101 AÑOS DE VIDA DE DON JOSE
DE LA CRUZ ALARCON RONDON.
Hoy 14 se septiembre
de 2022 Pueblo Llano entero celebra con alegría, gratitud y admiración los 101
años de vida de uno de sus hijos predilectos como lo es don José de La Cruz
Alarcón Rondón.
Haber transitado por
la vida durante todo este tiempo, dejando huellas positivas y fecundas en todo
el camino recorrido, expresadas en lecciones de rectitud, responsabilidad,
solidaridad, trabajo y honradez, son motivo para estar orgullosos de tenerlo
entre nosotros.
Don José de La Cruz o
Crucito como le dicen cariñosamente sus amigos, nació en el caserío Miyoy Alto
del municipio Pueblo Llano el 14 de septiembre de 1921, hijo del señor Claudio
Alarcón, natural del caserío El Conejo de la parroquia Las Piedras
perteneciente al actual municipio Cardenal Quintero y de la señora María de Los
Reyes Ortiz, oriunda del caserío Miyoy de Pueblo Llano, por lo que el segundo
apellido de don Cruz debía ser Ortiz y no Rondón, pero por estas equivocaciones
muy comunes de algunos funcionarios públicos de la época lo asentaron con este segundo
apellido y así figuró después en la cédula.
El destino de los
niños nacidos de aquella época era el de integrarse a las labores agrícolas que
practicaban sus padres, como la siembra de papas, maíz, trigo, arvejas y otros
rubros. No obstante, don Claudio apreció en él, desde un comienzo, su buena
memoria y sus deseos de aprender, razón por la cual lo inscribió en la escuela
de varones que regentaba el distinguido maestro Rosendo Ramón Pérez, en 1929,
cursando los tres años que duraba la escolaridad en estas escuelas unitarias,
sirviéndole de mucho provecho en el futuro, pues gracias a esta formación pudo
desempeñarse como funcionario público durante gran parte de su vida.
Contrajo nupcias con
la señora Olimpia del Carmen Santiago, el 15 de diciembre de 1955, procreando
siete hijos que los han acompañado durante todos estos años y los han premiado
con una gran descendencia que se prolonga en el tiempo, llevando consigo todos
los valores que han cultivado en el hogar.
Contaba con veintiún
años cuando es nombrado comisario del caserío Miyoy durante seis años, un
trabajo ad honores y de mucha responsabilidad, pues, estaba a su cargo la
búsqueda del personal para la limpieza de caminos y quebradas, resolver
pequeñas rencillas entre los vecinos y el desagradable oficio de ayudar a
reclutar jóvenes para el servicio militar obligatorio.
Después se desempeñó
durante tres años como recaudador de rentas de la Junta Comunal del municipio, otro
trabajo nada fácil debido a la renuencia de los vecinos para pagar los
servicios públicos como el agua y la luz.
Finalmente, en 1960
entró a trabajar como secretario de la prefectura de Pueblo Llano, donde
ejerció su oficio con pulcritud y responsabilidad, atendiendo con afabilidad y
respeto a las personas que llegaban a solicitar sus servicios en el
asentamiento de partidas de nacimientos, matrimonios, defunciones,
inscripciones para el servicio militar, denuncias y otros servicios que dejaba
plasmado en los libros con una letra bien hecha, legible y excelente caligrafía
por la que recibió el apodo de sus paisanos como “la pluma de oro”.
Mientras ejercía el
oficio de secretario en la prefectura se desempeñaba como juez el distinguido
maestro Manuel Molina Ibisate, quien también apreció en él aquel envidiable
talento para memorizar fechas, eventos y la lectura de varios párrafos. Don
Manuel le preparó un escrito de varias cuartillas con un resumen de los
aspectos históricos, geográficos y demográficos del municipio, allí estaba la
temperatura promedio, la altitud, los ríos y quebradas, lagunas, puentes,
número de habitantes, nombres de las calles, producción agrícola, en fin, una
información muy completa para cuando llegara al pueblo un funcionario público,
un turista o cualquier persona interesada en conocer aspectos importantes de
Pueblo Llano. Don Cruz se aprendió de memoria toda aquella información y prueba
de ello fue el día que me la recitó, veinte años después de aquel encargo.
Recuerdo una anécdota
muy lamentable que le tocó vivir en el año 1963, en plena campaña presidencial,
cuando ocurrió una tragedia en el pueblo. El prefecto para el cual él trabajaba
asesinó de varios balazos a un cuñado suyo, un hermano de su esposa, que vivía
en La Vega de Chinó. Aquel hecho conmocionó a todos los ciudadanos de la época.
La prefectura quedó bajo la responsabilidad de don José de La Cruz quien, con
objetividad, serenidad y valentía supo llevar adelante sus obligaciones
mientras se nombraba un nuevo prefecto. La Guardia Nacional resguardaba el
recinto porque los tres policías que estaban allí destinados también estaban
presuntamente implicados en el crimen.
Don Cruz ha sido un
hombre que, al igual a los de su generación, se ha preocupado por el adelanto
de su municipio y entre sus logros podemos destacar su participación en la
traída a hombros por la cordillera de la planta eléctrica desde Timotes y como
cofundador de la Cooperativa Agrícola La Trinidad, por citar solo dos eventos.
En 1978 nuestro
biografiado obtuvo su merecida jubilación de la administración pública, pero
siguió desempeñándose como agricultor, cultivando las tierras aledañas a su
hogar mientras sus fuerzas físicas se lo permitieron, allí lo conseguíamos
siempre que íbamos a visitarlo. Actividad que ha combinaba con sus dotes de
cronista de la familia y la comunidad, pues cuando se pierde en el tiempo el
nombre de un abuelo, de un evento importante, de un desastre natural, de la
ascendencia de alguna familia, todos acudimos a él para abrevar de su buena
memoria, quien con calma y detalles va narrando la información requerida.
La amistad con don
José de La Cruz se incrementó gracias a las referencias que me hizo su hijo
Cornelio donde me ponderaba de la buena memoria de su padre y de la cantidad de
anécdotas, cuentos y leyendas que conocía sobre Pueblo Llano. Efectivamente,
Cornelio me acompañó hasta Miyoy Alto en 1978 y allá lo encontramos con un garabato
en la mano, en medio del surco, cosechando papas. Hizo un alto en la jornada y
comenzó a hablarme sobre La Locaina del Niño Jesús que era el tema que estaba
investigando para la elaboración del libro La Locaina y otras tradiciones de
Pueblo Llano, publicado en 1990. De allí en adelante, cada vez que he
podido, voy hasta su casa para mantener una conversación amena sobre ese pasado
de Pueblo Llano que tanto nos emociona. Aprendí, con el resto de su familia,
vecinos y amigos a valorar su buena memoria, su caballerosidad, su don de
gentes y humildad en el trato.
Lamentablemente,
debido a la situación país, a la pandemia por el Covid-19 y a otras
circunstancias familiares, me han impedido ir hasta su casa a visitarlo con la
frecuencia que deseo, pues son muchas las preguntas que me quedan por hacerle.
En el día de hoy seguimos
rogamos a Dios para que continúe dándole mucha salud, lucidez y años más de
vida a este gran hombre que es UN PATRIMONIO VIVIENTE DE NUESTRO PUEBLO.
Rafael
Ramón Santiago.
Cronista
Oficial del Municipio Pueblo Llano.
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