sábado, 29 de noviembre de 2025

LA CHAYOTA


Agricultura y gastronomía prehispánica local  

LA CHAYOTA

            La chayota es una planta muy generosa, que, sin ser cultivada adrede, extiende sus tallos rastreros en cualquier sitio y nos brinda sus numerosos frutos que son muy poco apreciados todavía en estas regiones andinas. Es una de las tantas plantas que formó parte de la dieta de los indígenas en Mesoamérica, en época precolombina, en el sur de México y Guatemala, ubicada por los investigadores como el área de mayor variabilidad, y por lo tanto su lugar de origen. Algunas fuentes indican que fue introducida en las Antillas y en Sudamérica entre los siglos XVIII y XIX. En esa misma época se llevó a Europa, desde donde fue trasladada a África, Asia y Australia, mientras que su introducción en los Estados Unidos data de fines del siglo XIX1.

            Julio César Salas manifiesta que, a diferencia del churí que se puede considera como una planta netamente regional, la chayota “fue conocida por los aztecas con el nombre de chayotl…”2. Por otra parte, el Pbro. Jesús Manuel Jáuregui Moreno3 no hace referencia de la chayota cuando trata la producción agrícola en Pueblo Llano, suponemos que se debió al hecho de ser una planta que no se cultivaba directamente, pues, siempre ha nacido silvestre, además de la poca utilidad que le daban para ese momento en la cocina. Efectivamente, recuerdo que en la época de mi niñez la chayota solo se utilizaba en la elaboración de sancochos, era una verdura más que se agregaba, como las papas y las zanahorias; pero, debido a su abundancia era utilizada mayormente como alimento para los cerdos.

No obstante, hemos visto que en los últimos años le están dando otras utilidades en el arte culinario, como la elaboración de ensaladas, tortas y jugos. Por otro lado, en la segunda década del siglo XXI, cuando la crisis económica se agravó en demasía en Venezuela, este fruto fue muy solicitado en el pueblo para apaciguar el hambre que golpeaba a varios hogares.


Don Lisandro Alvarado, en su diccionario definía así a la Chayota o Chayote: “Sechium edule. Cucurbitáceas. Planta trepadora, vivaz, cuyos tallos herbáceos salen de una raíz carnosa bastante gruesa. Hojas simples, largamente pecioladas, acorazonadas, con lóbulos dentados, conniventes en la base; flores unisexuales, corola blanca, rodada; fruto unicelular, trasovado-oblondo, largo de 4 a 6 pulgadas, comestible, algo insípido. Del azteca chayutl, lo mismo. Ref. Ernst, La Chayotera en Bolet. Del Minist. de Ob. Públ., N° 145, Caracas, 1892”4.

Por su parte, Gonzalo Picón Febres en su Libro Raro dice: “CHAYOTA. Legumbre de color verde muy claro, de hollejo demasiado fino, lastimosamente insípida aguanosa, con forma de melón y con hendiduras y espinas bastante endebles por de fuera. La planta que la produce es viciosa en grado sumo y enredadera o trepadora. En sentido figurado, chayota es la mujer completamente simple, tonta, necia, desplantosa y sin ninguna gracia ni remoto atractivo espiritual5.

            En México, que posiblemente es su lugar de origen, junto con Guatemala, como ya se indicó, la chayota se conoce como chayote que en náhuatl(chayotli) quiere decir calabaza espinosa, así también se le denomina en Panamá, Nicaragua, Cuba, Puerto Rico y Costa Rica, con otros diversos nombres se conocen en diferentes países6.

En los últimos años, a través de los medios de comunicación, podemos apreciar los diferentes usos que le dan a este fruto en la cocina mexicana, tanto la tradicional como la moderna. Hasta los tallos y raíces son comestible en varios estados del país azteca; de tal manera que, ya es hora que esta planta, que ha sido tan marginada en nuestro suelo, comience también a ponerse en valor como parte de los tantos cultivos prehispánicos que se han mantenido, a pesar de la agricultura extensiva. 

Rafael Ramón Santiago

Cronista Oficial del municipio Pueblo Llano.

(29/11/25).

Notas:

(1) https://es.wikipedia.org › wiki › Sechium_edule 

(2) Julio Cesar SALAS. Etnografía del estado Mérida. Colección Temas y Autores Merideños. Academia de Mérida, Ediciones del Rectorado, Universidad de los Andes, 1997. p. 105.

(3) Jesús Manuel JAUREGUI MORENO. Obras Completas. Tomo I. Talleres de Editorial Futuro, San Cristóbal, estado Táchira. 1999. p. 240.

(4) Lisandro ALVARADO. Obras Completas. Tomo I. La Casa de Bello, Caracas, Venezuela, 1984.

(5) Gonzalo PICON-FEBRES. Libro Raro. Tercera Edición. Biblioteca de Autores y Temas Merideños. Mérida, Venezuela, 1964. p.107.

(6) ) https://es.wikipedia.org › wiki › Sechium_edule 

 

 


 

sábado, 15 de noviembre de 2025

PRESBITERO PABLO ENRIQUE COLMENARES ORTIZ


PREBÍTERO PABLO ENRIQUE COLMENARES ORTIZ

 

            El 30 de diciembre de 1912, el obispo de Mérida Antonio Ramón Silva realiza su quinta visita pastoral a la parroquia Santísima Trinidad de Pueblo Llano, siendo una de la más polémicas de que se tenga información, como veremos a continuación.

            Terminada la vista a la parroquia San Jerónimo del pueblo de Santo Domingo, el obispo con sus acompañantes se dirige a Pueblo Llano para comenzar su actividad a las tres de la tarde de aquel mismo domingo 30 de diciembre, con la novedad de que asistieron muy pocos fieles al templo, circunstancia que empezó a preocupar al prelado.

El día siguiente, 31 de diciembre, celebró una misa, a la siete de la mañana, pero notó con sentimiento que no se acercó ninguna persona a comulgar y que apenas había en el templo unas quince mujeres y los hombres de La Marcha (agrupación folclórica que posteriormente fue designada con el nombre de Locaina del Niño Jesús). Por la tarde, el prelado administró el sacramento de la Confirmación y practicó el ejercicio en el cual predicó su secretario, en cuyo acto hubo un poco más de concurrencia. El miércoles primero de enero de 1913, el señor obispo celebró, confirmó y se dispuso a salir para la parroquia Nuestra Señora del Rosario de Las Piedras, a las doce del día. Observó el templo en muy mal estado, y con motivo de la reconstrucción de éste, ordenada desde hacía algún tiempo, ocurrió un incidente que se refiere a continuación:

“Existe en esta parroquia un gran lote de terreno llamados la capellanía, cuyo arrendamiento ha sido aplicado desde tiempo inmemorial para completar la congrua sustentación del cura. Hace más de tres años su Señoría dispuso que la tercera parte de dichos arrendamientos la dedicara el cura a las necesidades más urgentes del templo, pero administrando siempre el cura la capellanía. A mediados del año pasado de 1912 se formó una junta a excitación del jefe civil y sin conocimiento del prelado y esta junta de mano poderosa se ha hecho cargo de administrar la capellanía para invertir el producto de los arrendamientos en la reconstrucción del templo, sin que el cura perciba nada de ello. El obispo, al terminar el acto de apertura de la actual visita, convocó al jefe civil y a los miembros de la junta para manifestarle lo irregular de tal proceder y exigirles que se detuvieran en ese camino y se contentaran con la tercera parte que había dispuesto se cumpliera en dicha construcción, dándole de plazo para que conferenciaran hasta la tarde del siguiente día. El día 31 por la tarde el señor obispo recibió una respuesta del presidente de la junta en la que manifiesta que ésta se niega a atender al reclamo del prelado-.

En vista de esta negativa que es un atentado contra su autoridad y contra los derechos del cura, su Señoría dicta el siguiente:

EDICTO

Diócesis de Mérida.

Santa Pastoral Visita.

En la parroquia de la Santísima Trinidad de Pueblo Llano, a primero de enero de mil novecientos trece, el Ilustrísimo Señor obispo Diocesano Doctor Ramón Silva, dijo, Atendiendo -Primero: a que esta parroquia de Pueblo Llano no ofrece al cura la congrua sustentación, como se ve por la minuta que se pone al pie de este Edicto, de la cual aparece que en los seis últimos meses solo ha producido ciento cincuenta y seis pesos, es decir, veinte y seis pesos por mes-

Segundo: a que los réditos de la posesión llamada La Capellanía que se empleaban en completar lo suficiente para el sustentamiento del cura han sido destinados en su totalidad, contra nuestra voluntad expresa, a la reedificación del templo, por una junta que ha sido formada en el pueblo-. Disponemos: que el sacerdote encargado de esta parroquia y las de Las Piedras y Santo Domingo, resida en la de Las Piedras y solo venga a Pueblo Llano el primer domingo de cada mes y cuando fuera llamado para prestar los auxilios espirituales de algunos enfermos. - Esta disposición permanecerá en todo su vigor mientras no sea derogada, hasta que el señor cura sea puesto de nuevo en posesión y goce de la capellanía.

Así lo dice manda y firma el Ilustrísimo Señor obispo, por ante mí el secretario de Visita. Fecha ut supra.

Antonio Ramón Silva

Obispo de Mérida.

Ante mi Pbro. Escolástico Duque”1.

(Firmas y rúbricas).

Con la firme decisión tomada por el señor obispo, la parroquia Santísima Trinidad de Pueblo Llano se quedó sin su pastor espiritual por espacio de ocho meses, causando gran consternación en la mayoría de la comunidad, hasta que tuvo que venir desde Timotes el sacerdote Buenaventura Vivas en calidad de suplente, por un año, mientras se resolvía el problema presentado.

El 29 de mayo de 1915 asume el cargo de cura párroco el presbítero Pablo Enrique Colmenares Ortiz2 quien permaneció en el cargo durante siete años, hasta su muerte ocurrida en el pueblo de La Mesa de Esnujaque, estado Trujillo, el 03 de mayo de 1922.

El sacerdote Colmenares Ortiz nació en Palmira, estado Táchira, el 15 de julio de 1877, era hijo de Juan Pablo Colmenares y Josefana Ortiz3. Hizo sus estudios en el Seminario de Mérida y fue ordenado Presbítero el 24 de septiembre de 1910. Fue Teniente-Cura de Táriba y después sirvió los curatos de La Mesa de Mérida, Barinitas y en Las Piedras, Santo Domingo y Pueblo Llano, sus últimas parroquias4.

Sin lugar a dudas, el obispo Silva vio en el prelado Pablo Enrique un hombre de acción, firme en sus convicciones y con herramientas suficientes para resolver conflictos en la comunidad como el que se había originado en los años recientes. De ahí que, sus primeras acciones fueron las de reparar el templo y construir una casa cural que no había.

Le correspondió al obispo Antonio Ramón Silva hacer su sexta visita a la parroquia Santísima Trinidad de Pueblo Llano, los días 1 y 2 de enero de 1916. A diferencia de la estadía anterior, se encontró con una grata sorpresa que la dejó por escrita en uno de los libros parroquiales:

“...Al visitar la iglesia recién construida y casi terminada, su Señoría se mostró satisfecho de estos trabajos y excitó al venerable señor cura y a los fieles a darle feliz término; lo mismo que a la casa cural, cuyos trabajos están adelantados. En la visita de los tres libros parroquiales encontró muchas irregularidades debido esto principalmente a la falta de residencia de un sacerdote en esta parroquia desde la última visita hasta que se encargó el actual cura Pbro. Enrique Colmenares...”5.

En el Boletín Arquidiocesano que publicaba la diócesis de Mérida, correspondiente al 1 de mayo de 1921, aparece la siguiente nota con respecto a la culminación de la Casa Cural:

CRONICAS Y VARIEDADES. Casa cural en Pueblo Llano. – Venciendo inconvenientes y dificultades, el Vble. Sr. Cura de Pueblo Llano, Pbro. Enrique Colmenares, ha construido la Casa cural grande, espaciosa y cómoda en la cual vive yá há días, con la protección de la Santísima Trinidad Patrona (sic) de la Parroquia y la de la Santísima Virgen. Ha gastado de su propio peculio la suma de seis mil bolívares, y mil doscientos con que ayudó el pueblo.

Nuestras felicitaciones al cumplimiento y progresista Sr. Cura6.

 

Aparte de la construcción de la Casa Cural y la refacción del templo, el sacerdote promovió las siguientes obras “...Se colocó una nueva cruz en el sitio “La Cruz Verde”. Se plantó una cruz grande en el sitio llamado Morro de San Miguel. Se adquirió el terreno al frente de la capilla, filial a la Trinidad, se puso alambrado y se bendijo... Se plantó la primera piedra en El Arbolito, aldea de Las Agujas...para levantarle una capilla a la virgen del Socorro...”7.  

  El padre Colmenares, al sentir que su salud se deterioraba aceleradamente, y en vista de que en el pueblo no había médico, pidió que lo llevaran hasta el pueblo de La Mesa de Esnujaque, donde residía un facultativo muy afamado de apellido Rocha. Los integrantes de La Marcha o Locaina del Niño Jesús y otros vecinos lo llevaron en andas, a través del páramo, hasta aquel lugar. En el trayecto, el sacerdote presagiando que tenía la muerte cerca pidió a las personas que lo trasladaban que, si moría en la Mesa de Esnujaque, después de transcurrido algún tiempo, llevaran sus restos hasta Pueblo Llano y los sepultaran en la iglesia.

En efecto, el Pbro. Pablo Enrique Colmenares Ortiz falleció en La Mesa de Esnujaque, la mañana del 03 de mayo de 19228, hecho que produjo enorme pesar en las parroquias donde ejerció su apostolado.

En 1929, la feligresía de la parroquia Santísima Trinidad de Pueblo Llano sugiere al sacerdote de entonces, Heliodoro Núñez, el deseo de trasladar desde La Mesa de Esnujaque hasta Pueblo Llano los restos del Presbítero Enrique Colmenares, tal como había sido su última voluntad.

En el libro de Gobierno de la parroquia, el Pbro. Heliodoro Núñez escribió para la posteridad tal acontecimiento:

En el vivo deseo de poseer como reliquias sagradas los restos del Pbro. Br. Enrique Colmenares, cura de almas que fue por siete años de esta parroquia y de Las Piedras y Santo Domingo, y fallecido el 3 de mayo de 1922, unánimemente pidieron los fieles al actual cura encargado Pbro. Heliodoro Núñez, la traslación de los venerables restos a este templo parroquial. Interpretando el Pbro. Núñez que la fervorosa súplica brotaba espontánea y plena de afecto del corazón agradecido de tres pueblos por las singulares virtudes y evangélica labor de aquel inolvidable sacerdote, quiso realizar la traslación nombrando al efecto una junta para la más pronta consecución del propósito: Rosendo Pérez, Presidente, Saturnino Ortiz, Vice-Presidente; Tesorero, Rafael Hernández; Secretario, Eleuterio Molina; y vocales Pedro Aquilino Santiago y José Lisandro Paredes. En unión del secretario se trasladó el párroco a la población de La Mesa de Esnujaque, logrando vencer algunas dificultades, a pesar de cumplirse los requisitos requeridos por Ley para la exhumación de los restos, la cual se obtuvo al fin, llevándose en urna ad hoc y en fúnebre procesión que presidió de pluvial negro y con cruz y ciriales, el Pbro. Nuñez, del cementerio al templo de La Mesa, donde se cantó un responso y dijo palabra doliente de gratitud en nombre de esta parroquia a los numerosos fieles de La Mesa que hicieron acto de presencia. A las tres de la tarde del mismo día de julio de 1929 fueron conducidos a esta parroquia por algunos feligreses y recibidos por gran número de personas de a caballo que salieron hasta cerca del páramo al encuentro. Desde el medio día del 6 de julio estuvieron los venerables restos en capilla ardiente en la iglesia filial de la Santísima Trinidad, a la entrada de la población, debidamente enlutada. El día siete de julio a las ocho y media de la mañana fueron conducidos los restos por numerosos fieles, presididos por el Párroco, Sociedades religiosas y Escuelas, pasando bajo arcadas de palmas y de flores y con banderas blancas, enlutadas las moradas, recibiendo salutaciones de tristes remembranzas en las esquinas del trayecto, en las cuales se cantaron también posas o responsorios. Al llegar al templo, entre el doblar de las campanas y con una marcha fúnebre se procedió a la inhumación de los restos en la parte central del presbiterio, a cuyo efecto el Excmo. Sr. Arzobispo Dr. Acacio Chacón había dado espontáneamente la licencia necesaria. Luego de cerrado el sepulcro y colocada la piedra, se cantaron vigilias y Misas de Réquiem Solemne con comunión general. El párroco hizo breve presentación sagrada, terminado con frases de agradecimiento en nombre de la Iglesia y del Prelado a la Junta y al feligresado, que conmovido cumplió el religioso deber, como si guardase en su propio corazón las venerables cenizas de un párroco que fue piadoso, abnegado y ejemplar. Las parroquias de Las Piedras y Santo Domingo celebraron cada uno de los dos días siguientes un solemne funeral por la perpetua paz del inolvidable Padre Colmenares. R. P.

Heliodoro Núñez (firma y rúbrica)9.

 

            Debido a la remodelación completa del templo, consagrado nuevamente en 1997, hoy Santuario Diocesano, el sacerdote Luis Enrique Bejarano decidió trasladar los restos de todos los sacerdotes que allí estaban sepultados a una capilla ad hoc al lado izquierdo del altar mayor, para que finalmente descansen en paz y brille para ellos la Luz Perpetua en el reino de los cielos.

Rafael Ramón Santiago

Cronista oficial del municipio Pueblo Llano

(15/11/25)

Agradezco al colega Rafael Pulido Blanco, cronista oficial del municipio Justo Briceño, estado Mérida, por su valiosa contribución documental para la elaboración del presente trabajo.

Notas:

(1)  Archivo de la Parroquia Santísima Trinidad de Pueblo Llano. Libro Tercero de Gobierno Años (1881-1962). ff. 312-316.

(2)  Archivo Arquidiocesano de Mérida. Catálogo de los Libros de la Parroquia Santísima Trinidad de Pueblo Llano pp. 168, 169. Véase también: Curatos, 1909. Pueblo Llano. Nómina de sacerdotes que han desempeñado este curato desde enero 1774. Información del Pbro. Francisco Higuera.  ff. 3 y 4.

(3)  Fuente: San Agatón, Palmira, Guásimos, Táchira, Venezuela registros," imágenes, FamilySearch(https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33S7-9R5L-S7P6? view=index : 4 ago 2025), Imagen 1289 de 3117; Archivo de la diócesis de San Cristóbal, Archivo diocesano de ciudad Victoria.

(4)  Boletín Diocesano. Periódico Mensual. (Octavo volumen). Año XXV. N° 15. Mérida, 1 de junio de 1922. p. 124.

(5)  Archivo de la Parroquia Santísima Trinidad de Pueblo Llano. Libro Tercero de Gobierno Años (1881-1962). f. 318.

(6)  Boletín Diocesano. Periódico Mensual. (Octavo volumen). Año XXIV. N° 4. Mérida, 1 de mayo de 1921.

(7)  Archivo de la Parroquia Santísima Trinidad de Pueblo Llano. Libro Tercero de Gobierno. Años (1881-1962). ff. 318-333.

(8)  Boletín Diocesano. Periódico Mensual. (Octavo volumen). Año XXV. N° 15. Mérida, 1 de junio de 1922. p. 123.

(9)  Archivo de la Parroquia Santísima Trinidad de Pueblo Llano. Libro Tercero de Gobierno. Años (1881-1962). ff. 340-341.

 





 

martes, 4 de noviembre de 2025

EL CHURI


Agricultura y gastronomía prehispánica local 

EL CHURÍ

            Uno de los frutos que siempre nos impresionaron desde niños fue el churí, de la familia de las auyamas, debido a su gran tamaño si lo comparamos, por ejemplo, con otras calabazas o con los zapallos; algunos ejemplares han llegado a pesar hasta 50 kilogramos. Don Lisandro Alvarado lo registra en su diccionario de la siguiente manera: “CHURÍ. Cucurbita sp. Nombran así en Trujillo y Mérida una variedad de la AUYAMA. “Fruto de la familia de las cucurbitáceas, mayor que la auyama”. (Febres C., 132)1.

            El churí es de origen prehispánico y sobre su consumo apunta el etnólogo merideño Julio César Salas “…Como agricultores, muy pocas naciones podrían aventajar en la América precolombina a los Mucuñoques, quienes sin más instrumentos que sus machetones, palas, coas de madera y hachas de sílice, labraban grandes extensiones de tierra, donde sembraban diversos frutos: maíz, frijoles, arracachas, papas, batatas, churíes, aullamas, ajíes, etc.”2. Más adelante apunta, “La planta denominada churí por los campesinos de Mérida, puede considerarse como netamente regional…”3.

            Sobre la agricultura en Pueblo Llano, para finales del siglo XIX, monseñor Jáuregui Moreno escribía: “…se produce trigo, papas, maíz, arvejas, frijoles de toda especie, habas, apios, juquianes, sapayos, churíes, lechuga, col, cebollas, ajos, culantro, patatas, uvas, cebada, todo en poca cantidad y tanto que, de estas últimas plantas, solo hay para semilla…”4.

            El cultivo de churí en esta zona no se hacía ni se hace de una manera extensiva, si lo comparado con otras siembras como el maíz, las arvejas o las papas, consiste simplemente en lanzar algunas semillas en las orillas de los barbechos, de tal manera de que sus tallos no invadan los otros sembradíos. La única utilización culinaria que conocimos de este fruto fue la llamada mazamorra de churí5, que era de mejor gusto que la preparada con zapallo.

            Ahora bien, en torno al churí se ha generado una tradición que está muy ligada a las actividades lúdicas y religiosas que realiza la agrupación folklórica local Locaina del Niño Jesús6, al respecto, nos informaba la señora Saturnina Paredes de Molina7 que en su época había la costumbre de sembrar las semillas de churí el 19 de marzo, día de San José, y a medida que se iban tapando las semillas se pronunciaba la siguiente oración: “San José bendito, te pido que me nazca esta mata de churí muy bonita y de producir varios frutos me comprometo a donar el de mayor tamaño a la Locaina”. En efecto, durante la denominada “semana de locos”, que va desde el 25 hasta el 31 de diciembre, los integrantes de la agrupación son obsequiados por los vecinos con varios de estos ejemplares.

            El día tres de enero, celebran una particular ceremonia  denominada “muerte del novillo” donde, frente a la iglesia y al lado de un cepo, al que denominan  Mapolión Linares, simulan el degüello de un novillo utilizando para ello los churíes obsequiados, allí simulan torear, herrar y otras suertes con el “novillo”, hasta que finalmente lo abren y reparten los trozos entre los presentes; también los invitan a “beber la sangre del novillo”, que  se trata de la mazamorra a la que ya hemos hecho referencia, en el sitio denominado El Cedro de Mutús, donde vive el mayordomo de la agrupación. Esta ceremonia es muy parecida a la que se hace en el pueblo de La Parroquia de Mérida el 02 de febrero de cada año, similar, a su vez, al denominado “correr gallos” en España8.

            Aunque todavía el churí se cultiva de una manera no extensiva, varias personas lo siguen sembrando y además de la mazamorra le han ido dando otros usos como la elaboración de tortas, quesillos y jugos, por lo tanto, es muy halagador que este cultivo prehispánico no desaparezca de la dieta de nuestra gente.

Rafael Ramón Santiago

Cronista Oficial del municipio Pueblo Llano.

(04/11/25).

Agradezco a Vicente Paredes y Jorge Luis Paredes Arias por las imágenes suministradas para ilustrar el presente artículo.

Notas:

(1)  Lisandro ALVARADO. Obras Completas. Tomo I. La Casa de Bello. Caracas, Venezuela, 1984.

(2)  Julio César SALAS. Tierra-Firme (Venezuela y Colombia). Estudios sobre Etnología e Historia. Universidad de Los Andes, Facultad de Humanidades y Educación, Mérida, Venezuela, 1971. p. 154.

(3)  Julio César Salas. Etnografía de Venezuela. Colección “Temas y Autores Merideños”, Academia de Mérida, Ediciones del Rectorado, Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela, 1997. p. 105.

(4)  Jesús Manuel JÁUREGUI MORENO. Obras Completas. Tomo I. Talleres de Editorial Futuro, San Cristóbal, estado Táchira, 1999. p. 240.

(5)  La mazamorra de churi es una bebida espesa y dulce de origen andino, típica de los estados Mérida y Trujillo en Venezuela, que se prepara con la pulpa de una calabaza gigante llamada "churi" (también conocida como auyama). Se cocina hasta que la calabaza esté muy suave, se le puede agregar leche, canela y papelón (panela) para endulzarla y aromatizarla, a veces se deja enfriar y se consume caliente en regiones frías. IA. 

(6)  Una información detallada sobre esta actividad la podrá encontrar en el libro de Rafael Ramón SANTIAGO: La Locaina y otras tradiciones de Pueblo Llano. Imprenta del estado Mérida, Venezuela. 1990.

(7)  Informante: señora Saturnina Paredes de Molina, 80 años, Mérida, 20 de mayo de 1975.

(8)  Ángel ROSENBLAT. La Educación en Venezuela. Monte Ávila Editores, Caracas, Venezuela, 1986. p. 155.