San Miguel Arcángel
San Miguel Arcángel es el jefe de la milicia
celestial. Su figura guerrera se presenta con una espada levantada en señal de
haber triunfado sobre el mal. Bajo sus pies se encuentra derrotado el demonio
en forma de una repugnante serpiente.
La fiesta de San Miguel se celebra el 29 de
septiembre de cada año y era uno de los tantos días de guardar que aparecía en
el calendario romano. En Pueblo Llano se recuerda con nostalgia las diferentes
actividades que se realizaban con motivo de esta fiesta religiosa tan
importante. La celebración ponía a trabajar a todo el mundo. Estaba el
encargado de comprar la cera en Santo Domingo para que la niña Rafaela
Paredes fabricara las velas que alumbrarían la imagen durante el novenario. Por
otro lado, un personaje denominado laurelero iba hasta la montaña a
buscar las ramas de laurel para que la señora Pascalina Terán, vecina de Mutús,
lo regara en el piso de la iglesia, a manera de alfombra, para que pasaran por
allí el santo en procesión. Por su parte, el mayordomo de la fiesta debía estar
al tanto de los demás preparativos: la elaboración de la chicha de maíz para
brindar a los concurrentes, de colocarle los adornos al santo para la
celebración de la misa y de contratar al quemador de la pólvora, que
generalmente era el chuenco Enemesio.
El 29 de septiembre nadie trabajaba, se creía
que quien lo hiciera sería severamente castigado por la Providencia. Así nos lo
ilustra con una anécdota el señor Emiliano Meza, uno de nuestros informantes:
...Una víspera de San Miguel --nos dice-- estaba mi hermano Chuy
arando en un barbecho y tenía como ayudante a Enrique, mi otro hermano.
Enrique le dijo que no le podía seguir ayudando porque le correspondía
ir a la montaña a cortar el laurel para la fiesta de San Miguel, pero Chuy no
lo dejó. Póngase más bien a rozar -le dijo- . No había terminado de darle la
orden cuando apareció una culebra enrollada en el arado. Chuy se asustó, pero enseguida
la mató y continuó arando. Un poco más abajo le salió un enjambre como de diez
culebras. Esta vez el susto fue mayor, dejó arado y bueyes, salió corriendo
loma arriba y en lo más alto de la montaña se postró de rodillas y con las manos
levantadas imploró perdón al santo por haber ido en contra de su voluntad. ¡Vaya
Enrique a la montaña --le ordenó ahora a su hermano-- a cortar el laurel para que
el santo no me siga amenazando!.. .
Ese día el pueblo se engalanaba, desde
tempranas horas se escuchaba la quema de pólvora y el repique de campanas
llamando a la misa solemne. Los feligreses iban bajando desde los campos con
mucha devoción luciendo sus mejores atuendos. Después de la misa sacaban el
santo en procesión por las principales calles, la misma era acompañada por La
Locaina y las socias y socios de las diferentes cofradías. Al final de la tarde
los feligreses regresaban a sus hogares, culminando de esta manera en Pueblo
Llano la celebración en honor al jefe de la milicia celestial.
En la casa del mayordomo de la fiesta se
hacía una celebración paralela a la que dirigía el sacerdote durante el día
principal de la fiesta. Se realizaba una novena de rosarios dedicados al santo,
culminando la noche anterior a la celebración con un velorio donde los romances
y cantos eran entonados con profunda fe cristiana, además del reparto de
comidas y bebida.
De
finales del siglo XIX se recuerda a Sinforiano Salcedo como mayordomo de la
fiesta. Relataba su nieta Cristina Salcedo, de 91 años de edad, entrevistada en
el 2015, que su abuelo se iba caminando hasta Valera a traer los coroticos que se necesitaban para
celebrar la fiesta a San Miguel, traía todo metido en un saco e fique sujetado
con un pretal que se colocaba en la frente. Tardaba dos días en el viaje. Como
caso curioso, nos dice, su abuelo Sinforiano murió un día que se celebraba la
fiesta de San Miguel.
La
tradición la continuó en el pueblo una hija de Sinforiano de nombre Rafaela
Salcedo, madre de Cristina, y en Mutús la señora Pascalina Terán. El primer
velorio que hizo la señora Pascalina fue en una cueva, nos refiere otro
informante, el señor Hermes Santiago, luego continuó realizándolo ininterrumpidamente en su casa de habitación
en Mutús. Al morir la señora Pascalina a la edad de 101 años, sus descendientes
han seguido la tradición hasta la actualidad.
Sin embargo, la celebración eclesiástica se
ha venido a menos con el transcurrir del tiempo. Se cuenta que un sacerdote
prohibió la tradición de regar laurel en la iglesia porque, según su criterio,
esta práctica ensuciaba el templo. La gente no volvió a guardar el día del
santo y las demás actividades señaladas se dejaron de hacer. Ahora solo se
realiza una misa el día domingo
siguiente al 29 de septiembre.
Rafael Ramón Santiago
Cronista Oficial del Municipio
Pueblo Llano