NOVIBÚ
Algunos topónimos
indígenas son como aquellos viejos robles que se podan o cortan, pero que al
poco tiempo comienzan a retoñar como si se tratara de una resurrección. Con el
afán de castellanizar todo lo que encontraba a su paso, la conquista íbera
cambiaba a su antojo cualquier sitio, quebrada, loma, río, meseta, por un
nombre que les recordara su lugar de procedencia. Así, Juan Rodríguez Suárez y
los demás soldados que lo acompañaron en 1558 en la fundación de la ciudad de
Mérida quisieron perpetuar todos los elementos de la Mérida extremeña en estos
valles y mesetas de las Sierras Nevadas. Al impetuoso Chama le cambiaron el
nombre por el del apacible Guadiana, pero este nuevo nombre no cuajó, cosa que
si ocurrió con el nombre del río Albarregas hispano que borró para siempre la
designación indígena que seguramente tuvo esta fuente de agua local.
Cuando
en el siglo XVII el escribano Rodrigo Zapata, por orden del Visitador Oficial
Alonso Vásquez de Cisneros, recorrió los valles de Pueblo Llano, Aracay y Santo
Domingo en 1619, para poder levantar su informe, no le quedó otra alternativa
que escuchar con detenimiento, una y otra vez, el sonido gutural que emitía el intérprete
asignado para poder llevarlo al papel de la mejor manera posible.
Leyendo con
detenimiento la transcripción de aquellos legajos que hizo el Hermano Nectario
María y su equipo, y que hoy reposa en la Biblioteca Nacional Sala Tulio Febres
Cordero de la ciudad de Mérida, encontramos varias palabras indígenas anotadas
allí, aunque se han perdido la mayoría de ellas y otras se van transformado con
el paso del tiempo como el caso que nos ocupa.
Para
1619 el camino que comunicaba los pueblos indígenas de Pueblo Llano y Las Piedras
pasaba por los sitios que hoy se conocen como La Capilla, La Horca, La Punta y
La Quinta. Bajando por aquel lugar nos encontramos, a mano izquierda, con el
actual río Chinó, pero Rodrigo Zapata anotó que se llamaba Canagua y más abajo
recibía el nombre de Las Piedras. A mano derecha se encontraba la actual
Quebrada del Pueblo, registrada por el escribano como Mucumbam1.
En el
mismo legajo, Zapata informa que la llamada Quebrada Las Piedras también
recibía el nombre de Chacmibu2.
Ahora
bien, la cuesta que se encuentra entre los actuales sectores El Fraile y La
Punta, por donde pasaba el camino viejo referido, recibía el nombre de
Chacnumibu3 y otra quebrada que en la actualidad sirve de límite a
los municipios Pueblo Llano y Cardenal Quintero, denominada Santa Filomena, es
apuntada con el nombre indígena de Chalmibu4.
Un
nombre más aparece en el escrito donde se designa como Chalmomi a una quebrada
de Pueblo Llano, suponemos que es la misma Quebrada del Pueblo5.
Desconocemos
documentos posteriores donde se vuelva a hacer referencia a estos topónimos,
solo es hasta finales del siglo XIX, durante el repartimiento de los resguardos
indígenas, cuando aparecen en el mismo lugar, es decir, entre El Fraile y La
Punta, topónimos indígenas parecidos como Noribu, Nivibu, Novilu y Mabibu6.
En el
siglo XX, gran parte de las pequeñas parcelas adjudicadas a los naturales en el
lugar nombrado fueron adquiridas por compra por el abuelo de quien esto escribe,
don Pedro Aquilino Santiago Torres. En los documentos se hace referencia a la
Vega de Nobibú o Novibú y el camino de Nobibú, que es el nombre que ha llegado
hasta nuestros tiempos7.
Ya, en pleno siglo XXI, escuchamos con beneplácito, el pasado mes de marzo de 2024, en una emisora local, la promoción de una frutería situada en la avenida Sucre con calle Chimborazo de esta población que lleva el sonoro nombre de “Frutas y verduras Nuvibú”, propiedad del amigo Israel Rangel. Le damos nuestra enhorabuena por esta iniciativa que, además de rescatar aquellas palabras que pronunciaban nuestros antepasados, permite afianzar nuestro sentido de pertenencia. “Frutas y verduras Nuvibú” junto con “Comercial Masirey” de la señora Mary González, son loables iniciativas que nos hacen sentir orgullosos de lo nuestro ante la arrolladora ola del mundo globalizado donde se quieren imponer idiomas, cultura y formas de pensar. Ojalá y estas decisiones locales sean emuladas en el futuro, pues voces como Mupate, Cuique, Mutús, Miyoy, Chinó, Mucachire, Matiturote, Cheche, Guache, Siote, Betijoque, Bicuyique, Guaricha, Majó, Macasay, Chaos, Cataure, entre muchas otras, esperan volver a ser escuchadas y apreciadas por las nuevas generaciones.
Rafael Ramón Santiago
Cronista Oficial del municipio Pueblo Llano.
Fotografías de Alexander Paredes.
Notas:
(1) Archivo General de la Nación (AGN). Traslados.
Archivo Histórico Nacional de Colombia. Ciudades de Venezuela. Biblioteca
Nacional Sala Febres Cordero Biblioteca Febres Cordero, Mérida, Venezuela. Tomo
R 19. p. 83.
(2) Ibidem. p. 128.
(3) Ibidem. p. 154.
(4) Ibidem. p. 176.
(5) Ídem.
(6) María Judith PAREDES SANTIAGO: Adjudicación por
familias y lugares de los Resguardos Indígenas de Pueblo Llano (1887-1889).
Archivo del Concejo del Municipal de Pueblo Llano, estado Mérida. Inédito.
(7) Archivo de Pedro Aquilino Santiago Torres, en
resguardo del suscrito.
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