soñaba. El entierro fue en la noche, acompañado de antorcha hecha a propósito para la ocasión, como un presagio de que la luz de progreso que inspiraba sus acciones continuaba encendida a pesar de los errores que pudiera haber cometido, como ser humano que era.



Una plazoleta con su busto fue erigida muy cerca de donde fue su casa de habitación en El Molino, Miyoy, el 19 de marzo de 2012.

Rafael Ramón Santiago
Miembro de la Comisión
Municipal de Patrimonio
del Municipio Pueblo Llano

1 comentario:

  1. He leído este articulo con mucha atención, pues de este hombre no tenía conocimiento del más mínimo rasgo de su personalidad y de su lucha permanente por el progreso de su pueblo. Debo decir que los grandes hombres también cometen grandes errores y grandes equivocaciones. La historia es pletórica en casos similares, cómo el caso de Bolívar y su triste actuación con la entrega de Miranda a Monteverde el 31 de julio de 1812. Debo decir, por lo que pude oir en los corrillos de la familia Salas que en su agonía solictó la presencia de Virginia Salas, hermana de Rafael Salas, para pedirle perdón por su miserable actuación. De todo esto, sólo me queda la satisfacción de haber conocido a algunos de sus nietos y entre ellos a Angel Custodio y Blas Ramón, quien trabajó conmigo en la Superintendencia de Cajas de Ahorro en Caracas, sin saber yo en ese momento que una tragedia nos envolvía. Gracias, mil por enterarme!!

    ResponderBorrar