
Acequia “La Toma” en el sector La Horca, 1986.
Los
cronistas encargados de describir las actividades agrícolas indígenas encontradas
por los primeros europeos en su llegada a tierras andinas venezolanas como los
frailes Pedro de Aguado, Pedro Simón y Juan de Castellanos, hicieron
referencias y comentarios favorables a las técnicas de cultivo que empleaban
los pueblos originarios, entre ellas los andenes para las labranzas en terrenos
de grandes pendientes, los estanques y acequias para los regadíos donde
escaseaba el agua, entre tantas otras.
Observaron, por otra
parte, que los pueblos estaban estratégicamente asentados en sitios donde
podían disponer de recursos suficientes como leña y agua, pero a medida que la
población crecía veían la necesidad de construir terrazas con muros o cimientos
de piedra para evitar el deslave y la erosión, acequias para distribuir
racionalmente el agua, en algunos casos el líquido era almacenado en estanques que
ellos mismos construían. También levantaron caneyes para guardar la producción
agrícola que era la base de su sustento”1.
En la
Visita realizada en 1619 por el Oidor Alonso Vásquez de Cisneros a la provincia
de Mérida, encontramos que el escribano Rodrigo Zapata hace referencia de una
acequia que estaba en la mesa de El Esfafiche, en el valle de Santo Domingo,
donde la misma ya era utilizada por los indígenas desde hacía mucho tiempo
atrás y consideraba que aquella era fundamental para fundar allí un nuevo
pueblo con las encomiendas de Pueblo Llano, Aracay, Las Piedras y Santo Domingo2.
Ya en el
siglo XX, tres ciudadanos de Pueblo Llano, herederos del proceso de mestizaje
transcurrido durante centurias, pero con la sabiduría extraída de sus raíces
indígenas, decidieron un buen día construir una acequia que los beneficiaría
personalmente, pero, también a sus vecinos y a las generaciones que los
sucedieron, como veremos en este escrito. Se trataba de los señores Pedro
Aquilino Santiago Torres, Balbino Paredes y Victoriano Paredes, propietarios de
tierras en los sectores La Horca, Miyoy y La Capilla, respectivamente, quienes
eran buenos agricultores con una gran visión de progreso y futuro.

Señor Pedro Aquilino Santiago Torres.
Los
domingos o fiestas de guardar tomaban un tiempo para visitarse y conversar
sobre proyectos comunes. La amistad que los unía y el aprecio que se profesaban
mutuamente los llevó a tratarse de hermanos. En aquellas largas y amenas
conversaciones, acompañados moderadamente con algunos sorbos de aguardiente,
miraban con optimismo el futuro de su pueblo y comenzaban a elaborar planes:
“nosotros tenemos buenas casas de tejas, decían, pero nuestro Patrón La
Santísima Trinidad, está en un rancho que ya se cae”, y enseguida se dividían
el trabajo y pasaban a construir una capilla decente para el Patrón; lo mismo
ocurrió con el cercado de tapia para el cementerio, fueron varias las cayapas
convocadas para culminar con éxito el proyecto emprendido. Pero el mayor
atrevimiento había sido la construcción de una acequia que recorría por sus terrenos
quebradizos una distancia de dos kilómetros y medio, aproximadamente, desde el
sector El Cedro de Mutús, tomando el líquido de la quebrada La Padilla, pasando
luego por Miyoy, El Molino, La Conquista, La Capilla, La Horca, hasta cerca de
La Punta, donde vertería sus aguas a la quebrada El Pueblo, obra de ingeniería
que bautizaron como “La Toma”.
Como
siempre, estos líderes comunitarios estaban ocupados en sus siembras
particulares de trigo, maíz, papas, arvejas y tenían que planificar el tiempo
propicio, en verano, para realizar los convites con sus peones y voluntarios e
ir construyendo la zanja que se constituiría en la nueva acequia. La señora María
Olegaria Santiago de Montilla, hija del señor Pedro Aquilino Santiago Torres y
tía del suscrito, comentaba: “nos parábamos de madrugada para moler el maíz
y hacer ‘rumas’ de arepas para los obreros que estaban abriendo La Toma, luego
las llevábamos hasta el lugar donde venía la zanja, lo mismo hacíamos con los
almuerzos, aquellas eran olladas y olladas de sopa, papas cocidas, chicha y
garrafas de miche. Pero, por más que se esforzaban, el trabajo no era fácil,
cuando venía la época de deshierbo o cosechas de las matas sembradas tenían que
dejar la construcción de la zanja para otra oportunidad. Además, había algunas personas
muy egoístas y envidiosas que no la dejaban pasar la quebrada por sus terrenos
y mi papá tenía que pagarles el derecho para que pasara, les daba el dinero,
pero no hacían recibos ni documentos”3.
En entrevista con el
señor Pablo Antonio Rendón Santiago, quien participó muy joven en la
construcción de La Toma, tenía 12 años, nos indicó que la misma fue culminada
el 18 de febrero de 19254. Por su parte, doña María Olegaria
recordaba con mucha alegría aquel día. Comentaba que les llevaron el almuerzo a
los obreros como siempre, pero en el momento en que comenzó a correr el agua
por la acequia con gran velocidad, sin detenerse en ningún lugar ni provocar
derrumbes, los gritos de alegría no se hicieron esperar, las garrafas de miche
pasaban de mano en mano, el líquido los estimuló tanto en aquel momento de
euforia que se olvidaron por completo de almorzar. Todos saltaban de emoción y
a Rufo, su hermano de ocho años, uno de los obreros le quitó el sombrero y lo tiró
a la quebrada para calcular el caudal que llevaba, el sombrero comenzó a bajar
con tanta prisa que el niño no pudo volver a recuperarlo5.

Estatua del señor Balbino Paredes en la plazoleta Miyoy.
Cuando
el trabajo estuvo listo, la visión económica de Balbino Paredes no se hizo
esperar, al poco tiempo construyó un molino para moler trigo, empresa que vino
a traer un beneficio adicional a la comunidad y como si esto fuera poco,
también colocaron allí, a principio de la década de los años cuarenta del siglo
XX, una turbina para accionar una planta hidroeléctrica, donada por el Estado6,
que proporcionó energía a Pueblo Llano y Las Piedras por más de tres décadas.
Don
Victoriano Paredes tuvo agua fresca para que sus animales abrevaran en el sector
La Capilla y también para poder regar sus plantaciones, actividad que continuó
su esposa e hijos, porque lamentablemente perdió la vida siete años después de
haberse culminado La Toma.
Por su
parte, el señor Pedro Aquilino Santiago Torres quien vivía en un terreno
alquilado a la Iglesia en el sector La Capellanía, decidió construir su casa en
terreno propio en el sitio denominado La Horca, la mencionada quebrada, además
de pasar por todas sus propiedades, llegó a escasos metros de su nueva vivienda
para mayor comodidad.
Con el
correr del tiempo, herederos de los pioneros y otros propietarios de los
lugares señalados, en el año 2002 hicimos llegar una petición al alcalde de
entonces donde se solicitaba que tan
importante obra de ingeniería y de sabiduría ancestral fuese declarada
Patrimonio Municipal con la inclusión de un Reglamento de Protección,
Conservación y Mantenimiento de la misma, debido a la cantidad de usuarios que
se benefician de ella y el peligro que corría debido a la falta de
mantenimiento, al vertedero irresponsable de sustancias tóxica, a la falta de
una planificación para los turnos de riego, etc7. En aquella oportunidad
solo se consiguió el contrato de varios obreros para hacer un deshierbe y
dragado.
Ahora, a
cien años de haberse culminado tan visionaria iniciativa, acudimos nuevamente a
las autoridades de turno para renovar la petición sobre la declaratoria de
Patrimonio Municipal, de esta manera las generaciones presentes y futuras,
además de valorar la sabiduría de nuestros antepasados, deben ser educadas para
mantener, conservar y mejorar la valiosa obra que venimos refiriendo.
Rafael Ramón Santiago
Cronista Oficial del
municipio Pueblo Llano
(18/02/25).
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Notas:
(1) Edda O. SAMUDIO A. Los Pueblo de Indios de Mérida.
Anuario de Historia Regional y de Las Fronteras N° 2-3. p. 50.
(2) Colección Los Andes. Archivo General de la Nación.
Traslados del Archivo Nacional de Colombia. Ciudades de Venezuela. Tomo R 22.
Biblioteca Salas Febres Cordero, Mérida, Venezuela, p. 105.
(3) Informante: María Olegaria Santiago de Montilla, 86 años,
Pueblo Llano, 12 de febrero de 1992.
(4) Informante: Pablo Antonio Rendón Santiago, 85 años,
Pueblo Llano, 05 de agosto de 2008.
(5) Informante: María
Olegaria Santiago de Montilla, 86 años, Pueblo Llano, 12 de febrero de 1992.
(6) Gaceta del Estado Mérida. Decreto sobre la instalación de
la planta hidroeléctrica para Pueblo Llano y Las Piedras emitido por el
presidente del Estado Mérida J. D. Célis Paredes. Mérida, 16 de julio de 1941.
(7) Rafael Ramón SANTIAGO. Una acequia histórica que debe
conservarse. Diario Frontera. p. 5A., Mérida, jueves 25 de abril del 2002.