viernes, 4 de diciembre de 2020


 

 

PAGO DE SUBSIDIARIO

 

 

          

  Por allá en la década de los años 60 del siglo XX escuchábamos en Pueblo Llano a las personas mayores pronunciar la siguiente frase: “a mí me tocó pagar susidiario”, en aquel momento no entendíamos de qué estaban hablando, más tarden nos enteramos que se referían al trabajo gratuito y obligatorio realzado por cada vecino durante un cierto tiempo en la limpieza de caminos, arreglo de puentes y todo aquello que tuviera que ver con el ornato público. Otras personas, con mejores recursos económicos, pagaban de su propio peculio el jornal a un obrero para que ejecutara aquel trabajo comunitario.

            La historiadora María D. Pérez Hidalgo en su libro El transporte y las comunicaciones en la provincia de Mérida (1830-1864) afirma que “Desde la época colonial hasta mediados del siglo XIX, se estableció el trabajo subsidiario y obligatorio en la apertura y mejoramiento de caminos de esta provincia”. Esto, debido a la expansión de la economía regional, que motivó a las autoridades de la provincia legislar a favor de construcción y mejoramiento de las vías y para ello consideraron oportuno establecer jurídicamente el trabajo obligatorio y subsidiario de los ciudadanos residentes en cada uno de los cantones de la provincia, así como también, la regularidad en el pago de peaje de ciudadanos, bestias y otros medios que transitaran por los caminos de la jurisdicción. 

            Agrega la historiadora que, durante el siglo XIX la Gobernación delegó en el Concejo Municipal, todo lo relativo a la reglamentación del trabajo personal y subsidiario, al mismo tiempo, autorizó a esta institución –de acuerdo a sus facultades legales-- para que atendiera e incrementara las composiciones de sus respectivos caminos y la terminación de las obras emprendidas. Para ello se tomó como base que, “todos los vecinos estarían obligados a concurrir a este trabajo por el orden que se les señalara, y para este servicio será sólo de cuatro días al año, con exclusión de los pobres de solemnidad y a juicio de la autoridad local, que no podrían imponérseles, ni recibirse contribuciones pecuniarias en compensación del servicio personal”,  como se apuntó más arriba, aquellos ciudadanos que no podían prestar este servicio, se les permitiría hacerlos a través de otros, pero obteniendo un pago o salario del vecino obligado, sin que para ello interviniera en este arreglo la autoridad pública. Igualmente se les permitía en compensación del trabajo personal, la entrega, en alquiler, de herramientas apropiadas para el tipo de obra que se emprendía. Los alquileres de estas herramientas eran controlados por las autoridades locales.

Como vemos, la escasez de recursos del tesoro público, el cual no permitía muchas veces acometer por su propia cuenta los trabajos que se debían realizar en la apertura y mejora de algunos caminos, hizo necesario que el gobierno provincial arbitrara los medios y sistemas extraordinarios para alcanzar este objetivo. El trabajo obligatorio y subsidiario era una experiencia  que había dado buenos resultados los Estados Unidos y especialmente en el  estado de New York.  

La historiadora citada concluye que, a pesar de todo este proyecto, no se obtuvo grandes beneficios del trabajo subsidiario, simplemente porque no estaba lo suficientemente organizado o porque no realizaba –en la práctica- con todo el cuidado que las ordenanzas establecían.

No obstante, menciona algunas experiencias positivas en la primera mitad del siglo XIX: “En vista de las continuas peticiones que hicieron algunos cantones para el arreglo de varios caminos públicos y careciendo de fondos para pagar el trabajo que debía realizarse en algunas localidades fue preciso --en casos de urgencia-- llamar nuevamente algunos individuos que ya habían cumplido con los cuatro días de trabajo al año que establecía la ley. Sólo por patriotismo de estos ciudadanos se ejecutaron en la década de los años cuarenta del siglo XIX algunos reparos de primera necesidad como fueron, “el camino del Morro, Acequia, Mucutuy, Mucuchachí, Pueblo Llano, y a la vez realizaron la construcción puentes y limpieza de algunos ríos”. De esta forma, se realizaron una serie de trabajos, en forma de subsidio para el beneficio de la provincia de Mérida y pueblos circunvecinos.

Como se expuso al comienzo, el pago de subsidiario se hizo costumbre en varios pueblos de la provincia de Mérida y no culminó en el siglo XIX como lo afirma la historiadora citada, hemos tenido información oral que en Pueblo Llano, ya muy avanzado el siglo XX, todavía se utilizaba este sistema para reparar caminos, puentes y otras actividades que obviamente iban en beneficio de toda la comunidad.

 

Rafael Ramón Santiago

 

Fuente: María Demetria Pérez Hidalgo: El Transporte y las Comunicaciones en la Provincia de Mérida 1830-1864, Fondo Editorial Tropykos. Caracas, 1996.

 

 

 

 

 

lunes, 26 de octubre de 2020

Personajes de Pueblo Llano





Maestra Agripina Arias Cadenas

Por: Jorge Luis Paredes Arias

 

Agripina Arias Cadenas nació en el seno de un humilde hogar en la aldea El Valle Grande de la parroquia Milla, municipio Libertador del estado Mérida el día 16 de marzo de 1940. Fueronsus padres José de la Concepción Arias León y María Delfina Cadenas Gonzàlez.

Siendo muy niña enfermó de poliomelitis, lo que la dejó de por vida con una leve parálisis en ambos brazos, cosa que no le impidió para, con esfuerzo, salir adelante y desarrollar algunas de sus destrezas más destacadas como el dibujo, la pintura y las manualidades.

Estudió en el grupo escolar Vicente Dávila, obteniendo el certificado de suficiencia en educación primaria el 6 de julio de 1955. Iniciasu formación en educación media en el colegio “La Presentación” de Tovar, luego pasa al colegio “La Inmaculada”, de la ciudad de Mérida y culmina estudios de Normal Urbana en la Escuela Normal Alberto Carnevali, de la misma ciudad, obteniendo el título de “Maestro de Educación Primaria” el1 de agosto del 1961.

 

El 1 de Octubre de ese mismo año inició labores como maestra en el Grupo Escolar “Foción Febres Cordero”, del municipio Pueblo Llano, del estado Mérida, lugar al que dedicó su vida profesional y donde dejó hondas huellas en el corazón de hombres y mujeres que pasaron bajo su tutela educativaasí como otros que formaron parte del amplio círculo de amistades que cosecharía a lo largo de su estadía en esta población.

Con mucha frecuencia, Agripina se olvidaba de los convencionalismos horarios para dedicar horas extras a pupilos con dificultades para aprender, motivando y contribuyendo a que alcanzaran el objetivo de la enseñanza y el aprendizaje. Asimismo no escatimaba esfuerzos para, de su propio peculio, premiar y agasajar el avance en sus educandos con alguna golosina, juego didáctico o libro de cuentos.

 

En Pueblo Llano también entregaría su corazón; allí contrajo nupcias con Libio Antonio Paredes González el 11 de diciembre de 1965, de cuyo enlace nacieron: Jorge Luis; Livia Lidtmar, Maribell, Juan Carlos y Trinidad Lourdes.

El 1 de Noviembre de 1975, al dejar el plantel el profesor Pausolino Cañas, asume la dirección del Grupo escolar Foción Febres Cordero. Al poco tiempo, ávida de conocimientos y consiente de la importancia de preparación profesional, no dejó escapar la oferta académica de un postgrado para directores de planteles ofertado por el ministerio de educación de aquel entonces, en la ciudad de Rubio, estado Táchira, obteniendo su diploma el año 1978 en el Instituto Universitario Experimental de Profesionalización y Perfeccionamiento Docente del Centro Interamericano de Educación Rural (CIER).

Además de su dedicación al trabajo en la escuela que le abrió sus puertas, también se vinculó en gran medida con el quehacer comunitario. Sus habilidades con las manualidades, el dibujo, la pintura así como la frescura de sus ideas le hicieron copartícipe de muchas actividades en la población; es así como colabora, tras bambalinas, con las últimas “veladas” que se hicieron en el municipio. De igual manera lo hace con la Junta de ferias y fiestas patronales en los años 70’s. Diseña y elabora parte de los trajes y utilería usada en las primeras representaciones de “Los Cuadros Vivos” en Pueblo Llano. De igual manera se vincula con algunas organizaciones y luchas comunitarias en procura de reivindicaciones para la comunidad.

En el grupo escolar, desde su rol como docente y luego como directora, impulsa, motiva y organiza la realización de actividades culturales, promoviendo siempre el amor y el respeto por los símbolos y fechas patrias, el rescate y exaltación de la cultura y las tradiciones delapoblación, así como el afecto, respetoy acercamiento entre la familia.

Su devoción católica y fe mariana la vincula a la Iglesia Santísima Trinidad. Formó Parte de Los Cursillos de Cristiandad, fue catequista en diversas oportunidades y conformó el grupo “legionarios de María” de Pueblo Llano.

A principios de los años 80’s incursiona en el comercio y es así como constituye una sociedad para conformar una pequeña ferretería popular la cual fue regentada por Edgar Villamizar, pero que no logró mayor prosperidad.

 

Luego de 28 años de servicio educativo, el 01 de noviembre de 1989, sale jubilada del Ministerio de Educación y retorna a su tierra natal, en el sector El Playón Bajo; Caserío El Valle, ParroquiaGonzalo Picó Febres. Allí, además de disfrutar de su merecido descanso, promueve la creación del Club “Amas de Casa”, donde se imparten talleres de formación en manualidades, pintura artística, artesanía, gastronomía, agricultura urbana, entre otros; tambiéndedica gran parte de su tiempo a cultivar su devoción mariana, extendiendo la misma entre vecinos y amigos.

Es así como, desde el año 2000, da inicio en su comunidad a las festividades de la Virgen María, bajo la advocación de María Rosa Mística, en una festividad que tiene como fecha central el 13 de julio de cada año y que involucra a gran cantidad de familias devotas, quedando como un legado, cada vez más arraigado enel sector El Playón.

Agripina enviuda el 24 de septiembre del año 2000 pero sigue luchando y ve con satisfacción como sus hijos logran metas académicas y profesionales; no obstante, una delicada afección cardíaca fue mermando su salud hasta que fallece en la ciudad de Mérida el 26 de septiembre de 2016 a la edad de 76 años.

Agripina Arias de Paredes, o “La maestra Pina”, como la mayoría le llamaba en Pueblo Llano, supo ganarse el aprecio de una comunidad que hizo propia y que siempre albergó con cariño en su corazón.

 

jueves, 1 de octubre de 2020

Personajes de Pueblo Llano



 

Dr. José Ramón López Gómez

 

 

 

Nunca Pueblo Llano había tenido una visita tan grata, provechosa y productiva como la de los doctores José Ramón López Gómez y su esposa Cira Bracho, quienes en 1982 escogieron a este pueblo para pasar algunos días de vacaciones. La compenetración con el paisaje y su gente fue tal que, en los años sucesivos los viajes se tornaron más frecuentes y la actividad no sólo se quedó en el descanso; desde un primer momento se vieron involucrados en diferentes acciones en beneficio de la colectividad como las gestiones ante las autoridades competentes para la creación de un Centro Materno Infantil, hoy Hospital Carlos Edmundo Salas. Una vez construido tan importante centro de salud siguieron colaborando durante muchos años más en las jornadas quirúrgicas de fin de semana lideradas por el Director del hospital, Dr. Roberto Arreaza Vaz.

Pero, no sólo en el ámbito de la medicina se destacaron nuestros amigos, también en el quehacer de la cultura regional tuvieron una amplia participación, pues fueron socios cofundadores de los ateneos de Pueblo Llano y Mucuchíes, instituciones donde desarrollaron una inmensa labor para lograr su consolidación.

            La municipalidad de Pueblo Llano, en gratitud por los grandes aportes prestados por los doctores López - Bracho, en un solemne acto presidido por el Alcalde de entonces, señor Rosalino Quintero, los declaró hijos adoptivos de esta entidad.


El Dr. López Gómez nació en Tinaquillo, estado Cojedes, el 29 de abril de 1927, se destacó como médico Gineco-Obstetra, escritor, historiador y poeta. Sus estudios universitarios los realizó en la Universidad de Los Andes, hasta el cuarto año, cuando por razones políticas fue expulsado de la universidad, viéndose forzado a trasladarse a la Universidad Central de Venezuela, donde culmina la carrera de medicina, recibiendo el respectivo título de Médico Cirujano como integrante de la promoción “Dr. Julio De Armas”. En las aulas de las dos universidades escuchó cátedra de los doctores Eloy Dávila Celi, Gabriel Trompiz, José Uzcátegui, Pedro Rincón Gutiérrez, Mario Spinetti Berti, Oscar Agüero, Pastor Oropeza, José Antonio O'Daly, Alfredo Arreaza Guzmán, Espíritu Santos Mendoza, José Ignacio Baldó, Cruz Lepage, Bernardo Gómez y Miguel Zúñiga Cisneros. Luego de su grado se trasladó al pueblo de Borburata, en las cercanías de Puerto Cabello, donde desplegó una intensa actividad como médico rural, luego se desempeña como médico del Hospital del IVSS, el Hospital “Dr. Adolfo Prince Lara”, destacándose  en su actividad como obstétrica, llegando a ocupar en este último la Jefatura de Departamento. Fue Presidente de la Cruz Roja de Puerto Cabello por 30 años, contribuyendo a la proyección y realce de las actividades desplegadas por dicha institución. Desde finales de la década del setenta se incorporó a la docencia universitaria, como docente de Obstetricia y Ginecología en la Extensión de la Universidad de Carabobo en Puerto Cabello, alcanzó el escalafón de Profesor Titular obteniendo el título de Doctor en Ciencias Médicas en la Universidad del Zulia. Junto a su esposa Cira Bracho de López, quien ostenta el título de Doctora en Enfermería, desplegaron una intensa labor docente, asistencial y de extensión universitaria, correspondiéndole a ambos el haber sido los creadores del Programa de Asistencia Social y Médica de la Adolescente Embarazada (PASAE), el cual ha trascendido más allá de nuestras fronteras; junto a un equipo humano con amplia experiencia docente recuperó y reinstaló el programa de Doctorado en Ciencias Médicas de la Universidad de Carabobo, recibiendo, además, el reconocimiento de la FIGO como Profesor de Obstetricia Latinoamericana.

Como escritor publicó, entre otras, las siguientes obras: Primera Estación, Geografía Lírica de Venezuela, El Sol de los Venados, Canto a Bolívar Bicentenario, Historia Médica del estado Cojedes, Crónicas del Tinaquillo de Ayer, El Culto a la Virginidad, Misión Médica de Majawaña, Cinco Caudillos y Carlos Edmundo Salas, Una Huella Trascendente, éste último publicado en el 2005, donde hace un interesante estudio referente a la evolución de la salud en Pueblo Llano.

 

 

El 29 de agosto de 2014 falleció trágicamente en un accidente de tránsito en una autopista de Guanare, estado Portuguesa, cuando regresaba a Puerto Cabello después e su última visita realizada a Pueblo Llano donde había construido una casa para pasar vacaciones con familiares y amigos.

 

Rafael Ramón Santiago

Cronista Oficial del Municipio Pueblo Llano

 

lunes, 7 de septiembre de 2020

Manifestaciones Colectivas




CAYAPAS, CONVITES, MANO VUELTA Y TRUEQUE.


Cayapa para la construcción de una vivienda
           
            Las relaciones sociales y de trabajo de nuestros antepasados estaban enmarcadas dentro de un sistema de ayuda mutua donde se ponía de manifiesto la amistad, la cooperación y el bien común.
            Hemos escuchado anécdotas de varios informantes y visto con nuestros propios ojos algunas actividades que reafirman lo antes expresado. En primer lugar vamos a hablar del convenio de trabajo denominado Convite.
            El Convite generalmente era una invitación de parte del dueño de una gran siembra para poder realizar la cosecha, ya fuese de papas, arvejas, trigo u otro rubro. Los convites más recordados en Pueblo Llano eran los que se hacían para la siega, trilla y polveo del trigo. Los familiares, amigos y vecinos acudían a la faena con la convicción de que aquello, más que un trabajo, era una fiesta. La actividad se realizaba con entusiasmo, alegría y se entonaban algunos cánticos, que lamentablemente se perdieron y no se pudieron recoger por escrito. Los invitados no recibían dinero por su participación, pero la comida que se servía era abundante, generalmente se beneficiaba un carnero o una res para estos días, no podía faltar la chica y los tragos de aguardiente al final de cada jornada. Cuando el trabajo quedaba listo venía la denominada “acabada”, donde los asistentes recibían alguna parte del producto cosechado, se libaba chicha y aguardiente y en algunas ocasiones se terminaba con bailes, donde no faltaban las riñas debido a los efectos producidos por el licor.
            La Cayapa no se diferenciaba mucho del Convite, solo que la expresión “caerle todos en cayapa” significaba que, con la participación de la mayoría, el trabajo se haría en poco tiempo. La cayapa estaba referida fundamentalmente cuando se trataba de ejecutar una obra para el bien de la comunidad. Los informantes recuerdan las cayapas que se hicieron cuando se construyó la capilla de la Santísima Trinidad, y las tapias para cercar el cementerio, a mediados del siglo XX y más recientemente en la construcción del Templo Parroquial culminado en 1997. De igual manera, para el dos de noviembre de cada año se acostumbraba hacer sonar una lata de zinc en la meseta del cementerio con la finalidad de invitar a los pobladores para que acudieran a desyerbar y limpiar los túmulos de sus deudos. También está muy fresca en la mente de los pobladores la famosa cayapa que se hizo para traer la primera planta eléctrica desde la vecina población de Timotes a comienzo de la década de los años 40 del siglo XX, donde tuvieron que cruzar un largo páramo, por caminos estrechos e inclinados, pasando cientos de dificultades, pero gracias al tesón y a la voluntad de todos los habitantes, capitaneados por el señor Balbino Paredes, un líder nato de la comunidad, se logró llevar a feliz término esta empresa y el pueblo pudo contar con luz eléctrica por primera vez.
Cayapa para construir el Templo, 1996.

Cayapa para rescatar una piedra de molino
            La Mano Vuelta generalmente era un trato que se hacía entre dos personas que sembraban pequeños conucos, donde uno de ellos acudía a ayudar en las labores agrícolas o de otra índole a un familiar, vecino o amigo y luego esa persona le retribuía el trabajo con otra actividad y tiempo similar en el momento de ser requerido.
            La escasez de dinero siempre fue una constante en la mayoría de nuestros paisanos desde el tiempo de la Colonia hasta muy entrado el siglo XX, para solventar esta dificultad se acudía al trueque. Siendo niño presencié como mucha regularidad ésta práctica en mi hogar. Llegaban señoras con un zapallo para cambiarlo por un pocillo de café en polvo, con unos cuantos huevos para trocarlos por mazorcas de maíz o un canasto de papas por una taza de caraotas, etc. Casi nunca llegaba la gente a pedir o prestar, siempre se presentaba con algo en la mano para el trueque que en realidad era más simbólico que equitativo.
            Pero, más que las relaciones comerciales o de trabajo, estaban las actividades sociales, humanitarias y de amistad. Era muy común ver que al momento de beneficiarse un animal en un hogar, ya fuese una res, un cochino o un carnero, se estilaba llevar una porción de carne a los vecinos y amigos más cercanos. Cuando había un enfermo en el vecindario acudían a visitarlo y a ayudar en todo lo que estuviera al alcance para su pronta mejoría, lo mismo sucedía cuando alguien fallecía, se presentaban con presteza a arreglar el altar para el velatorio, a abrir la fosa para la sepultura, a elaborar la comida para los visitantes o a rezar por la salvación del alma del difunto.
           

Rafael Ramón Santiago
Cronista Oficial del Municipio Pueblo Llano