jueves, 29 de agosto de 2024

NOVIBU


NOVIBÚ

            Algunos topónimos indígenas son como aquellos viejos robles que se podan o cortan, pero que al poco tiempo comienzan a retoñar como si se tratara de una resurrección. Con el afán de castellanizar todo lo que encontraba a su paso, la conquista íbera cambiaba a su antojo cualquier sitio, quebrada, loma, río, meseta, por un nombre que les recordara su lugar de procedencia. Así, Juan Rodríguez Suárez y los demás soldados que lo acompañaron en 1558 en la fundación de la ciudad de Mérida quisieron perpetuar todos los elementos de la Mérida extremeña en estos valles y mesetas de las Sierras Nevadas. Al impetuoso Chama le cambiaron el nombre por el del apacible Guadiana, pero este nuevo nombre no cuajó, cosa que si ocurrió con el nombre del río Albarregas hispano que borró para siempre la designación indígena que seguramente tuvo esta fuente de agua local.

            Cuando en el siglo XVII el escribano Rodrigo Zapata, por orden del Visitador Oficial Alonso Vásquez de Cisneros, recorrió los valles de Pueblo Llano, Aracay y Santo Domingo en 1619, para poder levantar su informe, no le quedó otra alternativa que escuchar con detenimiento, una y otra vez, el sonido gutural que emitía el intérprete asignado para poder llevarlo al papel de la mejor manera posible.

Leyendo con detenimiento la transcripción de aquellos legajos que hizo el Hermano Nectario María y su equipo, y que hoy reposa en la Biblioteca Nacional Sala Tulio Febres Cordero de la ciudad de Mérida, encontramos varias palabras indígenas anotadas allí, aunque se han perdido la mayoría de ellas y otras se van transformado con el paso del tiempo como el caso que nos ocupa.

            Para 1619 el camino que comunicaba los pueblos indígenas de Pueblo Llano y Las Piedras pasaba por los sitios que hoy se conocen como La Capilla, La Horca, La Punta y La Quinta. Bajando por aquel lugar nos encontramos, a mano izquierda, con el actual río Chinó, pero Rodrigo Zapata anotó que se llamaba Canagua y más abajo recibía el nombre de Las Piedras. A mano derecha se encontraba la actual Quebrada del Pueblo, registrada por el escribano como Mucumbam1.

            En el mismo legajo, Zapata informa que la llamada Quebrada Las Piedras también recibía el nombre de Chacmibu2.

            Ahora bien, la cuesta que se encuentra entre los actuales sectores El Fraile y La Punta, por donde pasaba el camino viejo referido, recibía el nombre de Chacnumibu3 y otra quebrada que en la actualidad sirve de límite a los municipios Pueblo Llano y Cardenal Quintero, denominada Santa Filomena, es apuntada con el nombre indígena de Chalmibu4.

            Un nombre más aparece en el escrito donde se designa como Chalmomi a una quebrada de Pueblo Llano, suponemos que es la misma Quebrada del Pueblo5.

            Desconocemos documentos posteriores donde se vuelva a hacer referencia a estos topónimos, solo es hasta finales del siglo XIX, durante el repartimiento de los resguardos indígenas, cuando aparecen en el mismo lugar, es decir, entre El Fraile y La Punta, topónimos indígenas parecidos como Noribu, Nivibu, Novilu y Mabibu6.

            En el siglo XX, gran parte de las pequeñas parcelas adjudicadas a los naturales en el lugar nombrado fueron adquiridas por compra por el abuelo de quien esto escribe, don Pedro Aquilino Santiago Torres. En los documentos se hace referencia a la Vega de Nobibú o Novibú y el camino de Nobibú, que es el nombre que ha llegado hasta nuestros tiempos7.

            Ya, en pleno siglo XXI, escuchamos con beneplácito, el pasado mes de marzo de 2024, en una emisora local, la promoción de una frutería situada en la avenida Sucre con calle Chimborazo de esta población que lleva el sonoro nombre de “Frutas y verduras Nuvibú”, propiedad del amigo Israel Rangel. Le damos nuestra enhorabuena por esta iniciativa que, además de rescatar aquellas palabras que pronunciaban nuestros antepasados, permite afianzar nuestro sentido de pertenencia. “Frutas y verduras Nuvibú” junto con “Comercial Masirey” de la señora Mary González, son loables iniciativas que nos hacen sentir orgullosos de lo nuestro ante la arrolladora ola del mundo globalizado donde se quieren imponer idiomas, cultura y formas de pensar. Ojalá y estas decisiones locales sean emuladas en el futuro, pues voces como Mupate, Cuique, Mutús, Miyoy, Chinó, Mucachire, Matiturote, Cheche, Guache, Siote, Betijoque, Bicuyique, Guaricha, Majó, Macasay, Chaos, Cataure, entre muchas otras, esperan volver a ser escuchadas y apreciadas por las nuevas generaciones.    

Rafael Ramón Santiago

Cronista Oficial del municipio Pueblo Llano.

Fotografías de Alexander Paredes.

Notas:

(1)  Archivo General de la Nación (AGN). Traslados. Archivo Histórico Nacional de Colombia. Ciudades de Venezuela. Biblioteca Nacional Sala Febres Cordero Biblioteca Febres Cordero, Mérida, Venezuela. Tomo R 19. p. 83.

(2)  Ibidem. p. 128.

(3)  Ibidem. p. 154.

(4)  Ibidem. p. 176.

(5)  Ídem.

(6)  María Judith PAREDES SANTIAGO: Adjudicación por familias y lugares de los Resguardos Indígenas de Pueblo Llano (1887-1889). Archivo del Concejo del Municipal de Pueblo Llano, estado Mérida. Inédito.

(7)  Archivo de Pedro Aquilino Santiago Torres, en resguardo del suscrito.


 

domingo, 4 de agosto de 2024

LX ANIVERSARIO DE LA COOPERATIVA AGRICOLA "LA TRINIDAD"

 


LX ANIVERSARIO DE LA COOPERATIVA AGRICOLA “LA TRINIDAD” DE PUEBLO LLANO

            Ha pasado una década ya del día en que estuvimos celebrando con gran entusiasmo, alegría y una nutrida participación el primer medio siglo de la Cooperativa Agrícola “La Trinidad” de Pueblo Llano, estado Mérida. Aquel evento ocurrió el 05 de agosto de 2014, fecha escogida por el Comité de Administración de entonces para el encuentro referido, directivos que tuvieron la gentileza de asignarme la responsabilidad de leer el discurso de orden.

            Con un vistoso desfile, ataviados con franelas de los colores que identifican el cooperativismo, emprendimos la caminata desde la sede principal, situada en el caserío Miyoy, hasta la plaza Bolívar donde ofrendamos al Libertador. Luego, se realizó un Te Deum en la Iglesia parroquial, hoy Santuario Santísima Trinidad, y allí posteriormente se leyeron acuerdos y discursos, pasando después a un agasajo en las instalaciones del gimnasio José Félix Ribas. Del aquel acontecimiento recordamos los rostros de algunos de los socios fundadores, que hoy, lamentablemente, ya no se encuentran con nosotros, como los de Eusebio Rondón, Estanislao Paredes, Marcelino Rendón, José de La Cruz Alarcón, entre otros.

Pbro. Alejandro Arias.

            En realidad, lo que ocurrió el 05 de agosto de 1964 fue el inicio del cooperativismo en Pueblo Llano, tal como lo publicamos en nuestro libro en 19911. Allí referíamos que todo comenzó con una inquietud del sacerdote de la parroquia, Pbro. Alejandro Arias quien consideró que era necesario la creación en Pueblo Llano de una cooperativa de ahorro y crédito, pues en aquella época se “estaba empezando a construir la represa hidroeléctrica José Antonio Páez a pocos kilómetros de esta localidad y posiblemente muchas personas de la zona irían a trabajar como obreros en la misma. Los salarios que allí se devengarían serían mayores que los obtenidos en las labores agrícolas y la gente al ganar más dinero abandonaría el campo, cuestión que de por sí significaba un grave problema. Pero además de esto, la falta de educación en el ahorro, llevaría a los habitantes del pueblo a malgastar fácilmente el dinero obtenido con tanto sacrificio, especialmente en licor2. Con la creación de una cooperativa de ahorro y crédito, consideraba el sacerdote, se podía educar a la gente para evitar el derroche de una abundancia que sería momentánea.

            Socializada la inquietud, el prelado se trasladó a la ciudad capital, a las oficinas del Centro de Educación Cooperativa de Mérida (CEDECOM) para solicitar información y asesoría, como en efecto la obtuvo con el envío de dos especialistas en la materia, señores Heriberto Molina Guillén y Taurino Briceño, quienes llegaron al municipio y tuvieron la primera reunión en la casa de la señora Quintiliana Molina Ortiz, como ya dijimos, el 05 de agosto de 19643.     

            Las reuniones continuaron, el suscrito y otros niños y jóvenes curiosos asistíamos a aquellas reuniones de adultos, donde observábamos que hombres y mujeres se iban entusiasmando con la novedosa idea. Recuerdo con claridad la pedagogía que utilizaban los instructores en sus talleres, mostraban diferentes láminas y explicaban con paciencia y ejemplos los siete principios del cooperativismo: 1) Libre Ingreso, 2) Control Democrático, 3) Retorno de Excedentes, 4) Ayuda Mutua, 5) Neutralidad, 6) Educación y 7) Integración. A todo esto, se sumaban las películas sobre el tema que eran proyectadas con regularidad en una pared de la Casa Cural, los folletos que repartían y los pasajes sobre cooperativismo que traían algunos libros y que el señor Emilio Antonio Paredes nos hacía leer a los muchachos de entonces, sosteniendo un micrófono en la mano para desafiar nuestra timidez. Aquellas voces titubeantes llegaban más allá de la casa del señor Primitivo Santiago, donde estuvo la primera sede, a través de un parlante colocado en el dintel de una ventana.

            Nunca podré borrar de mi mente las láminas donde se explicaba de una forma sencilla el principio de la Ayuda Mutua. En las primeras estaban dibujados dos burros sujetados del cuello, uno del otro, con una cabuya. Ambos tiraban con fuerza de la cuerda para intentar alcanzar sendos prados de pasto que se encontraban en lugares opuestos, pero, en la situación que se hallaban no podían culminar su propósito. Después de darse cuenta de la dificultad que tenían, finalmente se ponían de acuerdo para comer tranquilamente en los dos prados. El ejemplo era convincente, incluso para los niños allí presentes, la moraleja dejada era que “poniéndose de acuerdo y con la ayuda mutua, hasta los animales podían obtener beneficios”.

            El entusiasmo por conformar la cooperativa nunca decayó y en vez de una se constituyen dos, una de ahorro y crédito y la otra agrícola. Dos de los primeros socios fundadores, señores Santiago Vilera Solórzano y Emiliano Salcedo, escribieron sendas monografías sobre el origen de la Cooperativa Agrícola “La Trinidad”, ellos lo ubican, como fecha fundacional, el 26 de diciembre4 de 1964 cuando “decidieron hacer una reunión en la Plaza Bolívar con la finalidad de darle una mayor publicidad a la inquietud y a la vez hacer la primera inscripción de socios para saber con cuántas personas se contaba. Con una silla y una mesa prestada del Juzgado del Municipio se dio inicio a la reunión. La gente se agolpó curiosamente en torno al pequeño grupo, querían saber de qué se trataba aquello que parecía más un acto político que otra cosa, ya que una reunión en la mitad de la Plaza Bolívar era poco usual5. Había que comenzar, y para dar el ejemplo, los que ya habían realizado el curso y estaban promoviendo la cooperativa agrícola se inscribieron allí mismo, dando el diez por ciento del certificado de aportación establecido por los estatutos del cooperativismo, quedando como primeros socios los señores: Sinforiano Rondón, Heliodoro Santiago, Santiago Vilera S., Estanislao Paredes, Eugenio Quintero, Marcelino Rendón, Emiliano Salcedo6 y otros que se fueron sumando los días sucesivos.

            Hubo una asamblea general el 10 de agosto de 1965 para conformar legalmente la Cooperativa, pero el acta levantada allí se extravió y fue necesario hacer otra más el 15 de enero de 1966, donde finalmente se levantó una nueva que quedó autenticada en el juzgado del municipio bajo el N° 58, folios 87v al 91 de los libros de Autenticaciones de fecha 24 de agosto de 19667.   

            Como hemos visto, la Cooperativa Agrícola “La Trinidad” tuvo un parto difícil, los comienzos tampoco fueron fáciles, pero, los socios la consideraron desde el inicio como su propia casa y estuvieron dispuestos a hacerle frente a los obstáculos que iban surgiendo. La organización fue creciendo y pasó a formar parte indispensable del desarrollo y progreso de Pueblo Llano, adquirieron una casa en el casco urbano y otra en el sector Miyoy donde está su sede principal, también se encuentra bajo su responsabilidad un depósito de insumos agrícolas en el sector La Capellanía. La Cooperativa ha sido un centro de organización, administración, enseñanza y servicio al público donde todo el municipio se ha beneficiado.

Sede de la Cooperativa en el sector Miyoy.

 La venta de insumos agrícolas como semillas importadas, abonos, sacos, insecticidas, fungicidas, herbicidas y otros productos indispensables para los agricultores ha sido su fuerte, logrando con sus precios solidarios frenar la especulación de estos productos que desde el inicio del auge agrícola en el municipio comenzó a surgir, golpeando el bolsillo del eslabón más vulnerable de la cadena productiva. Ahora la Cooperativa también cuenta con una funeraria que presta servicios a los socios y al público en general.  

            La institución, durante sus ya sesenta años de existencia, ha tenido un conjunto de experiencias muy interesantes que en un limitado artículo es muy difícil exponer, pero, no podemos dejar de mencionar la gerencia que asumió en la administración de un Centro de Acopio que se instaló en la entidad por parte de la Corporación de Mercadeo Agrícola, participando, además, en la fundación de la Federación Nacional de Centros de Acopio. La experiencia lamentablemente tuvo muy poca duración debido a factores externos, como la corrupción que se generó en el ente gubernamental llevando al fracaso a la mayoría de los Centros de Acopio instalados en el país; de igual manera, los socios de la Cooperativa participaron en la fundación de la Federación de Productores de Papa y Hortalizas de Venezuela, como siempre, en la búsqueda de mejores beneficios para todos los agricultores.

            La formación de los socios siempre ha sido permanente a través de la aplicación de los estatutos, cursos, talleres y otros encuentros, destacándose el diplomado de Promotores Sociales dictado por el Programa de Estudios Abiertos en Desarrollo Social perteneciente a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad de Los Andes. Por otra parte, los libros de actas que se llevan, con lujo de detalles, en las asambleas generales y extraordinarias, son fuente inagotable para la realización de trabajos de investigación a todos los niveles educativos sobre organización agrícola, incluso han servido para la realización de tesis de doctorado en varias universidades prestigiosas del mundo como la Universidad de Granada en España8 y la Universidad de Manchester en Inglaterra9. Las asambleas mismas son cátedras de cómo debe llevarse una reunión, constatando el cuórum reglamentario, dando a conocer con antelación la agenda, siguiendo los puntos con regularidad, respetado el derecho de palabra, sometiendo a votación todas las propuestas, incluso, después de tener acaloradas discusiones, y finalmente haciendo respetar los acuerdos. De igual manera, el manejo con pulcritud del dinero y los insumos que se ponen bajo la administración de los directivos, la vigilancia permanente, los correctivos necesarios y a tiempo, entre otros detalles, han sido fundamentales para que la organización haya prevalecido durante tanto tiempo. Por todo lo expuesto, no en vano, siempre se ha venido repitiendo, y con razón, que la Cooperativa Agrícola “La Trinidad” es la universidad de los agricultores. 

            Finalmente, valga el símil siguiente para indicar que la Cooperativa Agrícola “La Trinidad” ha sido el muro de contención para aquellos que han querido hacerse con el monopolio de las ventas de insumos agrícolas en el municipio, para aquellos que han querido infiltrar sus ambiciones politiqueras entre los socios, y también,  lamentablemente, para aquellos “socios que a pesar de haber recibido los beneficios directos e indirectos, todavía no entienden que la Cooperativa es de ellos…”9. 

            Al llegar a los sesenta años de sus inicios, después de haber pasado por el sunami de la inflación, la escasez, la falta de combustible, el desencanto y otras calamidades que atravesó el país, con mayor fuerza en la segunda década de lo que va del siglo XXI, y del cual se sigue sintiendo las secuelas, somos optimistas en augurar muchos años más para esta genuina organización de agricultores, que siempre ha contado con un relevo generacional.

 

Rafael Ramón Santiago

Cronista oficial del municipio Pueblo Llano y socio de la Cooperativa Agrícola “La Trinidad”.

/05/08/2024

 

Notas:

 

1)    Rafael Ramón SANTIAGO. Cooperativa Agrícola “La Trinidad”, 25 años presente en el desarrollo de Pueblo Llano. Edición de La Cooperativa Agrícola La Trinidad, Mérida, Venezuela, 1991.

2)    Ibidem. p. 31.

3)    Ídem.

4)    Santiago VILERA SOLORZANO: Breve historia de la Cooperativa de Servicios Agrícolas “La Trinidad”, 27 de abril de 1969. Emiliano SALCEDO: Breve recuento de cómo ha venido funcionando la Cooperativa de Servicios Agrícolas La Trinidad, 29 de abril de 1971. Monografías inéditas.

5)    Rafael Ramón SANTIAGO. Cooperativa Agrícola “La Trinidad”, 25 años presente en el desarrollo de Pueblo Llano. Op. cit. p. 32.

6)    Ibidem. p. 33.

7)    Juzgado del Municipio Pueblo Llano. Libro de Autenticaciones. Año 1966.

8)    GARCÍA MÜLLER, G. (2012). Balance Social Cooperativo. Caso: Cooperativa de Servicios Agrícolas La Trinidad S. R. L., 2004. Revista Cooperativismo & Desarrollo, 20(101), 52-78.

9)    Juan Vicente SCORZA REGGIO: Rural development and the peasant economy: the case of Pueblo Llano in the venezuelan andes. A tesis submitted to the University of Manchester for the degree Doctor of Philosophy in the Faculty of Economic and Social Studies. November, 1983.

10) Estatutos Sociales de la Cooperativa de Servicios Agrícolas “La Trinidad” RL. Reseña Histórica 1964-2004. 40 aniversario, Pueblo Llano, estado Mérida. p. 6.