LA INDIA QUE SE TRANSFORMABA EN MARRANA
Del mismo baúl de los recuerdos del señor
José de la Cruz Alarcón sacamos otra fábula de Pueblo Llano. Nos dice que en
Miyoy Bajo había una señora de descendencia indígena, sus vecinos le atribuían
poderes sobrenaturales y sobre ella se tejían infinidad de cuentos y
comentarios, como el siguiente:
En la época en que le tocó vivir a esta
señora había mucha pobreza en el pueblo, las personas para poder cubrir sus
necesidades alimenticias diarias acudían al préstamo o el trueque, cambiaban
unas ramas de cebollín por una cucharada de café en polvo, un canasto de papas
por un pedazo de dulce o papelón, un
zapallo por un tarro de sal y así por el estilo. La señora, a la que nos
referimos, al parecer estaba en una mejor situación económica que sus vecinos,
por lo tanto acudían a ella con
frecuencia para realizar estas transacciones, o simplemente para pedirle algo,
sin retribuir nada a cambio, por la penuria aludida; sin embargo, los
intercambios de productos no se realizaban con tanta facilidad como parece.
Desde Miyoy Alto y otros cerros cercanos se
divisaba con claridad el lugar donde
vivía la india, era una pequeña planada, allí había construido una casa
humilde, de paredes de bahareque con techo de paja, la puerta de entrada era de
un cuero seco de res. Al lado de la casa cultivaba un pequeño solar o huerto y
en la parte de atrás mantenía un corral con animales. Sus vecinos observaban
todos sus movimientos: cuando entraba y salir de la casa, las faenas en el
huerto, en el momento en que alimentaba las gallinas, entre otros quehaceres
hogareños.
Cuando la gente se percataba que, efectivamente, se encontraba en la casa, bajaban inmediatamente a solicitar sus favores o a la práctica del trueque respectivo. Pero, ¡cuál sería la sorpresa!, que al llegar al sitio, la mujer desaparecía del lugar como por arte de magia, la buscaban por todas partes, en la cocina, en el cuarto, en el solar, por los alrededores, pero no había ni rastro de ella, parecía que se la había tragado la tierra; lo única que podían encontrar vivo en aquel sitio eran las gallinas y una marrana que se revolcaba, llena de gozo, en el lodo
Rafael Ramón Santiago
Cronista Oficial del Municipio Pueblo Llano.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario