Ignacio de Santiago Rivas
Era hijo de Manuel de Santiago Cuervo, vecino
de Las Piedras y de Isabel Ana de Rivas, natural de Timotes. Al igual que su
padre y abuelo, fue dueño de tierras, ganado y esclavos en Las Piedras y Pueblo
Llano.
Una vez fallecidos sus padres el total de los
bienes dejados quedaron en manos él y su hermana Bárbara. En el año 1800
decidieron de mutuo acuerdo, pero sin escrituras, dividirse las tierras ubicadas en lo que hoy comprende el
Municipio Pueblo Llano y la Parroquia Las Piedras del Municipio Cardenal
Quintero, abarcaba para aquel momento los actuales sectores de Monaró, Chinó,
Llano Grande y El Cañutal. El acuerdo fue el siguiente: Ignacio de Santiago
Rivas se quedaba con los potreros o lomas del Chinó y Gervasio Valero, a nombre
de su esposa Bárbara de Santiago Rivas, con las tierras de Monaró y la loma del
Cañutal, quedando en mancomún el terreno denominado Llano Grande.
Ignacio de Santiago Rivas, al igual que su
tío Ignacio de Rivas, Padre del Coronel Luis María Rivas Dávila, tuvo gran figuración en el Movimiento Comunero
de 1781 que se generó en la población de El Socorro en la Nueva Granada y se
extendió hasta la provincia de Mérida. De Las Piedras y Pueblo Llano salieron
varios hombres conformando una tropa para apoyar a los insurrectos que se
encontraban en Timotes dispuestos a llevar la revolución hasta la Provincia de
Venezuela, entre ellos estaban: Antonio de La Cruz Monsalve, Luís Valero, José
Antonio López e Ignacio de Santiago, entre otros.
“…La rebelión de los Comuneros comienza en la Villa del Socorro
(Nueva Granada) el 16 de marzo de 1781, en protesta por el establecimiento de
los Estancos del Tabaco, aguardiente, y otras medidas impositivas que
originaron un descontento que se expandió a varios lugares del Virreinato de la
Nueva Granada.
Y no es sino hasta el mes de mayo cuando aparecen en San Antonio y
San Cristóbal los primeros pasquines incitando a seguir los ejemplos del Perú y
de la Nueva Granada, amenazas a los funcionarios de la Real Hacienda y estímulos
a las comunidades a poner fin a los odiados impuestos, quedando así
solidificado el eje del común La Grita-Tinta-El Socorro. Para el 5 de junio de
1781, aparecen en las puertas del Cabildo de Mérida dos pasquines que
informaban de la sublevación del Virreinato, así como ofertas de ayuda externa
para expandir la rebelión a toda Venezuela.
El 15 de julio de 1781 ocupan
Bailadores, siendo ésta la siguiente población controlada por los Comuneros.
Desde allí se planificó la invasión a Mérida. Para el
20 de julio, los rebeldes toman Estanques trasladándose
posteriormente a Lagunillas, donde son aclamados por una gran concurrencia de
población indígena. Aquí se nombra Capitán a Simón Molina un rico propietario
de la región. Vía Mérida, se suman al movimiento los poblados de El Morro,
Acequias y Pueblo
Nuevo.
Para el 25 de julio del mismo
año, los insurrectos tienen controlado al poblado de Ejido. Esta ciudad abrazó
con gran fuerza la rebelión comunera. El monopolio del Aguardiente debió
estimular tal actitud, pues la mayor parte de la población vivía del cultivo,
corte y procesamiento de la caña de azúcar. Por otra parte, al otorgarse el
Estanco del Aguardiente en forma de monopolio que acapararon unos pocos
merideños, éstos, valiéndose de ardides y en connivencia con autoridades
realistas, hicieron perder muchos cultivos, destruyeron botijas y pequeños
alambiques, quedando en la mayor indigencia numerosas familias. El gobierno
rebelde fue integrado por personas de bajos recursos, entre los que destacan el
labrador Francisco Javier de Angulo, persona de gran prestigio en los sectores
populares que logró sumar al movimiento las simpatías de casi todos los habitantes
de aquella localidad.
Entre el 27 y 28 de julio de 1781
la expedición comunera hace su entrada en Mérida, aclamada por casi toda la
población. Al frente del movimiento se encontraba el rico merideño Francisco
Antonio Uzcátegui y Rivas. Esta ciudad era la segunda en importancia en la ruta
comunera, y por su acceso a Trujillo, Maracaibo y Barinas, resultaba ser una
zona clave para el avance hacia Caracas.
El Gobernador de Maracaibo Manuel
de Ayala, como medida preventiva, ordena una expedición para evitar la invasión
de Trujillo. El Gobernador de la Provincia de Venezuela, Unzaga y Amézaga, es
el que remite las instrucciones de la expedición en contra de los insurgentes
de Mérida.
Hechos los preparativos en Mérida
para marchar hacía Trujillo, comandaron al frente de más de mil rebeldes, José
Ignacio Briceño, Ignacio de Rivas, Antonio de la Cruz Monsalve, Francisco
Javier de Angulo y Tomás Dávila, acompañados por el neogranadino José Garrido y
el escribano Joaquín Trillo.
El 7 de agosto de 1781 partieron
rumbo a Timotes, no sin antes remitir con esa misma fecha un mensaje al
Ayuntamiento trujillano, dándole cuenta de los éxitos comuneros neogranadinos y
los beneficios que implicaban las Capitulaciones de Zipaquirá; así como la
adhesión de diversos lugares de la Provincia de Maracaibo al movimiento
insurreccional, explicándole sus intenciones de incorporar a los trujillanos al
movimiento y la disposición de utilizar cualquier medio para cumplir dicho
cometido.
Sin oposición alguna, los
rebeldes se apoderaron el 8 de agosto del pueblo de Santa Lucía de Timotes.
Pero el ambiente de tensión popular que existía en Trujillo era
contraproducente, ya que los sectores desposeídos acogieron con agrado las
noticias sobre el movimiento comunero, pero los ricos hacendados, no. Estos
aplicaron ciertas restricciones en contra de la insurgencia ... sin pérdida de tiempo
presionaron al Ayuntamiento a adoptar medidas y, deseosos de robustecer y
ameritar su lealtad al Rey, organizaron la resistencia contra los que avanzaban
desde Mérida.
Luego que los insurgentes se
posesionaron de Timotes y los trujillanos aplicaron sus medidas de seguridad,
se inició un intenso intercambio de correspondencia entre ambos bandos. Los
merideños trataron de persuadir a los dirigentes trujillanos para que se
uniesen al movimiento, quienes insistían que los objetivos de la insurrección
eran la liberación del pueblo de las cargas impositivas y que sus intenciones
no eran atentar en contra de la obediencia al Rey de España. Los jefes
trujillanos respondían con sutiles evasivas, estrategia para ganar tiempo para
el arribo de los auxilios militares de Maracaibo, los cuales habían partido el
5 de agosto, bajo el mando del Ayudante Mayor Francisco de Albuquerque y el
Sub-Teniente Jaime Moreno.
A causa de la fuerte oposición
trujillana, Juan García de Hevia marcha a Mérida el 29 de agosto de 1781, para
reforzar a los merideños acantonados en Timotes. Desde la capital se emprende
la llamada "Expedición de la Frontera", comandada por Juan de Salas.
Para entonces, "la insurrección era conocida en Caracas, pues el día 7 de
septiembre apareció un pasquín en la iglesia de San Francisco instando al
gobernador Unzaga y Amégaza a eliminar el cobro de impuestos o de lo contrario
el pueblo caraqueño no haría oposición a los comuneros". Irónicamente, a
partir de este momento el movimiento comunero empieza a decaer.
Ya para el 11 de septiembre de
1781, la revuelta se encuentra prácticamente derrotada; el Gobernador de
Maracaibo propone escuchar a los insurgentes e interceder en favor de aquéllos
que depongan las armas. Mientras tanto, en San Cristóbal el Ayuntamiento
acuerda mantener su lealtad al Rey. Posteriormente el Cabildo de San Antonio
apoya la decisión del organismo tachirense y el pueblo de Mérida redacta un
comunicado dirigido a los jefes comuneros para que se sometieran a los
planteamientos del Gobernador Ayala.
El 20 de enero de 1782, se inicia
el expediente en contra de dichos jefes de la revuelta comunera de los Andes
venezolanos. Los mismos son sentenciados a la pena capital y para el 30 de
enero es ejecutado el líder neogranadino José Antonio Galán.
Para el 30 de junio de 1782, se
pone en práctica el plan de captura de los rebeldes comuneros, obteniendo como
resultado la detención de 27 de los 69 implicados, quienes son encarcelados en
diferentes lugares de la ciudad de Caracas.
A Antonio de la Cruz Monsalve le
decomisaron bienes en El Salado, cerca de Tabay. También, después del registro
de sus estancias, acción que estuvo a cargo de Javier Ruíz Valero, se le
embargó todo el ganado que tenía en la finca de
Mucubají, en el páramo de Santo Domingo, operación que llevó a
cabo Antonio del
Pino.
A Las Piedras y Pueblo Llano fue
comisionado para hacer la pesquisa el Teniente Corregidor Gregorio Aranaga,
aquí fueron embargados los bienes de Vicente Duarte, Juan Ignacio y Felipe de
la Torre e Ignacio de Santiago Rivas, a quienes no pudieron apresar porque se
fueron a huir a las cumbres de los páramos.
Comenzó después una polémica en
torno al perdón de los sublevados, y para el 6 de agosto de 1782, el Virrey
Caballero y Góngora "concede indulto, perdón general y amnistía a todos
los que participaron en las sublevaciones". Se informa a los Gobernadores
de Caracas y Maracaibo que el indulto abarca por igual a los insurrectos de
Mérida, por no ser los autores intelectuales de la rebelión. Al final, por
orden del Virrey Caballero y Góngora enviada al Teniente Gobernador y Auditor
de Guerra Francisco Ignacio Cortines el 26 de octubre de 1782, se suspende el
proceso y se recomienda dejar en libertad, bajo fianza, a los detenidos…” .
Para aquellos años de insurrección comunera
Ignacio de Santiago Rivas ya era casado con Ana María Moreno de cuyo enlace
nacieron los siguientes hijos, iniciadores de la familia Santiago en Pueblo
Llano: María Isabel Santiago Moreno, nació en 1779; José María Santiago Moreno,
nació en 1780; Juan Nepomuceno Santiago Moreno, nació en 1781; José Antonio
Santiago Moreno, nació en 1781; José Modesto Santiago Moreno, nació en 1784; Juan
José Santiago Moreno, nació en 1788; José Juan Santiago Moreno, nació en 1790;
María Juana Santiago Moreno, murió Soltera; Francisco Ignacio Santiago Moreno; María
Dolores Santiago Moreno, nació en 1792. Murió Soltera.
El apellido Santiago es el más numeroso del
municipio, producto de los sucesivos enlaces de los descendientes de Ignacio de
Santiago Rivas con miembros de otras familias del lugar.
Rafael
Ramón Santiago
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