Ignacio Ponceano Paredes
Finalizaba
el siglo XVIII. Las enemistades manifiestas entre los vecinos blancos de Las
Piedras y los indígenas de Pueblo Llano se acrecentaban. Eran continuos los
daños que ocasionaban los animales de los primeros en las sementeras de los
segundos, además de las disputa de las tierras del resguardo que había sido
ampliado por ordenes reales.
Ante este clima de tensión le correspondió a Ignacio
Ponceano Paredes, alcalde e hijo del teniente de los naturales de Pueblo Llano
Manuel José Paredes, ir personalmente hasta Las Piedras, en 1797, a increpar a
sus habitantes para que cesara el abuso y los daños que causaban sus animales a
las siembras de los suyos.
Al calificar de agresivo y soez tal reclamo, las
autoridades de Las Piedras detuvieron a Ponceano, lo golpearon y lo metieron en
el cepo, hasta que su padre fue a solicitar la libertad.
En Pueblo Llano se armó un revuelo, estaban acordes con
la actuación de Ponceano por haber ido a reclamar sus derechos y por otro lado, no
estaban dispuestos a tolerar que la autoridad de ese pueblo golpeara y apresara
a un representante indígena como lo era su alcalde.
Ante este hecho, se trasladaron a Mucuchíes para colocar la denuncia. El Corregidor
de Naturales asentado en ese pueblo fue muy poco lo que puede hacer para
resolver la disputa entre blancos e indígenas por carecer de los instrumentos legales
que correspondían a su investidura.
En vista de que no se les hizo justicia en esta instancia
ni en la de Mérida, los pueblollaneros no se dieron por vencidos y nombraron
una comisión encabezada por Ignacio
Ponceano Paredes para ir hasta la ciudad de Caracas a hacer valer sus derechos
ante el Gobernador General Protector de Naturales. Era la primera vez que los
habitantes de este pueblo llegaban tan lejos. Era un viaje lleno de peligros,
calamidades, con riesgos de contraer enfermedades, además de ocasionarles
grandes gastos. Después de varios meses de recorrido por páramos, llanos y
selvas, finalmente llegan a la capital. El Gobernador admirado por la proeza de
los indígenas admite la denuncia y
reconoce que eran justos sus reclamos.
No fue en vano el largo y peligroso viaje a Caracas.
Emocionados, emprendieron el camino de regreso, traían la documentación que les
hacía justicia celosamente guardado en sus alforjas, como un preciado tesoro,
para entregarla con la mayor premura a las autoridades merideñas para que procedieran
a cumplir con el mandato.
¡Pero, vaya sorpresa…el veredicto fue insólito!...
Absolvieron a quien había golpeado y apresado a Ponceano y a él lo acusaron de mentiroso y
calumniador, condenándolo a prisión durante dos meses en el cepo de Pueblo
Llano para que sirviera de escarmiento al resto de los indígenas.
Perdiéndose de esta manera todos los esfuerzos que habían hecho para que
se les hiciera justicia.
El polvo del tiempo se encargó de cubrir las luchas de
Ponceano como defensor del resguardo y de los derechos de los indígenas, su
figura aherrojada a un cepo reaparece de vez en cuando a las nuevas
generaciones, pidiendo no ser
olvidado.
Rafael Ramón Santiago
Cronista Oficial del Municipio Pueblo
Llano
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