LAS LLUVIAS DE SAN JUAN
BAUTISTA
Imagen Cortesía de Marilyn González Rondón
Nuevamente
una onda tropical generada en el océano Atlántico golpea fuertemente a los
estados andinos de Venezuela. Las torrenciales lluvias de este 24 de junio de
2025, día que la Iglesia Católica dedicó a la celebración del llamado último
profeta, San Juan Bautista, ocasionaron la crecida de lagunas, ríos, quebradas
y riachuelos que produjeron grandes pérdidas materiales, zozobra, angustia y
nerviosismo en la población ubicada en sus riberas.
Gracias
a la tecnología que nos brinda los celulares pudimos ver al instante cómo se
generaban los eventos naturales en las diferentes regiones, particularmente en
nuestro páramo merideño: la crecida de los ríos Motatán, Chama y Santo Domingo
arrasaban con todo lo que encontraban a su paso, viviendas, sembradíos,
vehículos, puentes, árboles, afectando de esta manera la tranquilidad y la ya
precaria economía de sus habitantes. Nos obstante, en medio de tanta
tribulación, agradecemos a Dios porque, hasta la hora de escribir estas líneas,
no se han reportado personas fallecidas o heridas.
Las
crecidas de los ríos y quebradas para San Juan, o para sus días cercanos, ha
sido una constante cíclica de toda la vida, aunque ahora se repite con mayor
frecuencia debido al cambio climático. Nuestros antepasados indígenas andinos
le daban un carácter religioso a este fenómeno, decían que era la manera que
tenían sus dioses de reaccionar ante el maltrato que le daban los hombres a la
naturaleza. El dios que cuidaba las lagunas y los ríos se enojaba y decidía
irse de aquel lugar, ocasionando los desastres conocidos, a este fenómeno lo
denominaban “la mudanza del encanto”. Para calmarlo, algunos agüeros subían
hasta las cumbres a llevarle chimó y miche como ofrenda, pero a veces esto no
era suficiente para contentarlo.
En el
pasado cercano, también escuchábamos de nuestros abuelos mestizos frases como
“van a estar bravos los junios” o “estuvieron bravos los junios” refiriéndose
al mal estado del tiempo durante los meses de junio y julio. Otros comentaban,
“este año vino bravo San Juan”.
Es muy
lamentable los eventos de la naturaleza que hemos presenciado durante este
fatídico día, donde el esfuerzo de años para la construcción de una vivienda,
para la adquisición de un vehículo, para las siembras de semillas hechas con
tanto sacrificio, comprar enseres y demás bienes, se pierden en cuestión de
segundos. Por ello nos solidarizamos con todas las familias del país que han
sufrido esta tragedia, con las de los tres estados andinos y particularmente
para nuestros vecinos de los sectores El Caney, El Limoncito y La Primavera del
municipio Cardenal Quintero, del estado Mérida, que han tenido grandes pérdidas
materiales al igual que en otras oportunidades. Recordemos que el 22 de mayo de
1990, un derrumbe en El Caney, debido a las fuertes lluvias que saturaron el
suelo, acabó con la vida del sacerdote de Pueblo Llano Pbro. Emilio Ramírez
Montoya y su chofer José de los Santos Paredes. Trece años y doce días después,
el 03 de junio de 2003, ocurrió en el lugar una terrible vaguada donde una
enorme roca taponeó la quebrada La Sucia o La Primavera provocando su
desbordamiento con el lamentable saldo de la pérdida de varias viviendas y
numerosas vidas humanas. Ese mismo día también se desbordaron las quebradas de
El Pueblo, en el municipio Pueblo Llano y Santa Filomena, que sirve de límite
de éste con el municipio Cardenal Quintero, fuentes de agua que también
ocasionaron pérdidas humanas y materiales. Veintidós años y 21 día después, el
río Santo Domingo, que creció como nunca, afecta ahora nuevamente a los
habitantes de este lugar, particularmente a los habitantes de El Caney, que
como se puede apreciar es muy vulnerable a las lluvias.
Agradecemos
las diferentes muestras de solidaridad de la gente de los pueblos vecinos y de
otros sitios para con los afectados, esperamos que las autoridades oficiales
brinden el apoyo económico y psicológico urgente para que vuelva la
tranquilidad al lugar, que puedan construir sus viviendas nuevamente en lugares
menos riesgosos, que adquieran los enseres necesarios y la ayuda crediticia
para seguir produciendo.
A nivel general, de igual manera solicitamos la reparación de todos los puentes que se han caído y el despeje de las vías debido a los derrumbes, apremia sacar los productos precederos con urgencia, pues, como es bien sabido, los Andes son la despensa de Venezuela.
Rafael
Ramón Santiago
Cronista
Oficial de Pueblo Llano
(24/06/25).